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Si los «progresistas» fueran capaces de darse cuenta en qué consiste su progreso, habría menos socialistas, decíamos ayer. Esto es una visión optimista de la realidad, porque los aludidos individuos, son así. Son así de malos, así de destructores y no tienen solución. El que no cree en el demonio no conoce a la izquierda, ni que el objetivo del demonio es la destrucción del mundo. Un servidor les conoce desde antes de nacer, por el testimonio familiar (ya lo ha dicho aquí), y estudió mucho a lo largo de su vida su oscura personalidad y confuso espíritu. Su gran pregunta fue la de desvelar por qué había ocurrido la guerra, porque casi hasta ahora no se supo, ya que sobre la guerra se había echado un manto de silencio para que no volviera a repetirse. Era mejor no tocar el tema para no dividir a los españoles y volverlos a su peor historia; por si no hacían separación entre ésta y la realidad, que fue lo que sucedió. Por eso hasta no hace mucho, no se supo a ciencia cierta que los socialistas habían provocado la guerra civil, sí o sí. Fue cuando ellos se empeñaron en escarbar la mierda, para que oliera y revolucionar la sociedad. Les salió el tiro por la culata. Los que quedaron para el bando vencedor nunca quisieron volver atrás y revolver la mierda. Al intentar darle la vuelta y ponerla al revés, los «progresistas», vimos meridianamente lo que había sido la realidad y lo que eran ellos. La derecha nunca quiso hablar de la guerra cual si temiera a lo que conducía. Pero la gran pregunta de por qué estalló la guerra, debía resolverse y ya se resolvió. Si no existiera el mal nunca se hubiera dado. El mal existe y está personificado en la izquierda, desde antes de la guerra civil del 39. Desde que se conoce a la izquierda. Y la izquierda es el mal, ayer y hoy. Provocó la guerra civil, a fuerza de asesinar gente, robar y prender fuego a todos los objetos donde enfocó su odio, como iglesias y conventos. La izquierda es la culpable de nuestra triste historia al igual que responsable de todo cuanto malo existe hoy, que es nuestro lamentable presente, gracias a ella.

La transición consistió en eso, en borrón y cuenta nueva; no remover el pasado y mirar solo al futuro. Y se cumplió hasta que ZetaP dinamitó por los aires la transición; la izquierda derribó la transición, y todo lo acaecido después de la muerte de Franco, consistente en la reconciliación y la paz. El año 2004, con la llegada de ZetaP al poder (11-M) marca el fin de la transición y la concordia, con la revolución marxista de la que ya nos habíamos olvidado, la destrucción y la guerra fría que desde entonces y con vocación creciente de calentarse, padecemos. Obviando todo el daño que llevan hecho, en todos los órdenes.

Hasta la muerte de Franco vivimos la etapa de la construcción ilusionante y la paz profunda, y el crecimiento de España llegó hasta los primeros puestos en la escala mundial de las potencias. Esto es impensable desde el año 1939 con una España deshecha por la guerra, hasta el fin del desarrollo con Franco, donde la industria militar estuvo a punto de conseguir hasta la bomba atómica. Lo de Franco es todo providencial, desde ganar la guerra, que habían iniciado los mismos que hoy quieren repetirla. Hasta llegar a tal desarrollo; no se puede entender de otra manera. Durante la transición se dio el mejor periodo que consistió en vivir de las rentas, bastante relajados, pero esto pronto lo acabaron los enemigos de España que hasta entonces estuvieron callados. España dormida, incumplió uno de los preceptos del testamento de Franco: «No olvidéis que los enemigos de España y de la civilización cristiana están alerta.» Una visión profética del futuro que se cumplió totalmente. Ni tan alerta cuando su misión consistió en destruirlo todo, sin dejar ni un solo resquicio sin machacar. Sin dejar piedra sobre piedra. España se tomó tan larga siesta que aún ni debió despertar. Esta es la obra de la izquierda que empezó por narcotizarla, para que ocurriera esto y descuartizarla sin problemas. La obra de los buenos que dicen tener una «Superioridad moral», y la razón. Su razón es la de machacar a media España; la del odio, la división, y la vuelta a la desgarrada y mísera España de los años treinta del siglo pasado. Y menos mal que son solo «progresistas»…  

La otra media España que les vota, chupa y calla, tampoco se va a librar, al fin. Considera a la otra media retrógrada sin percatarse de su gran ceguera y sectarismo, ni de que el monstruo que crearon se volverá contra ellos y los devorará lo mismo. A esta media España le dijeron que pasaba un buey volando y se lo creyó. El monstruo son estos individuos que engañan con su apariencia y no quieren la paz ni el progreso, a no ser para ellos; ni la democracia para los demás, porque no respetan la ley, ni la oposición, y menos los tres poderes independientes que sustentan la democracia; y no saben lo que quieren, en su perversidad, y por eso terminan así, en su gran enfermedad de la estupidez que es de lo que más pueden ostentar y por donde empiezan gran parte de sus malas intenciones.

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La izquierda ya había conseguido con ZetaP todo lo propuesto, pero aún no estaba conforme, como es su habitual. «Vamos bien, pero nos conviene que haya tensión», fue la respuesta que captó un micrófono indiscreto, un micrófono que se creía cerrado, a la pregunta realizada por el periodista «amigo» Iñaki Gabilondo al entonces presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Hasta el día de hoy no abandonó su máxima, para echar la culpa siempre al contrario. La extrema derecha -dicen- es la que crispa. Dos mentiras en una; ni es la extrema derecha porque no existe, ni crispa, por tanto. Así son los pajes… Sin principios, ni fines, por eso tras sus más abyectos delitos, como pueden ser la profanación de la tumba de Franco, ni se cansan de hacer daño ni quedan conformes. Son así desde su venerado Francisco Largo Caballero que no quería la libertad ni la democracia. Sólo la guerra civil, para lo que preparó a su gente, hasta conseguir empezar cuando la escolta de Indalecio Prieto asesinó al jefe de la oposición.

 

Es un clásico que la izquierda vive de generar tensión, y si no la hay, la inventan. El crear la división y el enfrentamiento, y el aparentar que son los otros los que crean esa tensión, y el culpabilizar a quienes no acepten con sumisión sus postulados ideológicos y revolucionarios. Saben que dividiendo a la derecha tienen la batalla ganada y en esas están hasta ahora. Pedro Sánchez desarrolla esa estrategia. La derecha no se da cuenta de lo malos que son. La oposición a la izquierda está domesticada, amaestrada, para asumir sus postulados en evitación de la guerra, en una actitud claramente equivocada que evidencia que el que permite el desorden por evitar la guerra, pronto tiene encima el desorden y la guerra que es el mayor desorden. La izquierda es una mina inagotable de extraer explosivos, armas de destrucción masiva, temas tóxicos, trampas, manipulaciones, y malas artes para que el enfrentamiento y la crispación no decaigan nunca. Según el Haiku, «para que el mal triunfe, solo se necesita que los hombres buenos no hagan nada». Esa es la derecha española. Nunca hizo nada ni supo defenderse; solo dormía a la bartola. Menos mal, que así fue, hasta que surgió VOX, y se encontró con más enemigos de los que pensaba, hasta entre sus propios vecinos de la derecha. A Pablo Casado, que debe estar pactando con el dictador Sánchez, prohibir a Vox, lo único que le importa como a él, es estar en el poder. España les trae al pairo a los dos. No es lo malo que la izquierda trajera la corrupción, si no que corrompió parte de la derecha que hasta habla el mismo lenguaje que la izquierda.

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Estos dos trileros son los que mandan. Son el gobierno y la oposición. El que esté conforme que se vaya con ellos. El que no, si es de izquierdas, esperemos que cada

vez haya menos, y que se dé cuenta de adónde conduce el mal. Que abandone el falso credo, y se ponga del lado de las personas decentes. No será por lo que no se
lo hemos advertido. Arrepentidos los quiere Dios.

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REDACCIÓN