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Bien es sabido por muchos, desde el principio de la pandemia, que el plan globalitario consistía en implantar el pasaporte COVID y de este modo, obligar a los ciudadanos a inocularse cada un tiempo estimado las sustancias que deseen los arquitectos del complot.
Se tachaba de «locos conspiranoicos» a quienes alertaban del peligro y de que éste no terminaría porque surgirían nuevas variantes que justificasen más pinchacitos y el uso del pasaporte. Ni mencionar a quiénes incluso advirtieron de que llegarían los chips para saber qué individuos “pasan por el aro”, dado que a estos además de «pirados conspiranoicos» se les etiquetó como «terraplanistas».
Hoy ya sabemos que todos esos planes se están haciendo realidad, presionando incluso para el cuarto y sucesivos pinchazos. Sin embargo, muchas personas siguen sin querer ver esta realidad y parecen estar decididos a convertirse en férreos negacionistas de los hechos y completos esclavos sin derechos y sin libertades. Lo peor, es que su fanatismo acientífico y su radicalismo negacionista de la verdad, podría llevar a que la Nación entera se precipite vertiginosamente hacia el abismo de la Agenda 2030.
Muchos siguen afirmando que la aceptación del pasaporte COVID, no es sino el primer paso para la esclavitud, que va mucho más allá del pinchazo cada 6 meses, ya que a este documento se le unirá la identidad digital del individuo, el dinero digital, sus informes y datos de salud, su geo-localización las 24 horas del día, etc.
La justificación del pasaporte COVID en la sociedad, dicen los expertos en política, es impedir que la gente se contagie. Sin embargo, ya se ha podido comprobar estas Navidades (2021-2022) que los inoculados se contagian y pueden contagiar. Entonces, muchos se siguen preguntando: ¿para qué sirve el pasaporte? ¿Para qué sirve el pinchazo si no te otorga la inmunidad que prometieron los políticos? ¿Tiene el pasaporte COVID una intención oculta que nada tiene que ver con lo sanitario?
Para muchos ha llegado el momento de darse cuenta de que el pasaporte COVID es el carnet de esclavo y de que todos los que se han inoculado o infectado no deberían acudir a los lugares donde lo exigen.
Los más recelosos al GulagPass, afirman que en algunas CC.AA. sus dirigentes políticos han lanzado una trampa para extender el uso del pasaporte COVID. Ésta consistiría en que la gente pueda hacerse una PCR e incluso ahora cualquier test distinto a éste, para obtener el pasaporte y la baja laboral en caso de dar positivo.
De este modo, se estaría intentando que ciertos sectores «garantistas» que no han querido experimentar con sus cuerpos o el de sus hijos, aprovechen esta “falla” (trampa) que el sistema les ofrece, para que acepten de esta manera el uso del pasaporte de esclavo.
¡Alerta pues garantistas! ¡No caigáis en la artimaña de los que os quieren esclavizar!
En este sentido, hay que hacer referencia también a quienes ven esperanzados las nuevas pastillas, chicles y otros productos contra la COVID.
Es paradójico que haya un pequeño grupo de garantistas que no quieran inocularse un producto o terapia génica experimental y sin embargo, confíen en ese mismo producto génico cuando se lo ofrecen en un chicle o en una píldora los mismos fabricantes de la “vacuna”.
Reflexionen y recuerden, aceptar el pasaporte COVID puede suponer una restricción brutal de libertades fundamentales de forma permanente y no asegura la desaparición de ninguna cepa y/o contagio.
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