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Menos mal que la propia “Plataforma Khetane” (en romaní) se ha dado cuenta que el podemita Pablo Iglesias sólo pretendía atacar, una vez más, a la Guardia Civil (lo de este sujeto contra la Guardia Civil es de psiquiatra soviético), cuando ayer salió exigiendo perdón para los gitanos por la persecución histórica sufrida por la etnia a lo largo de los siglos.. y cómo no atacar al franquismo.

         

 Sin base documental, con un gran desconocimiento de la Historia, con el odio que lleva en la sangre y en el cerebro, sale ahora en defensa de los gitanos como si fuese el primero en acordarse de ellos, aunque sabiendo (seguro) que antes que él figurará siempre Juan de Dios Ramírez Heredia como abogado defensor y en las Cortes, gracias al que se aceptó una proposición no de ley para derogar los polémicos artículos del Reglamento de la Benemérita que discriminaba a los romaníes. Algo que consiguió meses antes de la promulgación de la Constitución. O sea, señor Iglesias que “a buenas horas mangas verdes”

 

Y que ese antagonismo Guardia Civil- Gitanos (tan cacareado gracias al «Romancero Gitano» de Lorca) está ya tan superado y olvidado que hasta hay ya gitanos guardias civiles integrados como cualquier payo.

 

Pero, creo que lo que tenía que hacer el marqués Iglesias era estudiar bien la Historia de los gitanos desde que llegaron a España, y como sé que su tiempo lo tiene que dedicar a atacar a la Guardia Civil, a VOX, a Franco y a España me complace proporcionarle algunos datos curiosos sobre los gitanos españoles para que otra vez antes de hablar sepa de lo que habla.

 

Comencemos por el principio. Aunque podríamos remontarnos aun más aceptamos la carta que les concede Alfonso V de Aragón a un tal Juan de Egipto Menor como primer gitano en llegar a la Península el año 1425.

 

«…Como nuestro amado y devoto don Juan de Egipto Menor… entiende que debe pasar por algunas partes de nuestros reinos y tierras, y queremos que sea bien tratado y acogido… bajo pena de nuestra ira e indignación… el mencionado don Juan de Egipto y los que con él irán y lo acompañarán, con todas sus cabalgaduras, ropas, bienes, oro, plata, alforjas y cualesquiera otras cosas que lleven consigo, sean dejado ir, estar y pasar por cualquier ciudad, villa, lugar y otras partes de nuestro señorío a salvo y con seguridad… y dando a aquellos pasaje seguro y siendo conducidos cuando el mencionado don Juan lo requiera a través del presente salvoconducto nuestro… Entregada en Zaragoza con nuestro sello el día doce de enero del año del nacimiento de nuestro Señor 1425. Rey Alfonso.»

 

Y al parecer ya fueron vistos en 1435 en Santiago de Compostela, en 1462 en Jaén y en 1493 en Madrid, donde el Concejo reunido acordó “dar limosna a los de Egipto porque a ruego de la Villa pasaron delante, diez reales, para evitar los daños que pudieran hacer trescientas personas que venían…».

 

El número de gitanos que entraron o habitaron en la Península en el siglo XV se calcula aproximadamente en 3.000 individuos.
Los gitanos viajaban en grupos variables, de 80-150 personas, lideradas por un hombre.
Cada grupo autónomo mantenía relaciones a distancia con alguno de los otros, existiendo tal vez relaciones de parentesco entre ellos (algo común en nuestros días entre los gitanos españoles).
La separación entre cada grupo era variable y en ocasiones unos seguían a los otros a corta distancia y por las mismas rutas.
La estrategia de supervivencia más común era la de presentarse como peregrinos cristianos para buscar la protección de un noble.
La forma de vida era nómada y se dedicaban a la adivinación y el espectáculo.

 

Y así hasta la Pragmática de los Reyes Católicos, firmada en 1499, en la que les obligaba ya a abandonar la vida nómada y les daba un plazo de dos meses para integrarse en la sociedad española.  La pragmática decía:

 

“Mandamos a los egipcianos que andan vagando por nuestros reinos y señoríos con sus mujeres e hijos, que del día que esta ley fuera notificada y pregonada en nuestra corte, y en las villas, lugares y ciudades que son cabeza de partido hasta sesenta días siguientes, cada uno de ellos viva por oficios conocidos, que mejor supieran aprovecharse, estando atada en lugares donde acordasen asentar o tomar vivienda de señores a quien sirvan, y los den lo hubiese menester y no anden más juntos vagando por nuestros reinos como lo facen, o dentro de otros sesenta días primeros siguientes, salgan de nuestros reinos y no vuelvan a ellos en manera alguna, so pena de que si en ellos fueren hallados o tomados sin oficios o sin señores juntos, pasados los dichos días, que den a cada uno cien azotes por la primera vez, y los destierren perpetuamente destos reinos; y por la segunda vez, que les corten las orejas, y estén sesenta días en las cadenas, y los tornen a desterrar, como dicho es, y por la tercera vez, que sean cautivos de los que los tomasen por toda la vida.

LEER MÁS:  El Centro de Asuntos Taurinos homenajea a José Cubero “Yiyo” en Las Ventas

 

Real Pragmática de 1499, fechada en Medina del Campo, Novísima Recopilación, Libro XII, título XV”

 

Por su parte Cervantes los describe así en su novela “La gitanilla” (1613): “Parece que los gitanos y gitanas solamente nacieron en el mundo para ser ladrones: nacen de padres ladrones, críanse con ladrones, estudian para ladrones y, finalmente, salen con ser ladrones corrientes y molientes a todo ruedo, y las ganas del hurtar y el hurtar son en ellos como accidentes inseparables, que no se quitan sino con la muerte.”

 

Pero la explosión del problema gitano surgió ya en el siglo XVIII, cuando se produjo la “Gran Redada” y el proyecto de “exterminio” de 1749, durante el Reinado de Fernando VII.

 

“En julio de 1749 se produjo la Gran Redada, también conocida como Prisión general de gitanos, con la que se dio inicio al proyecto de «exterminio» autorizado por el rey Fernando VI de España, y que tras desechar la opción de la expulsión, se encargó al Marqués de la Ensenada arrestar y, finalmente «extinguir».,  a todos los gitanos del reino a través de su separación física por sexos y edades. Algo más de 9.000 personas gitanas acabaron presas, siendo repartidos los hombres y niños mayores de siete años entre los tres arsenales peninsulares, en tanto que las mujeres lo fueron entre varias casas de misericordia”.

 

El proyecto del marqués de Ensenada decía entre otras cosas: «Luego que se concluya la reducción de la caballería, se dispondrá la extinción de los gitanos. Para ello es menester saber los pueblos en que están y en qué número. La prisión ha de ser en un mismo día y a una misma hora. Antes se han de reconocer los puntos de retirada para apostarse en ellos tropa. Los oficiales que manden las partidas han de ser escogidos por la confianza y el secreto, en el cual consiste el logro y el que los gitanos no se venguen de los pobres paisanos».

 

La “Gran Redada” se gestó durante los meses de junio y julio de 1749 con gran sigilo desde la Secretaría de Guerra y las capitanías Generales. A las doce de la noche del 30 de este último mes, comenzó la operación, saldada con la deportación y presidio de unos 9.000 gitanos, una cifra que asciende hasta 12.000 si se suman aquellos que ya estaban entre rejas, según Gómez Urdáñez. Una de las disposiciones más terribles era que los niños mayores de siete años debían ser apartados de su madres para ser enviados a los arsenales con el resto de hombres.

Sorprendentemente y como indica Martínez Martínez, «en casi su totalidad, los gitanos y gitanas no hicieron resistencia alguna. Solo cuando se procedió a separar a los miembros de las familias; los gritos, los llantos y los forcejeos fueron inevitables. De la actitud no violenta de los capturados da idea el hecho de que en muchos lugares, aquellos que habían logrado huir fueron presentándose días después. Igualmente, en muchos otras poblaciones donde no llegó la orden, la comunidad gitana, aunque sabedora de la redada, permaneció en espera de acontecimientos por creer que la medida sólo afectaba a los contraventores de las pragmáticas».

 

Pero, el propio Monarca consideró exageradas las medidas de Ensenada y por ello fue apartado del Consejo de Castilla y se decidió por una nueva cédula en la que se acordaba la liberación de todos los gitanos que acreditaran su buena forma de vida.

 

La crueldad del ministro contra los gitanos —escribiría el biógrafo Gómez Urdáñez— incrementó la cohesión y la entereza del pueblo gitano ante la extrema represión y provocó las primeras manifestaciones de conciencia de muchos payos. La resistencia de los gitanos presos, su firme negativa a trabajar en los arsenales, sus fugas, pero sobre todo las protestas violentas provocadas por las gitanas presas forzaron incluso el indulto regio de 1763 —algo poco frecuente en el Antiguo Régimen—: todo ello provocó el cambio de actitud de los ministros de la monarquía, enzarzados desde entonces en veinte años de debates».

 

No obstante, tendrían que pasar muchos años hasta que Carlos III, en 1783 hiciera pública una Real Pragmática rectificando todo lo que se había hecho contra la etnia gitana y mejorando su situación en España.

 

Esta:

Los gitanos son ciudadanos españoles (y no una raza infecta) y pueden elegir libremente el lugar de su residencia (excepto los Sitios Reales), el tipo de oficio que deseen (excepto aquellos que sean innobles o que sean no suficientes para vivir dignamente).
Los niños deben ir a la escuela desde los cuatro años y esta escolarización será pagada por los ayuntamientos. Los padres que se nieguen a escolarizarlos o eduquen mal a sus hijos perderán el derecho a tenerlos.
Nadie, ayuntamientos, comunidades, eclesiásticos, particulares pueden negar residencia, trabajo, derecho de asilo o cualquier otro derecho de ciudadano por la razón de ser gitano. Se dictan penas para aquellos que obstaculicen la integración de los gitanos.
Al declararlos iguales al resto de los ciudadanos se les prohíbe cualquier exteriorización de sus diferencias (idioma, vestidos, costumbres). No pueden llamarse gitanos, ni que nadie los llame gitanos, ni que en ningún escrito aparezca tal término. Los gitanos no existen. Y el gitano que no se someta a estas normas será castigado con la muerte.

 

 

 

Aun así los gitanos siguieron siendo maltratados y por ello Carlos IV, en el año 1795 ordenó un INDULTO GENERAL de todos los gitanos que viven prófugos de sus domicilios perturbando la tranquilidad pública, temerosos del rigor de la justicia por delitos que hayan cometido.

 

Pero, si el señor Iglesias, ESE GRAN DEFENSOR DE PACOTILLA que les ha salido de pronto a los gitanos, quiere saber de verdad todo sobre los gitanos le aconsejo que lea la “Biblia” de la Historia de los gitanos españoles, que no es otra que la grandiosa obra del cordobés Antonio Gómez Alfaro (mi viejo compañero de “Pueblo”), porque nadie como él estudió todo lo relacionado con la etnia gitana y con los gitanos españoles desde su Tesis Doctoral.

 

Y como anticipo de los próximos artículos que le dedicaré al tema de los gitanos, hoy les adelanto el índice de la obra de mi amigo Gómez Alfaros:

 

Introducción…………………………………………………………………………………….. 5

Los retos de una reconstrucción histórica……………………………………………….11

1999: un año para la reparación histórica …………………………………………….. 19

La historia de un pueblo que no escribió su propia historia……………………… 21

Algunos datos sobre la historia de los gitanos desde la pragmática de 1783…………………………………………………………………………………………………….. 35

Gitanos de Albacete: una historia por escribir…………………………………………57

Alicante: gitanos de hace dos siglos ……………………………………………………. 67

Gitanos de Aragón…………………………………………………………………………….. 73

Asturias: la represión de los gitanos en el siglo XVIII …………………………… 83

 Gitanos en Ávila……………………………………………………………………………… 93

Los gitanos en Cataluña en el siglo XVIII……………………………………………. 97

Datos para la historia de los gitanos de Elche …………………………………….. 107 Sobre la historia de los gitanos de Extremadura ………………………………………. 113

La verdadera historia de los gitanos de Madrid…………………………………… 129

El 24 de mayo, una fecha idónea para convertirla en “Día del Gitano Madrileño” ………………………………………………………………………………………….. 157

Los gitanos de Montilla piden respeto y justicia al rey Alfonso XIII ……… 165

 Gitanos de Valencia ……………………………………………………………………….. 169

Gitanos de Vélez Málaga …………………………………………………………………. 197

Tipologías, matrimonios mixtos y mestizajes gitanos en los censos históricos andaluces ……………………………………………………………………………………………. 199

 Los gitanos en la prensa………………………………………………………………….. 223

La prensa de 1984: crónica de un desamor………………………………………… 225

Los gitanos, una vez más ………………………………………………………………… 229

Dichos y gitanos …………………………………………………………………………….. 231

Gitanos en las colecciones costumbristas del siglo XIX……………………….. 239

 Un gitano en el hipódromo………………………………………………………………. 251

Don Juan Valera y los gitanos…………………………………………………………… 257

Amoríos regios y persecuciones legales ……………………………………………. 277

Carta de las gitanas de Madrid al señor Suñer y Capdevila…………………… 291

Gitanos en la guerra de las galaxias ………………………………………………….. 295

 El estigma de la otredad………………………………………………………………….. 299

Veinticinco historias gitanas (1783/1787). Gitanos sellados por la chancillería de Granada…………………………………………………………………………………………. 313

 Aventuras y desventuras del valenciano Luis Borrull por tierras de Castilla …………………………………………………………………………………………………………. 343

La “reducción” de los niños gitanos………………………………………………….. 351

 Quiero ser maestra…………………………………………………………………………. 391

 Veto español a la presencia de gitanos en el Nuevo Mundo…………………. 397

Algo más sobre moriscos y gitanos ………………………………………………….. 429

 La tragedia de los gitanitos del Puerto ………………………………………………. 453

 Gitanos de Priego de Córdoba: entre el acoso y la supervivencia………….. 465

 Córdoba: la redada general de gitanos de 1749…………………………………… 485

 La prisión general de 1749 en la ciudad granadina de Loja ………………….. 501

La Iglesia española y los gitanos ………………………………………………………. 513

 Diccionarios y estudios sobre el romanó-caló español ………………………… 537

Músicas y bailes gitanos en el siglo XVIII………………………………………….. 553

 En busca de la condesa Doña Luisa ………………………………………………….. 561

Curriculum y bibliografía …………………………………………………………………. 623

 

 

Continuará…

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.