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Con motivo de la publicación de su nuevo libro, Poesía (1991-2022), entrevistamos a Andrés García-Carro. El libro ha sido publicado por la Editorial Círculo Rojo. Debajo de la entrevista incluimos cinco poemas seleccionados por el autor como botón de muestra del contenido de su obra.

¿Por qué ha decidido publicar en un libro toda su obra poética?

Porque he llegado a un momento de mi vida en que siento la necesidad de cerrar un ciclo. No hace ni un año publiqué un libro con mis mejores cuentos. Poco después publiqué otro con mis mejores ensayos político-religiosos. Ahora, para acabar, le toca el turno a mi poesía. En este caso es también por una cuestión de tamaño. Se trata de un libro de casi setecientas páginas. O lo publicaba ahora o más adelante no habría cabido en un solo volumen.

¿Ser poeta es una forma de vivir?

Sí. Y no consiste sólo, ni siquiera necesariamente, en escribir versos. Es algo previo y más profundo que eso. Es una actitud ante la vida. Como digo en uno de mis poemas, «no hace falta escribir poesía/ para ser un poeta./ Poeta es cualquiera/ que viva la vida/ poéticamente». El que es poeta de verdad lo es continuamente. Respira poesía, mucho más que escribirla.

¿Quiénes son sus poetas preferidos?

Los que leí con más constancia y furor son Borges, Bukowski y mi tío Francisco Javier de la Colina Unda, prologuista de uno de mis poemarios, con quien tuve una larga relación personal y epistolar. Además de ellos, los poetas que más me han gustado son Santa Teresa de Jesús, Quevedo, Baudelaire, Bécquer, Rubén Darío, Manuel y Antonio Machado, García Lorca, Cernuda, Neruda y Gloria Fuertes.

¿Para qué sirve la poesía?

Me hace gracia que me haga esta pregunta porque Borges contaba que cuando se la hacían a él se quedaba perplejo. Le parecía una pregunta, como dicen los argentinos, desubicada. La respuesta, sin embargo, es bastante sencilla: la poesía sirve para decir más cosas con menos palabras, para poder expresar lo que de otra forma sería inexpresable, para comunicar hechos, emociones o ideas de un modo más bello, más hondo, más memorable. A mí además me sirve, la poesía que yo escribo, para poner en orden mi vida, incluso –vista con perspectiva– para entenderme mejor a mí mismo.

Su libro incluye once poemarios que escribió desde 1991 hasta 2022. ¿De qué modo ha ido evolucionando su poesía en estas tres décadas?

En lo que a mi estilo se refiere, no ha habido ninguna evolución. A los veintitrés años escribía igual (formalmente) que ahora que tengo cincuenta y cinco. Sí que ha habido una evolución espiritual, una metanoia, que se ve reflejada a lo largo del libro.

¿Cuáles son los temas principales que aborda?

Los que señala el texto de la contraportada: mi vocación literaria, mi familia, mis relaciones con las mujeres y mi relación con la soledad, mis múltiples viajes y cambios de domicilio, mis trabajos, la política, la religión. Este último tema, el de mi fe católica, es a partir de un determinado momento el tema fundamental.

La Coruña, Buenos Aires, Madrid, Bruselas, Palma de Mallorca. ¿Cómo han influido en su poesía estas ciudades en las que ha vivido?

Han influido en mi poesía enriqueciéndola, en la misma medida que han enriquecido mi vida. La Coruña donde nací, Buenos Aires reino de mi infancia, Madrid donde viví mi adolescencia y mi primera juventud, Bruselas de mis años más cruciales, Palma donde he encontrado mi lugar en este mundo. Todas ellas están muy presentes en el libro.

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Sólo el último de sus poemarios, De lo humano y lo divino, estaba inédito hasta ahora. ¿Ha incluido en los demás todos los poemas que publicó en su momento en cada uno de ellos?

No. Algunos poemas los he excluido, bien por razones literarias, bien por razones morales.

Se lo pregunto porque llama la atención que el más breve de sus poemarios, el primero, sea el que más años le llevó escribirlo (desde 1991 hasta 2002).

Eso se debe a que durante aquellos años estuve centrado en escribir otro tipo de libros, de narrativa sobre todo. Y también es cierto que mi primer poemario es el que más he cribado para esta edición, por las razones ya indicadas. Aunque he escrito poesía desde muy joven, no es sino hasta mis treinta y cinco años cuando empiezo a cultivar este género con más continuidad, siendo hoy el que ocupa el centro de mi obra.

¿Por cuáles de sus poemas le gustaría ser recordado?

Difícil elección, pues tengo un fuerte apego por todos. Pero si estuviese obligado a elegir, me quedaría con los poemas de índole religiosa.

¿Por qué recomendaría leer su libro?

Porque creo que se dan en él los tres requisitos clásicos que debe cumplir una obra literaria: enseñar, conmover y deleitar. Enseñar no tanto en el sentido didáctico de la palabra como en su otro sentido: es un libro que enseña, que muestra la vida y el alma de un hombre, así como la realidad del mundo en el que vive, y que lo hace de un modo poético, creativo, abarcando diversos registros que van desde lo elevado y transcendente hasta lo jocoso y divertido. Ahora bien, preferiría que fuese otra persona quien lo recomendase.

Cinco poemas de Andrés García-Carro incluidos en su libro Poesía (1991-2022):

FAMILIA-FAMILIA

(A mis padres y a mis hermanas)

Más de medio siglo llevamos juntos los seis.

Juntos, sí, aunque desde hace ya muchos años

por diversas geografías nos hayamos repartido.

Porque más allá de las distancias,

unidos han permanecido nuestros corazones

por lazos invisibles, por lazos irrompibles

de consanguineidad y de amor.

Juntos en nuestras alegrías;

juntos ante las adversidades

las cuales, gracias a Dios, nunca han sido irreversibles‒;

juntos en tantos viajes

que hemos hecho por el mundo;

juntos en las fechas más señaladas

en nuestros múltiples hogares,

que han sido en verdad el mismo

indestructible hogar.

El tiempo, ese agente corrosivo, ninguna mella nos ha hecho;

nuestra unión, al contrario, se ha nutrido de él.

Nada ni nadie importante para cualquiera de nosotros

ha sido indiferente para los demás.

Nos hemos deseado lo mejor

y hemos hecho cuanto hemos podido

por ayudar a que ese deseo se hiciera realidad.

Aunque distintos en nuestros caracteres, en nuestras personalidades,

un sello común indeleblemente impreso en nuestras almas

nos hace afines en lo esencial.

Somos seis y somos uno;

somos semillas de un mismo árbol;

somos, y siempre seremos, la familia-familia.

EXNOVIAS

A todas mis exnovias las recuerdo

con gusto y gratitud, pues fueron ellas

en el film de mi vida las estrellas

que en verano trocaron mis inviernos.

Calor me dieron, sí, y contra el tedio

las horas más dichosas y más bellas.

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Con ellas descorché muchas botellas

brindando por lo nuestro, que era eterno.

Y aunque a veces bajamos al infierno

de las broncas, peleas y querellas,

de eso, la verdad, ya ni me acuerdo.

En mi ancho corazón dejaron huellas

de dulzura y de amor que yo retengo,

aunque fueran fugaces las estrellas.

LA SOLEDAD

Innumerables horas de mi vida

he vivido en completa soledad.

Pocas veces hallé otra compañía

que me diese mayor felicidad.

Es cierto que no siempre fue querida

por mí la soledad. Quise escapar

de ella algunas veces que excesiva

se me hizo como dueña de mi hogar.

Pero al cabo a sus brazos yo volvía

sus cálidos abrazos a buscar

y su dulce amistad de vieja amiga.

Porque nadie igual que ella a mí me da

el gozo que mi alma tanto ansía,

el gozo de vivir en libertad.

PARA HACER BUENA POLÍTICA

No es a izquierda ni a derecha

donde hemos de mirar.

Tampoco a esa tibia nada

que centro se hace llamar.

Es arriba, en lo más alto,

donde está la solución:

la política inspirada

en Jesús Nuestro Señor.

Que sea Él quien reine

en nuestro corazón

y que aquel que nos gobierne

se ciña a la ley de Dios.

Perfecta no será

aun así la sociedad,

pues es sociedad humana

e imperfecta es la humanidad,

pero al menos nuestras leyes

justas sí que serán.

Dejemos pues atrás

cualesquiera ideologías,

que no son más que herejías

que nos traen calamidad,

y todo en Cristo instauremos

si realmente queremos

progreso y prosperidad.

LA MONTAÑA

Muchos años y desengaños,

incontables traspiés, entusiasmos ciegos

me ha costado subir a lo alto de la montaña.

Fe siempre tuve, mas una fe

largo tiempo dormida, sepultada

bajo un alud de creencias vanas.

La luz empecé a ver, la luz del cielo,

allá por 2012, en primavera,

cuando descubrí la Santa Misa Tridentina

que llenó de gracias

el triste zurrón que yo llevaba.

Supe entonces que todo

lo que no es de Dios no vale nada

y arrojé ladera abajo

el equipaje que me sobraba.

Y así, no sin dificultades, no sin tribulaciones,

llegué a la cima de la montaña,

de donde imploro no moverme

sino para ir a la celeste morada.

Autor

Javier Navascués
Javier Navascués
Subdirector de Ñ TV España. Presentador de radio y TV, speaker y guionista.

Ha sido redactor deportivo de El Periódico de Aragón y Canal 44. Ha colaborado en medios como EWTN, Radio María, NSE, y Canal Sant Josep y Agnus Dei Prod. Actor en el documental del Cura de Ars y en otro trabajo contra el marxismo cultural, John Navasco. Tiene vídeos virales como El Master Plan o El Valle no se toca.

Tiene un blog en InfoCatólica y participa en medios como Somatemps, Tradición Viva, Ahora Información, Gloria TV, Español Digital y Radio Reconquista en Dallas, Texas. Colaboró con Javier Cárdenas en su podcast de OKDIARIO.
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