21/11/2024 15:40
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Reescribir la historia es, desde hace muchas décadas, uno de los principales objetivos de la izquierda en todas sus vertientes, da igual que sean socialistas, comunistas o progresistas. En España, llevamos muchos años sufriendo, con la participación indispensable de la derecha progresista, la eliminación pública de todos los personajes o acontecimientos que no encajan con el relato único de los que ostentan el poder. Un relato que, por supuesto, calla y oculta todas sus miserias. El borrado de la historia es una triste realidad en la mayor parte de Europa Occidental, pero cada vez son más frecuentes los casos en países como Rumanía, donde las protestas de grupos cristianos han conseguido aplazar la decisión de cambiar el nombre del instituto «Mircea Vulcanescu» de la capital rumana.

El pasado 16 de febrero, el consejo de profesores del Liceo Tecnológico «Mircea Vulcănescu» celebró una reunión para cambiar el nombre del instituto tras las numerosas presiones de varias instituciones, empezando por el Ministerio de Educación, que afirmaban que Mircea Vulcanescu fue un «criminal de guerra», por lo que, según la ley rumana, su nombre no puede ser utilizado en un edificio público. Mientras se celebraba la reunión, más de un centenar de personas, representantes de organizaciones cristianas, tradicionalistas y patrióticas, como la Hermandad Ortodoxa de San Jorge, las asociaciones Gogu Puiu y Haiducii Dobrogei, Calea Neamului, Starea de Libertate o la Fundación Ion Gavrila Ogoranu, y también el senador Claudiu Târziu, presidente del Consejo Nacional del partido AUR, protestaron frente al instituto con banderas rumanas, velas y retratos de Mircea Vulcanescu, pidiendo al consejo de profesores que no cediera a las presiones políticas y no cambiara el nombre del instituto.

La reunión del consejo de profesores duró tres horas y finalizó con un empate, por lo que la decisión final del cambio de nombre ha quedado aplazada. Esta no ha sido la única polémica en torno a la figura de este personaje histórico; el 28 de diciembre el consejo local del Distrito 2 de la capital votaba en contra de retirar el busto de Mircea Vulcanescu del Parque Sfântul Ştefan, inaugurado el 2 de noviembre de 2009. 

¿Quién fue Mircea Vulcanescu?

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Mircea Vulcanescu (1904-1952) fue un destacado filósofo, sociólogo y economista rumano del siglo XX. Se licenció en la Facultad de Filosofía y Letras y en la Facultad de Derecho de Bucarest en 1925 y dos años después empezó a colaborar con la revista «Gandirea» y con otras publicaciones. Entre fue profesor de Economía Política y Ciencias Jurídicas en la Escuela de Asistencia Social, cargo que ocupó hasta 1935. Entre junio de 1935 y enero de 1941, Mircea Vulcanescu ocupó varios cargos públicos: director general de Aduanas (cargo del que fue destituido por las acusaciones de corrupción que afectaron a un importante miembro del gobierno rumano), director de la Deuda Pública, director de la Casa Autónoma de Financiación y Amortización, así como presidente de la Casa Autónoma del Fondo de Defensa Nacional. Entre el 27 de enero de 1941 y el 23 de agosto de 1944, durante el régimen militar de Ion Antonescu, Vulcanescu fue subsecretario de Estado en el Ministerio de Finanzas.

Después del arresto de Ion Antonescu, el 23 de agosto de 1944, Rumanía cambió de bando y se unió a la Unión Soviética en la guerra contra Alemania. Durante dos años, Vulcanescu volvió a su cargo de director del Departamento de la Deuda Pública. El 30 de agosto de 1946, fue detenido y acusado de «criminal de guerra» y de «someter la economía nacional a la Alemania nazi, permitir la entrada del ejército alemán en el territorio del país y continuar la guerra contra la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y las Naciones Unidas». En noviembre de 1948 fue condenado a ocho años. Sus primeros años en prisión los pasó en Vacaresti y Jilava, donde fue torturado. A pesar de ello, se mantuvo firme en sus creencias y en su fe cristiana, y fue trasladado a la infame prisión de Aiud, donde permaneció en aislamiento. Enfermo de tuberculosis, Vulcanescu murió el 29 de octubre de 1952. Sus últimas palabras en el hospital de la prisión fueron: «¡No nos venguéis, pero recordadnos!»

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Para sus detractores, Vulcanescu fue un criminal de guerra condenado y un dignatario del gobierno de Antonescu, por lo que es responsable de los crímenes y persecuciones llevadas a cabo por ese régimen. Para sus defensores, fue un cristiano y un patriota rumano, y toda esta campaña no es más que un intento de reescribir la historia y volver a condenar a los mártires del comunismo (el carácter político de su condena fue confirmado por un tribunal de Bucarest en julio de 2017).

¡No tengamos miedo ni vergüenza de decir la verdad!

El senador Claudiu Târziu se dirigió a los manifestantes concentrados frente al instituto para defender su nombre y tomar su ejemplo como modelo.

Mircea Vulcănescu no era fascista, no era antisemita, no cometió ningún acto contra la humanidad, pero fue injustamente acusado y erróneamente condenado por un tribunal comunista, que funcionaba sólo contra los adversarios políticos.

Este tipo de sentencias eran «la norma» en los años 40 y 50, y muchos rumanos fueron a la cárcel y murieron. Vulcănescu fue un mártir de la nación rumana. No hizo nada malo y fue asesinado en prisión.

Durante 30 años he estado en primera línea defendiendo la memoria de los que se sacrificaron en las cárceles o en las montañas, porque conocí a algunos de ellos y vi la escuela por la que pasaron. Gracias a ellos tuve el valor y tuve la fe. Me convencieron de que no hay otro camino que ir con sacrificio hacia Cristo.

No tengamos miedo, luchemos cada día por los mismos valores y principios, y venceremos también nosotros.

¡No tengamos miedo ni vergüenza de decir la verdad! Estemos unidos, fortalecidos en la fe, tomemos a estas personas extraordinarias como nuestros aliados y ¡vayamos hasta el final en esta lucha justa!

Autor

Álvaro Peñas
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