04/05/2024 12:45
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José Piñeiro Maceiras en esta entrevista analiza su libro 18 de Julio de 1936; entre el mito y la realidad SND. José Piñeiro Maceiras, nació en Pontevedra en 1962, residiendo en la actualidad en la comunidad de Castilla y León. Es Licenciado en Derecho, Máster en Ciencias Históricas y politólogo, si bien ejerce la profesión de abogado, compaginándolo con la investigación histórica y medioambiental. Ha publicado varios libros y numerosos artículos de temática diversa.

¿Por qué un libro titulado 18 de Julio de 1936; entre el mito y la realidad?

Han pasado 87 años desde aquel acontecimiento bélico, lo que debería haber permitido que todos sus interrogantes y polémicas estuvieran sustanciados. Desafortunadamente, no ha ocurrido así por la intromisión política y partidista en este asunto tan lejano cronológicamente, que, en puridad, sólo debiera tener un significado histórico para las nuevas generaciones.

¿Cuáles han sido los principales mitos en torno al alzamiento y como se pueden refutar?

Pues lo que incluso algunos publicistas propalan, sin pudor histórico, por ciertos medios de comunicación: como si fuera un alzamiento armado de significado exclusivamente fascista, preparado por los grupos políticos más reaccionarios de la sociedad y al servicio de la oligarquía financiera…, lo que, en verdad, nos aleja de lo que sucedió e incluso del sentido común. En realidad, fue un alzamiento, ideado exclusivamente por militares, más bien apolíticos y de signo africanista; es decir, por jefes y oficiales de un ejército de soldados proletarios como era, obviamente, el Ejercito de África, habida cuenta que los reclutas con poder económico podían librarse de acudir a filas mediante el pago de una cantidad económica.

Esa fue la razón por la que los militares que conspiraban accedieron a permitir en sus tropas hombres de la Comunión Tradicionalista o de la Falange, ya que estos grupos políticos disponían de milicias ciudadanas, lo mismo que los grupos revolucionarios de izquierda, mucho más populosos y armados. Y es que las partes involucradas en la revolución y contrarrevolución presumían que los acontecimientos terminarían en una inevitable guerra civil, pensando que sería de corta duración. Se equivocaron en tales predicciones.

Pues bien, una de las formas más claras de refutar tales propagandas políticas es repasar, mismamente, el Fuero del Trabajo de 1938; la primera ley fundamental de los militares sublevados, texto en el que se habla de llevar a cabo la revolución pendiente que necesitaba el país, huérfano por entonces de leyes sociales que implementaran una justicia laboral y redistributiva para todos.

¿Cuáles fueron los principales escritos de la conspiración marxista?

Conocemos una parte, no todos. Principalmente, los que recogió el escritor Tomás Borrás en la primavera de 1936 y otros dos más, de procedencia más bien francesa. Documentos que han sido conceptuados como falsos por ciertos escritores extranjeros de ideología progresista, sin consultar el pensamiento militar de la época ni tampoco algunos archivos internacionales. No obstante, teniendo en cuenta la documentación inédita que he consultado -y exhibo en el libro-, sí conservaban gran verosimilitud, sin perjuicio de que una vez conocidos por las tropas sublevadas fueran empleados como medios propagandísticos. Curiosamente, los documentos de características galas ordenaban incluso la eliminación física de políticos derechistas y contrarrevolucionarios, mediante añagazas policíacas y gubernamentales, lo que tristemente sucedió con José Calvo Sotelo en julio de 1936 y a punto estuvo de costarles la vida a varios miembros de la familia Primo de Rivera, presos en la cárcel de Alicante, como recientemente habéis publicado en vuestro periódico.

Con todo, se conservan documentos aún más esclarecedores, cuyo contenido transcribimos en el libro, íntegra o parcialmente.

Hablemos de la ilegitimidad del Frente Popular a juicio de la época…

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Esa fue la conclusión a la que llegó una comisión de juristas nombrados por el gobierno franquista en 1938-1939 para averiguar la legitimidad del Frente Popular. No obstante, dicha comisión apenas estaba integrada por notables del régimen, sino por personajes de talante liberal y conservador, como su presidente, el conde de Romanones, antiguo Presidente de las Cortes y del Senado, ministro de varias carteras, diputado, senador, alcalde de Madrid y hasta Presidente del consejo de ministros en plena época parlamentaria de la Restauración. Con todo, la comisión -tras inspeccionar la actuación política de la II República- dictaminaría que el Frente Popular carecía de legitimidad de origen y de ejercicio, habiendo actuado con desviación de poder, lo que le incapacitaba para ser considerado como un verdadero poder en el seno de los gobiernos civilizados. Curiosamente, la referida comisión sostendría que había ocurrido un falseamiento electoral en los comicios de febrero de 1936, lo que han corroborado estudios recientes, siendo sus conclusiones publicadas en dos sendos volúmenes.

¿Cómo fueron evolucionando esos mitos hasta nuestros días?

No muy bien, hasta el punto de sostenerse que el alzamiento militar de 1936 fue un movimiento nacional para derrocar un sistema democrático de corte occidental, cuando, en realidad, trataba de parar todo un movimiento revolucionario, cuyas consignas procedían incluso de una potencia extranjera que había proclamado en sus reglas constitutivas el dominio mundial.

¿Hasta qué punto son creídos no solo por la izquierda sino por parte de la derecha?

No sería justo el decir que ratifican completamente el anterior planteamiento, pero en gran parte sí lo hacen. De hecho, la izquierda española, exceptuando honrosas excepciones, está narcotizada con brebajes ideológicos que llegan incluso a mantener que el socialismo de Largo Caballero fue un ejemplo de democracia… cuando Largo fue una persona completamente seducida por el marxismo-leninismo de la época, merced a las prédicas y espejismos de la Internacional Comunista, que incluso pensaba en apoderase de Portugal para crear una especie de federación ibérica, de signo socialista y soviético.

Por su parte, la derecha dirigente, excepto también algunos personajes de relieve, prefiere centrarse únicamente en el periodo de la Transición, olvidando que sus artífices, Torcuato Fernández Miranda y Adolfo Suárez, procedían del régimen del 18 de Julio, precisamente del Movimiento Nacional, cuya denominación lo dice todo…

¿Cuál fue la realidad del alzamiento?

Un movimiento castrense, primero de vigilancia y después de resistencia armada, frente a un fenómeno revolucionario de tipo soviético que crecía inexorablemente. Y me explico: los servicios de información del Ejército vigilaban los movimientos extremistas desde aproximadamente 1930; y, a partir de 1934, tenían pleno conciencia del movimiento revolucionario socialista, junto con el tradicional anarquista y el peligro que suponían los planes estatutarios del Komintern o Internacional Comunista, organismo que no era más que una sección muy organizada y camuflada de la política exterior de la Unión Soviética. Así las cosas, el Ejército ya descubre a finales de 1935 que ese movimiento revolucionario en ciernes opta definitivamente por la insurrección, por lo que sigue sus pasos al detalle, descubriéndose hasta contrabando de armas en las costas levantinas y andaluzas.

¿Cómo se justifica su legitimidad?

Dejando constancia de determinados planteamientos que justificaban teóricamente la rebeldía, propios del Derecho Natural y la filosofía cristiana, comentados por varios tratadistas de la época, la razón principal del alzamiento radica en las normas constitutivas de las fuerzas armadas del siglo XIX, especialmente la Ley constitutiva de 1878, donde se ordena que la función primordial del Ejército es la defensa de la integridad e independencia de la Patria de enemigos interiores y exteriores. Obviamente, la III Internacional o Komintern comunista era un instrumento formidable de propagación y provocación revolucionaria, al servicio de una potencia extranjera (la URSS), cuyos estatutos políticos pregonaban la creación de una unión de repúblicas soviéticas de carácter mundial y transoceánico. Lógicamente, los jefes y oficiales españoles, que habían combatido duramente en Marruecos, Cuba y Filipinas, no estaban dispuestos a aceptar tal humillación y traición.

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¿Con qué otros casos históricos se pueden comparar?

La verdad es que la organización de la III Internacional era tan precisa y técnica que todos los países estaban seriamente amenazados por el expansionismo del comunismo ruso. Sus diferentes secciones políticas, culturales y militares estaban perfectamente controladas y sincronizadas por agentes soviéticos y su temible policía secreta; incluso todos los partidos comunistas del mundo disponían de un aparato ilegal para operar en la clandestinidad y preparar un estallido revolucionario cuando se juzgase conveniente, infiltrándose en partidos y sociedades de izquierda, como ocurrió aquí con el socialismo. Naturalmente, en aquellos países con grandes problemas sociales, como la Europa meridional, el peligro de una revolución de tipo marxista era más acentuado, pues los agentes del Komintern se encargaban de prender los focos revolucionarios oportunos.

En la España de 1936, por ejemplo, existían grandes desigualdades sociales en no pocas zonas agrícolas e industriales del país y además se vivía en una atmósfera cuasi-revolucionaria, hasta el punto que los líderes del marxismo revolucionario, Díaz, Nelken, Álvarez del Vayo, Serrano Poncela, Hernández Zancajo, y, por supuesto, Largo Caballero, ni siquiera guardaban las formas difundiendo, abiertamente, la proximidad de la revolución marxista, abogando públicamente por la nacionalización de las empresas capitalistas, la expropiación de las tierras de labor; pregonando la independencia de Cataluña, las Vascongadas, Galicia y Marruecos; pidiendo la persecución de la Iglesia y los líderes derechistas e, incluso, programando la eliminación de los jefes militares mediante la creación de la Guardia Roja…

¿Qué aporta este libro en relación a todo lo que se ha escrito hasta ahora?

El constatar la existencia de un movimiento revolucionario peninsular en marcha, merced a una inspección detallada del material bibliográfico y documental disponible, incluyendo fuentes inéditas, como el informe del Ministerio de la Gobernación de 1935 sobre la influencia del Komintern o Internacional Comunista en España así como el organigrama y actuaciones de dicha internacional, desentrañados por la Inteligencia estadounidense y cuyos contenidos se conservan en los documentos desclasificados de la CIA.

Autor

Javier Navascués
Javier Navascués
Subdirector de Ñ TV España. Presentador de radio y TV, speaker y guionista.

Ha sido redactor deportivo de El Periódico de Aragón y Canal 44. Ha colaborado en medios como EWTN, Radio María, NSE, y Canal Sant Josep y Agnus Dei Prod. Actor en el documental del Cura de Ars y en otro trabajo contra el marxismo cultural, John Navasco. Tiene vídeos virales como El Master Plan o El Valle no se toca.

Tiene un blog en InfoCatólica y participa en medios como Somatemps, Tradición Viva, Ahora Información, Gloria TV, Español Digital y Radio Reconquista en Dallas, Texas. Colaboró con Javier Cárdenas en su podcast de OKDIARIO.
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Geppetto

Vamos a ver
En la II republica llego un momento en que, sencillamente, no se podia hacer una vida normal.
Desde que en 1931 lo rojos se dedicaron a incendiar iglesias, bibliotecas y colegios católicos mientras asesinaban curas hasta 1936 en que las personas normales, los españoles de a pie fueron conscientes de que terminarían muertos de un tiro en la nuca en cualquier cuneta, España había ido de mal en peor hasta convertirse en un lugar invivible en el que el terrorismo de estado se había convertido en ley y norma, en el que la calle, en manos de facinerosos y asesinos se habia vuelto un lugar muy peligroso.
Los españoles vieron que su futuro terminaba con un tiro contra una tapia, mientras sus mujeres, perseguidas y violadas no tenían donde ocultarse.
Lo de la democracia es un invento de la propaganda de guerra del bando rojo , la misma propaganda que decía que el «padrecito Stalin» era el mayor demócrata del mundo y que la democracia o era antifascista y popular o no era democracia.Cosa que a día de hoy repiten de nuevo.
Los rojos iniciaron una revolucion en 1934 buscando cambiar a tiros el sentido del regimen y en 1936 estaban preprando la continuacion de dicha revolucion para instalar una republica de trabajadores y obreros que se integrara en la internacional sovietica y ante eso media España y parte del Ejercito se pronunciaron a favor de España alzandose contra este terrorifico infierno en el que los asesinos, como se comprobó a partir del 18 de julio, fueron nombrados ministros, consiguiendo que en cuatro meses se asesinara de muy mala manera por los pueblos y ciudades españolas que quedaron bajo el regimen rojo a mas de 40.000 personas, que se dice pronto.
En 1936 no habia regimen democratico, es mas, se estaba produciendo una terrorifica revolucion socialista que estaba matando a la gente por la calle.
Los españoles se defendieron como pudieron de esta chusma que pretendia matarlos y se lanzaron a buscar la libertad y la vida de la mano de Credo catolico y del fusil al hombro.
Y lo que parecia imposible se consiguio y España tuvo una nueva oportunidad a partir del dia 1º de Abril de 1939

Hakenkreuz

Lo que estaba ocurriendo en España en la primavera de 1936 era un proceso de implantación de una república soviética similar a la URSS promovida por comunistas, socialistas y anarquistas, con fachada «legitimista» de señoritos republicanos como Azaña, Giral, Martínez Barrio, etc., con un exterminio masivo de católicos. Y los católicos (la inmensa mayoría de españoles) no se dejaron exterminar e imponer la democracia de Stalin en suelo español, como los católicos alemanes, húngaros, polacos, etc., bajo distintos bandos (en Alemania, bajo liderazgo de Hitler), no se dejaron imponer una democracia stalinista bolchevique, que hubiese supuesto el exterminio de más de la mitad de la población por kulak, enemigo del pueblo, burgués, pequeño burgués, saboteador, contra revolucionario, reaccionario, fascista, capitalista, etc.

Lo que ocurre es que los que «defienden» que Franco no se sublevó contra la democracia mienten también, pues la inmensa mayoría de españoles de entonces no querían ese régimen de Stalin para España. Que quede claro que los comunistas afirman que el comunismo es la verdadera democracia. Como no se ponen de acuerdo los demócratas sobre qué es y qué no es, que quede claro que Franco no lo fue.

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