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Visité por primera vez el Valle de los caídos –antes de su inauguración–, en un viaje a Europa de julio de 1957 a abril de 1958. Un primo –catedrático de Economía, ex-director del Instituto de moneda extranjera y Delegado ante la OCDE—creyó oportuno, antes de mi regreso a Cuba hacerme visitar esa octava maravilla del mundo y me llevó ante la impresionante Cruz de Cuelgamuros. Berto era un español que vibraba con las gestas de nuestra Patria; le vi llorar en el Alcázar ante la conversación entre el coronel Moscardó y su hijo, grabada en sus paredes. (Ignoro si se puede disfrutar, en la Academia militar de Toledo, de ese impresionante testimonio de ambos. ¿Lo habrán “respetado” los traidores, infiltrados en el que fuera Ejército de la Victoria?)
Como no podía ser de otro modo quedé impresionado por ese monumento, que inauguró Franco unos años después. Han pasado sesenta y cinco y sigue fresca aquella primera impresión. Luego, lo he visitado muchas veces y, allí, hemos celebrado convenciones de Fuerza Nueva, con la consiguiente sensación de verse bajo el amparo de la Cruz y la oración de los monjes, en medio del “clima de victoria que allí se respira”. Las visitas y estancias en el Valle siempre son una recarga de oxígeno puro de fe y patriotismo.
Escribir sobre el Valle es una delicia. Con la ventaja de tener tela sin límites para cortar, desde el lado poético hasta el técnico, pasando por el histórico y el político… Pero me voy a limitar a un par de puntos.
El primero es que si bien España ha dado innumerables pruebas de ser un pueblo de genios –en todos los campos incluido el deportivo– tiene el privilegio de contar con una parcela de “pobres hombres”: borregos, zopencos, ciegos, sordos y mudos. Que, desgraciadamente, no es pequeña pues si lo fuera, no tendría explicación el hecho de ser la única madre de seres despreciables como los separatistas que la maldicen y reniegan de sum Patria ignorando la grandeza de su Historia, ¡única en el mundo!
Pensemos en lo que hubieran hecho los ingleses los franceses, los alemanes –y no digamos los estadounidenses—de haber sido ellos los protagonistas de las gestas hispanas. Esto nos obliga a quienes tenemos dos dedos de frente a ser muy crudos en nuestros escritos intentando remediar esa realidad.
El segundo es consecuencia del anterior. Y culpo a culpar a quienes por vocación, formación y situación tienen más obligación de cumplir con responsabilidad. Me explicaré.
La “Cruz del Valle de los Caídos” tiene tal fuerza —como afirmación de la importancia de la Redención para la paz y progreso del mundo– que debiera ser conocida por los católicos de todo el mundo. ¿Quién no conoce la “silueta de la basílica” de San Pedro del Vaticano”, la imagen del Cristo de Corcovado, o la catedral “Notre Dame de Paris”?… Sin embargo, ¿cuantos católicos en los Estados Unidos, en Australia, Sudáfrica, etc., e incluso en las naciones europeas, conocen la “Cruz del Valle de los caídos”?… Probablemente, no han visto nunca esa imagen…
Ha sido siempre un misterio para mí y estoy convencido de que gran parte de culpa la tiene la Jerarquía Católica española por varios motivos. El primero –y principal– su cobardía e ingratitud que les impiden valorar al mejor estadista mundial de los últimos quinientos años y a quien le deben –le debemos–la Libertad recobrada, el progreso y el alto nivel de vida que disfrutamos. Sin él hubiéramos sido el primer satélite de la URSS, y no “la UNICA NACIÓN que ha derrotado y barrido a los rojos” de una terreno, ya maduro para la esclavitud.
Es la primera razón explicativa del misterio. La segunda es: su incapacidad para medir toda la grandeza del monumento y las lecciones que con esa obra maravillosa, Franco quiso dar al mundo. Los españoles han sido incapaces de medir la grandeza del Testamento del Caudillo y los obispos no han conseguido entender la trascendencia del “Valle”.
Pero ¿qué se puede esperar de la bajeza de miras de una Jerarquía que con Benedicto XVI van al Escorial, pasan rozando del Valle y no se dignan enseñárselo? Peor aún: tampoco se lo enseñaron a ninguno de los papas que nos ha visitado. Les habría dado ocasión para honrar al “Hijo predilecto de la Iglesia”, al Caudillo Franco, a quien Su Santidad Pío XII distinguió en 1953 con “el collar de la ORDEN SUPREMA DE CRISTO”, la “máxima distinción pontificia”, creada para reconocer y premiar especiales servicios prestados a la Iglesia.
¡Una vez más: “indignos, ingratos y cobardes”!
Se entiende así, fácilmente, la razón por la cual la mayor Cruz que desde Cuelgamuros, preside el globo terráqueo es desconocida en los medios de publicidad del mundo católico. Un monumento que puede rivalizar –con ventaja– con las pirámides de Egipto, que es una gran obra de la construcción y del arte escultórico, pero ignorado por el Catolicismo mundial.
No es la primera vez que pido darlo a conocer a los católicos del mundo entero y creo que todos cuantos sienten su españolidad deberían promover la visita al Valle. Personalmente lo hago siempre que algún turista extranjero se pone a tiro. Lo llevo haciendo desde hace décadas. No he visto a nadie que, si me lo he vuelto a topar y siguió mi consejo, no me lo agradeciese. Me consta que los extranjeros quedan impresionados siempre. Pero España tiene la mala suerte de unos ciudadanos que desconocen sus riquezas culturales, artísticas, espirituales y materiales. Envidio a los franceses e ingleses — a los primeros por su chauvinismo, a los segundos por su complejo de superioridad— y entiendo a los norteamericanos cuando se llevarían a los Estados Unidos todo lo que nosotros contemplamos con indiferencia o sin fijarnos en ello.
Cierto que los “españoles viajados” –así los llamaba un personaje cubano importante—suelen valorar más lo propio… Conocí en Cuba un “carrionés” millonario que me decía –de eso hace setenta años–: “Estoy convencido de que si los españoles viajaran más nuestra Patria despertaría mucho…” (Llevaba siempre en el bolsillo un “canto rodado” del río Carrión)
Autor
- GIL DE LA PISA ANTOLÍN. Se trasladó a Cuba con 17 años (set. 1945), en el primer viaje trasatlántico comercial tras la 2ª Guerra mundial. Allí vivió 14 años, bajo Grau, Prío, Batista y Fidel. Se doctoró en Filosofía y Letras, Universidad Villanueva, Primer Expediente. En 1959 regresó a España, para evitar la cárcel de Fidel. Durante 35 años fue: Ejecutivo, Director Gerente y empresario. Jubilado en 1992. Escritor. Conferenciante. Tres libros editados. Centenares de artículos publicados. Propagandista católico, Colaboró con el P. Piulachs en la O.E. P. Impulsor de los Ejercicios Espirituales ignacianos. Durante los primeros años de la Transición estuvo con Blas Piñar y F. N., desde la primera hora. Primer Secretario Nacional.
La Historia de España es el Gran Capitán, los Tercios, Juan de Austria, Los Reyes Catolicos y Franco, pero también los es Riego, Madoz, Calatrava o Mendizabal.
Desde 1808 los españoles perdieron el norte por culpa de los políticos que les dijeron que ellos era la soberanía nacional mientras se apropiaban de dicha soberania y la utilizaban para destruir España y matar curas y españoles contrarios al liberalismo a racimos.
El Valle de los Caídos era el presente, ese presente que erradico esa brutal herencia del liberalismo que machaco España durante dos siglos, haciendo que pasara de ser una de mas máximas potencias mundiales a esa birria que busco un Rey por media Europa y tan solo en 20 años.
Si los rojos se cargan el Valle de los Caidos solo habrán recuperado esa estupidez homicida de la que hicieron gala durante siglo y medio hasta que Franco termino con ella.
Contemplen Vds como de pronto en todos los medios de comunicación asoman flamantemente el morro los masones y empiecen a pensar que esta pasando, ahora bien sepan que La CRUZ y la Masoneria no pueden estar en el mismo lugar.
De manera que en estos momentos, la CRUZ esta en retirada y la masoneria en ofensiva y si nadie lo paran terminaran con la CRUZ, no solo de la del Valle de los Caidos, sino también de la que llevan Vds en el corazón y en el cuello con una cadenita.
El símbolo de la Cruz del Valle de Los Caídos es sinónimo del puro Bien intrínseco y como tal debiera ser aceptado por todo ser humano , tenga la ideología que tenga , sea ateo o profese la religión que quiera, como algo dignificador, protector y garante de todo lo bueno que uno pueda imaginar. Todos los que ven en dicha Cruz algo que merezca su derribo, están mal de la cabeza o les puede un odio producto de la contaminación ideológica de estos tiempos que está haciendo estragos en los más débiles. Y la Iglesia , muy mal, no se les oye apenas: espero que se hagan oír porque , hasta ahora, son muy tibios al respecto.
¡AMÉN!