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En mi torpeza por aprender a pesar de juntarme a grandes maestros, en el mundo de la psicología ando algo espeso y por ello supedito el mío al mejor parecer de los profesionales. Una vez le oí comentar a Iñaki Piñuel que el psicópata no es capaz de padecer ante el sufrimiento ajeno, sino que permanece indiferente, o incluso ser un sádico si disfruta con ello. Creo que, a estas alturas del juego, queda claro que el nuevo orden mundial lo están fraguando psicópatas. La mayor parte de la gente del planeta sigue pensando que los poderosos del mundo, puede que sean malos malotes, pero en el fondo son humanos y tienen cierta empatía por el resto de las personas. Al fin y a la postre en sus alocuciones siempre dicen que vamos hacia un mundo en el que viviremos mejor (ellos, se entiende). Incluso emplean sus medios de comunicación para señalarse como filántropos.
Este fin de semana en Granada estuve en la presentación de la revista de Liberum. Un ponente muy acertado comentaba la reacción de una persona que, al entrar en la cocina de su casa, viese correr por el suelo cuatro cucarachas. Seguramente, si no le paraliza el asco o el miedo, las perseguiría zapatilla en mano hasta aplastarlas sin ningún tipo de piedad. Y esa noche dormiría sin remordimiento alguno. Es más, dormiría con preocupación si alguna se le hubiese escapado viva. No se engañe, para esa élite filántropa, la mayor parte de los seres humanos somos cucarachas. La élite que gobierna el mundo no son nuestros gobernantes, ni mucho menos. Nuestros gobernantes son la zapatilla.
El miedo ha propiciado este contagio de malestar social generalizado. Hasta el punto de ver plenamente justificado que algunos seres humanos que conocemos merecen ser aplastados como cucarachas. Estamos entrando en el lado oscuro de la fuerza, en la perspectiva de los malos malotes. Y cuando eso sucede, es difícil dar marcha atrás. Si dejamos que el miedo o el odio aniden en nuestro corazón se empañará la capacidad de ver en los demás unas personas con dignidad inherente a su naturaleza humana. Hace falta restablecer la autoridad, que hablen los que saben, no aquellos que desde la ignorancia lo único que tienen es un micrófono.
Hace unos meses los médicos ya fuimos despojados de nuestra autoridad: frente a una crisis sanitaria dejamos que quienes sentaran las bases de lo que había que hacer fuesen los políticos, las zapatillas. Fuimos humillados en nuestra profesión por los zotes y sinvergüenzas, los lacayos de los psicópatas. Son ellos los que todavía dicen qué hay que administrar en los cuerpos para arruinar su naturaleza. Ahora les toca el turno a los jueces, ese colectivo otrora tan ufano de su autonomía, de su independencia, se ve ahora humillado por el mismo fenómeno irracional que destruye la convivencia. La imparcialidad de la justicia peligra ahora al caer en manos de los psicópatas. Y los jueces lo saben.
Nosotros, algunos médicos, lo vimos claro en su momento y dentro de nuestras posibilidades no hemos callado reivindicando nuestra autoridad. Ojalá que entre los jueces queden también quienes no renuncien a la autoridad inherente a su cargo. Porque los que tenemos una cierta autoridad, cuando no la ejercemos, dejamos en desamparo a quienes están a nuestro cargo y cuidado en el ámbito de nuestra profesión. Y esa dejación de deberes clama al cielo.
Precisamente en estos días llega del cielo el Hijo de Dios, es la Navidad. Y coincide con su llegada el hecho de que los días cada vez serán más largos y la oscuridad se irá retirando. A partir de la Navidad en España empieza a amanecer… antes. Feliz Navidad a todos, ahora que todavía no es delito desearlas.
Autor
- Luis Miguel Benito de Benito, médico especialista de Aparato Digestivo desde 2000 y Doctor en Biología Celular. Licenciado en Filosofía. Máster en Dirección Médica y Gestión Clínica por el Instituto de Salud Carlos III y Experto Universitario en Derecho Sanitario y Ciencias Forenses por la UNED. Facultativo Especialista de Área del Hospital Universitario de El Escorial y Director Médico de la Clínica Dr. Benito de Benito desde 2011. Autor del libro "Coronavirus. Tras la vacuna" ISBN 978-84-9946-745-0
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No han prohibido felicitar la Navidad pero muchos de sus lacayos te envían un «Felices Fiestas » como si fuesen las fiestas del pueblo, del verano. Feliz Navidad 2022.
El más grande error del ser humano es creerse estar en la cima de la pirámide de depredación.
Gracias, este magnífico artículo es apto hasta para los «covidianos» lo difundo con esperanza y amor.
Amén, excelente artículo. Muchas gracias. Feliz Navidad y que Dios proteja a los buenos y valientes.
«Bienvenidos sean los tiempos dificiles porque ellos harán la depuración de los cobardes.» (Palabras de Jose Antonio)
Doctor Luis Miguel. Saludos 🇨🇴 y gracias por ser profesional y sobre todo ético y humano.🥂Feliz Navidad.
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