23/11/2024 10:52
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No puedo precisar cuándo leí una versión reducida del Ensayo Político sobre el Reino de la Nueva España de Alexander von Humboldt (1811) que desgraciadamente no puedo identificar ahora. El texto completo del ensayo está disponible en archive.org, aunque en un PDF de excesivo tamaño y en el que no se pueden hacer anotaciones. Estoy por leer el Ensayo entero, para poder valorarlo en su justa medida, pero de momento solo he encontrado una versión en Apple books. Como el lector de Apple no me gusta nada y no he visto manera de convertir el fichero en epub, lo voy a dejar por el momento. Además, antes de meterme en ello, me gustaría saber más sobre las acusaciones de indiscreción -cuando menos- que se hacen al ilustre ilustrado, quien proporcionó información de la Nueva España a unos Estados Unidos que no ocultaban su interés en anexionar parte de su territorio, lo que acabaron haciendo.

Se puede empezar otorgándole el beneficio de la duda; desde luego Humboldt no tiene la culpa de que terceras partes utilizaran su información para sus propios fines. Sin embargo, parece ser que proporcionó información sobre Méjico y la Luisiana a Jefferson sabiendo de sus propósitos de anexión de esos territorios. Teniendo en cuenta que España le dio una autorización muy generosa para visitar y documentar lo que vio en Hispaoamérica, se puede decir que nos dio una puñalada por la espalda.

Sin embargo, llama la atención la buena prensa universal -también en España- de que goza el personaje. Se puede comprobar con una búsqueda en internet. Algunos títulos hasta dan asco por la obsequiosidad con el enemigo que demuestran: El héroe de la independencia de América que apoyaron los españoles (hay que registrarse para leerlo, cosa que no he hecho). Otros son un insulto que supone a la inteligencia de los españoles: Humboldt, el naturalista que redescubrió América. El ABC trata de hacer de tripas corazón, lo que no es otra forma de hacerle un lavado de cara al personaje: El ignorado estudio de 1826 que tumbó la leyenda negra de que España exterminó a esclavos en América (también hay que registrase). Desde el polo opuesto al ABC, este artículo del archiprogre medio Deutsche Welle pretende justo lo contrario. De hecho recoge toda la basura de los anteriores artículos:

«En Venezuela vimos el salvajismo de la esclavitud”, reportó. Un fenómeno que Humboldt más tarde denunció como «el mayor de todos los males que ha afligido a la humanidad».

 

«¿Cuántas veces he admirado el talento de los indios, que hablaban 3 ó 4 idiomas?”, decía. [Nota: Los niños aprenden los idiomas -uno, dos, tres o los que hagan falta- por simple exposición a ellos]

 

Sus estudios y publicaciones cambiarían la forma en que los europeos pensaban en las colonias americanas. Los escritos de Humboldt también le darían a América Latina una nueva confianza en sí misma, por lo que Simón Bolívar lo llamó el «descubridor del Nuevo Mundo».

 

Dejemos pasar que el término “América latina” ni siquiera existía entonces. La versión en inglés del artículo va algo más lejos y afirma en titulares que Humboldt puso Sudamérica en el mapa. Yo siempre creí que fue Juan de la Cosa…. En la versión para “latinos” no se atrevieron a tanto. Por su parte, la versión para portugueses se refiere, más modestamente, al “mapa de la ciencia” (Como Humboldt pôs a América Latina no mapa da ciência).

Como donde las dan las toman, aquí acusan a nuestro personaje de espía e imperialista. La acusación de espionaje está bien clara (Humboldt, espía e imperialista):

La fórmula por la que trabajan Mendelsohn y Humboldt resuena pues con el Destino manifiesto  de los Estados Unidos. ¿Qué hacían? Los historiadores mexicanos han llamado a Humboldt espía porque habiéndole el virrey de México entregado para su estudio la contabilidad del virreinato porque así  lo ordenaba Carlos IV, y habiéndola Humboldt estudiado, y asimismo habiendo recorrido todo el territorio mexicano, al  viajar a los Estados Unidos informó al presidente Jefferson  de todas las riquezas mexicanas, de sus vías y canales interiores y de los de Centroamérica, que recorriera detalladamente durante el viaje a México, vale decir Panamá, istmo donde detalló las tres rutas posibles, Nicaragua y Tehuantepec. También informó a su hospedador la estratégica trayectoria del río Sabina, que permitiría a los Estados Unidos  avanzar ventajosamente para invadir a México, porque ya desde entonces tenían la atención asestada sobre México, el país más rico del mundo.

Además de las acusaciones de espionaje -insuficientemente tratadas académicamente-, es interesante saber que el viaje de Humboldt fue pagado por el banquero Mendelsohn, de la tribu de Judá, e impulsor del “judaísmo reformado”.

LEER MÁS:  Ángel Ganivet, solitaria flor en la acequia española. Por César León de Castro

He querido leer más sobre la acusación de espionaje a favor de los incipientes EE.UU. No es fácil. La búsqueda en Internet no tiene resultados concluyentes, pero queda confirmado que el personaje es muy “querido” por las actuales fuerzas de la cultura, porque Humboldt era progresista, masón o al menos filomasón, y sodomita, así que podemos entender que las fuerzas de la cultura y los medios a sueldo de los amos de este mundo lo pongan por las nubes. Solo he encontrado dos referencias sobre su espionaje. La primera, de un ex diplomático mejicano (Humboldt, espía de Jefferson sobre México):

El interés de Jefferson hacia México y América Latina se incrementó a partir del 2 de junio de 1804 en las varias reuniones que tuvo en la Casa Blanca con el explorador Alexander von Humboldt, recién desembarcado de la Nueva España.

El científico prusiano y el presidente estadounidense simpatizaron desde el principio, afines a las ideas liberales. Entusiasmado, Humboldt le proporcionó la más amplia, actualizada y privilegiada información sobre el virreinato, incluyendo mapas. Humboldt fue, sin proponérselo, espía de Jefferson.

El año anterior, en 1803, con la compra a Francia de la Luisiana por 15 millones de dólares, realizada por Jefferson, la Nueva España y Estados Unidos se convirtieron en vecinos, separados solo por el río Sabina.

Así empezó la debacle mexicana ante el expansionismo estadounidense en el siglo XIX. México había perdido al “estado colchón” que era la Luisiana francesa y Estados Unidos había duplicado su territorio gracias a Jefferson.

El interés de Jefferson por Humboldt no era solo intelectual, era también político. Su visión era incrementar la expansión de Estados Unidos desde el Atlántico hasta el Pacífico.

No parece realmente concluyente -fuera de toda duda- para confirmar a Humboldt como espía, porque es juzgar sobre sus intenciones. Pero habida cuenta de que eran dos “ilustrados”, masones o filomasones, y que en cualquier caso debería haber mantenido la reserva en el uso de la información, la sospecha es imparable, y como en política no hay causalidades, aunque no haya pruebas para colgarle por espía, se puede concluir que lo fue.

La segunda referencia encontrada es de Gerónimo Pérez Rescaniere, venezolano, a quien veo calificado de periodista e investigador histórico, autor de varios libros (Bolívar conoce al espía Alejandro Humboldt). Como no está limitado por protocolos diplomáticos habla sin tapujos. Su artículo se refiere a homosexualidad de Humboldt y -sorpresa para mí, creí que la cosa se había reducido a la ayuda militar de Gálvez- sobre la grandísima ayuda financiera que la Nueva España (es decir, en último término quienes gobernaban a Carlos IV) enviaron a las colonias de Norteamérica:

Eran famosas las anécdotas que lo pintaban a bordo de una gran canoa en un territorio poblado por cocodrilos, boas, jaguares, rápidos, humedad, y hambre, observando perros mudos y hombres que se alimentan de tierra horneada, alimentándose él y su compañero sexual y de aventuras Aimee Bompland, de arroz, hormigas, yuca, agua del río y un mono ocasional. 

La visita o visitas al gran sabio fueron para Bolívar tocar un partido masónico que pocos se imaginaban que existiera y que, nacido con Sócrates, tenía en aquel tiempo su principal expresión en la Independencia de los Estados Unidos y en la alianza de los borbones de España y Francia con la joven potencia norteamericana. 

En su clásico Ensayo sobre Nueva España Humboldt escribiría: 

“Es imposible visitar este edificio sin sentir que allí están más de dos billones de pesos de plata y trescientos años de historia sin reflexionar sobre la poderosísima influencia que esos tesoros tienen sobre el destino de los pueblos de Europa”.

De esa montaña plateada bajo techo había salido la independencia de los Estados Unidos, aunque no se sabe, México era el padre de los Estados Unidos y Carlos tercero de España el partero al enviar a George Washington cargas de plata que, saliendo de Veracruz, subían por el Mississipi para posibilitar la compra de armas, uniformes, generales ingleses. La gente creía que los ejércitos franceses con Lafayette a la cabeza, fueron la principal colaboración de los borbones a la independencia norteamericana. La de España fue mayor. Al lado de las cargas de plata mexicana subían las de carne sacada de Cuba

Es de imaginar cómo debieron abrirse los ojos que Thomas Jefferson cuando Humboldt, tras pintarle la riqueza mexicana, le suministró mapas donde se describían los detalles geográficos de río Sabina, hoy rio Grande,  la ruta ideal para invadir a México. Los historiadores mexicanos llamarían a Humboldt espía, lo fue. Pero su espionaje fue por invitación, viajó a la América española permisado y protegido por Carlos IV Borbón. Humboldt había sido discípulo de Abraham Kästner, el colaborador científico de Benjamín Franklin, padre de la independencia norteamericana y amigo de Carlos III de España

 

Hay que añadir que el científico era un protegido de Moisés Mendelshon, banquero, filósofo y gran señor de la masonería mundial.

 

El artículo menciona el libro  Humboldt juzgado por Bolívar y Bismark, de Leonardo Altuve Carrillo, al que intentaré acceder (En realidad, el título es Humboldt visto por Bolívar y Bismark), y del que se menciona esto:

«…permitieron al futuro Libertador tener conocimiento de una importantísima entrevista entre Jefferson, Presidente de los Estados Unidos y Humboldt. Esa entrevista versó sobre el plan de organización del Continente colombiano y de la apertura del Canal de Panamá. Humboldt expuso al Presidente la idea de organizar y ubicar las varias naciones de América en tres grandes Estados, determinados por los factores raciales constitutivos de cada grupo de naciones y por la lengua dominante en las respectivas naciones integradoras. La América estaría dividida en tres grandes naciones históricopolíticas: la nación hispanohablante, de Méjico al Plata; la lusohablante, el Brasil, y la anglo-hablante, los Estados Unidos y el Canadá. Resalta la peligrosa circunstancia de que Humboldt en sus planes, agrega a la nación anglohablante California, Tejas y otros territorios no angloparlantes que, para entonces, eran dominio de otros reinos”.

Humboldt era un “iluminado” y su viaje a los territorios de la América hispana no podía redundar en bien de esta ¿por qué le dan entonces permiso? Un asunto bastante turbio detrás del que tuvo que estar la mano negra de las conexiones masónicas.

Autor

Colaboraciones de Carlos Andrés
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Carlos A

A lo mejor eran lo mismo con distintos nombres.

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