30/11/2024 07:33
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Con Rusia en puertas de un conflicto de nivel mundial, una alarmante inflación Norteamericana, y el complicado caso de «Evergrande» en China, son sólo algunos de los principales tópicos en un complejo contexto mundial donde la incertidumbre se apodera de la norma, sin embargo, también puede ser la puerta a nuevas oportunidades de inversión externa. 

Partiendo del instalado requisito de estabilidad para inversiones económicas a largo plazo, es fácil entender que lo que tiene que generar un país es principalmente seriedad, instituciones fuertes y un marcado respeto a la propiedad privada, que si se potencia con políticas tendientes a bajar la presión tributaria (reducir impuestos) pueden generar un mejor clima de negocios para la inversión extranjera, fundamental para nuevas fuentes de trabajo y la recuperación de las reservas. 

En este sentido el nuevo contexto económico que plantea la crisis del gigante inmobiliario Evergrande en oriente, la alarmante inflación producto de la hiperdeuda Norteamericana, e incluso los posibles conflictos bélicos a corto plazo entre entre las grandes potencias no bastan para desalentar la mayor masa de inversión en países como China, Estados Unidos y Rusia que aún con estas nada alentadoras problemáticas demostraron una sobrada estabilidad para inversiones, sin embargo replantea una cuota menor de inversiones de diversificación que bajo esta nueva realidad apuntan otros puntos del mundo. 

En términos generales incluso una pequeña cuota de ese nuevo mercado de inversiones externas titubeantes puede impactar el sistema de macro y microeconomía, con el fortalecimiento de las industrias y nuevas fuentes de trabajo genuinas enfocadas en la producción, ayudando a reducir el uso de la emisión monetaria como mecanismo de financiación, peligrosamente ligada a la inflación. 

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Sin embargo, para poder recibir esa cuota de inversión en moneda extranjera es necesario un cambio fundamental, estratégico y urgente, que invita a la casta política a brindar renovadas garantías a la división de poderes y un plan de políticas económicas de largo plazo, que reduzcan la posibilidad de cambios o retractaciones a media marcha, y sobre todo brindar respeto a la libertad y la propiedad privada. 

En conclusión, el nuevo cambio de escenario internacional plantea una importante problemática de inestabilidad que de ir en aumento generará una lenta llovizna de inversiones en países que puedan demostrar estar a la altura, para lo cual se requiere un rumbo estratégico siguiendo un plan político-económico claro y bien pensado en armonía con la oposición. En otras palabras, en el camino al progreso no hay lugar para egocentrismos partidarios y soluciones de medio término.   

Autor

REDACCIÓN