¿Quién abrió la puerta? ¡Se ha escapado Don Ramón! Por José Ramón Rivera Guitián

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Dice un refrán español: GENIO Y FIGURA HASTA LA SEPULTURA. En mi caso, desgraciadamente, este dicho carece de realismo, al menos en lo tocante al segundo exponendo, pues no tengo pudor en confesarles que en mis años mozos tenía unas dimensiones corporales que, si bien no me igualaban al hombre de Vitruvio o al canon de siete cabezas, eran suficientemente armónicas para que alguna jovencita me devolviese la mirada cuando la paladeaba con los ojos. Esta cualidad llenaba de orgullo a mi pobre padre, que saltó como un hooligan el día que un amigo suyo me vio por la vidriera del Casino y le dijo: Mira Ramón, que cuerpo de atleta tiene ese chaval. El comentario alentó su amor paterno hasta el punto de hacerlo exclamar, ahogándose en sus babas, ¡Es mi hijo, es mi hijo! Actualmente, como premio de consolación, debo declarar que, en lo tocante al genio, sigo cada vez más extremado, y es que hay cosas que no se pierden.

Recientemente, por inspiración divina (en este caso el Señor se valió de ese diablo cojuelo, bromista y provocador llamado Fernando Sánchez Dragó como intermediario) eligiendo como víctima propiciatoria al pobre RAMÓN TAMAMES, primera vedette decadente por el implacable trascurrir del tiempo, para su última estrategia electoral, lo que conlleva una cierta falta de gallardía por parte de SANTIAGO ABASCAL CONDE al no haber asumido el papel protagonista, que correspondía al ambiguo ALBERTO NUÑEZ FEIJÓO en primer lugar y a él en segundo. ¡En fin, un émulo más del Capitán Araña!

Si nuestro líder fuese un poco más reflexivo recurriría a alguna mujer brava, que de todo hay en la viña del Señor, o a un político avezado, dado que, si bien el contrincante, actualmente sonado por las consecuencias de sus felonías y mentiras, (los rusos suelen decir que “CON LA MENTIRA SE PUEDE LLEGAR MUY LEJOS, PERO NO SE PUEDE VOLVER”) se halla tan encogido, que si tuviese un atisbo de honradez en su cerebro, no dudaría, a tenor de su innoble realidad, el hacerse el seppuku (vulgarmente Hara-kiri) o, como mal menor, amputarse el dedo meñique que, en su caso, solo le sirve para hurgarse en la nariz, y eso que renunció a dejarse su uña larga para resaltar su condición de macarra barriobajero.

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Y volviendo al elegido, que tiene como méritos una inteligencia y preparación notables, no inferiores a su egolatría y vedetismo, en fin, un pedante “pagado de sí mismo” que, en un ataque de sadismo, concibió un Ladrillo sobre la economía española, que más merecía un obituario. El mamotreto en cuestión, muy empleado por los economistas que lo paseaban con frecuencia para hacer creer a las doncellas minifalderas con calcetines de perlé ¡Qué ricas! que estaban enfrascados en sesudos estudios de vital importancia para la humanidad, con el objetivo de procurarles un “buen pasar” una vez que las seducidas tuviesen a bien hacerle probar las delicias de su entrepierna. Yo, que sólo creo en aquel dicho relativo a estos eruditos, que sólo tienen habilidad para vaticinar el pasado y que, al decir de los gabachos, una de las tres maneras de que se arruine un empresario acaudalado son: Jugar a la ruleta, echarse una querida o contratar un economista (que me perdonen mis amigos, que triunfaron en la vida no por sus estudios sino por su inteligencia y prudencia en la gestión, y muy en particular, mi hijo, honrado y trabajador). No tengo rubor en confesar que, en algunas ocasiones, me examiné por alumnos de económicas en Análisis Matemático, al modesto precio de siete mil pesetas el aprobado. En fin, que, si el Felón que nos gobierna hubiese sido de mi quinta, tal vez hubiese pasado algunas asignaturas al primer intento, pese a que, por aquellos tiempos, carecía de capacidad para meterle mano al tesoro, a fin de satisfacer sus compromisos dinerarios, eso fue antes de las saunas para trolos (lo digo en argentino, porque lo de putos o maricones parece que está mal visto).

Y volviendo a la mayor, veo en el candidato los síntomas claros de la decrepitud propia de su edad, inclusive con ligero temblor de manos que lo facultaría para ejercer de pajillera en el cine CARRETAS, pero pese a todos estos obstáculos prevaleció su afán de protagonismo, y así que se depiló sus ajadas extremidades inferiores, hizo una limpieza de cutis y sombreó sus almendrados ojos con profusión de rímel, como aquellas vedettes que, en su decadencia montan una compañía y se preparan para las mallas, los marabús y los demás perifollos, convencidas de estar en posición de elevar la lívido del público salido, que entraba en trance no mirándolas a ellas sino al coro de macizas que las rodeaban. Pronto los focos y objetivos fotográficos hicieron su magia, y si como si de una Rociíto se tratara, como dicen los cretinos, salió a “Darlo todo”. Veremos si consigue las dos orejas o pierde el rabo, teniendo que pedir un papel secundario en el teatro de Manolita Chen. Yo no conozco personalmente al individuo, pero si sé de sus veleidades políticas y de algunos aspectos de su personalidad, por medio de un compañero suyo ya fallecido. En su condición de comunista reciclado, pese a la ligereza de Sánchez Dragó que difundió, en un alarde de dorar al aludido, que el ser militante comunista no implicaba ser comunista, lo cual sólo tiene un nombre para mis modestos conocimientos, aunque el aludido, con la frivolidad habitual en él, supongo que cuando hizo pública esta necedad estaría pensando en nuestro Papa jesuita o en el maricón bien educado que le decía a su amante ocasional: ¡Perdone que le dé la espalda! En fin, que el combate no necesita complicarse para que el veterano Ramón lleve a la “habitación del sueño” al suflé desinflado por sus traiciones y mentiras, así que besará la lona sin lugar a dudas, dado que en el argot boxístico el Traidor es lo que se denomina “un saco de hostias”. Y, sin más, me despido con un

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¡Adioooooos!

Y mi invitación a que coreen junto conmigo:

¡Honor y gloria a los paladines prostáticos!