22/11/2024 02:25
Getting your Trinity Audio player ready...

No me ha pasado desapercibido la bazofia de artículo publicado en «elDiario.es con el título absurdo de «Un Eurofighter contra los socialcomunistas», de clara tendencia hacia la crítica total y absurda de los Ejércitos, de sus Mandos y de su historia, más lejana que presente, que el «especialista en armamento y temas militares», Mikel Urretabizkaia, ha emborronado en la web de este digital, equivocando la historia de la democracia parlamentaria con la del siglo XIX y principios del XX.

En la historiografía franquista, por lo común mucho más veraz que la de Tusell, que es el historiador que usted nombra, la decisiva cuestión de la democracia apenas aparece, debido a que, tras la experiencia republicana, casi toda la derecha creyó que en España no podía funcionar la democracia liberal. Su crítica a las versiones de izquierda se basaba en las convulsiones –muy reales– causadas por los republicanos y las izquierdas en general. Entre otras cosas estas versiones consideraban la «revolución de Asturias» como un precedente de la guerra civil, no como su comienzo real, aceptaban la continuidad básica entre la república y el Frente Popular y no tenían problema en transformar el viejo término «rojos» en «republicanos» para el bando contrario. Pero el torrente de datos de los historiadores pro-franquistas fracasaba ante las historias de izquierda: el Frente Popular era la república, la legalidad y la democracia, y por tanto la sublevación franquista o fascista cargaba con toda la responsabilidad de los desmanes y crímenes, incluso de los cometidos por las izquierdas como reacción frente a los verdaderos culpables.

Quienes destruyeron la república concebida como democracia no fueron las derechas, sino las izquierdas y los separatistas como usted, cuyas posteriores reivindicaciones de la república y la democracia entran en los turbios y confusos ámbitos de la superchería demagógica. Ello derriba la columna central de la historiografía izquierdista-separatista y nos obliga a mirar la guerra y sus consecuencias con una óptica muy distinta.

Este historiador que usted nombra representa una tendencia pro totalitaria más fuerte de lo que parece en la derecha, visible en este dato: su enemistad absoluta, «erradicadora», como decía una discípula suya, hacia Ricardo de la Cierva; y su admiración y homenajes hacia Tuñón de Lara, el gran reintroductor en España de la propaganda estalinista disfrazada de historiografía. En esa afinidad electiva ha llegado a presentar el expolio de las obras del Museo del Prado como «salvamento» de las mismas, siguiendo la propaganda marxista más evidentemente falsa para cualquier historiador algo serio. Esas actitudes lo explican todo.

Y tengo la impresión de que la influencia de Tusell sobre Payne debilita un poco su, por lo demás excelente, estudio Franco y Hitler.

Espero que estos comentarios, como las, desde luego, inapropiadas consideraciones de un chat de jubilados, sólo conocidos y dados a conocer por un «compañero», más suyo de usted que de ellos por su trayectoria política ilegal en la UMD, no por la militar, le hayan «sacado de sus casillas» porque, por lo que veo, un chat, le hace rezumar odio y rencor hacia los Ejércitos de España que llevan casi un siglo en paz, defendiendo la Democracia, orgánica con el Generalísimo y parlamentaria con la monarquía.

LEER MÁS:  Si ves el vídeo y sigues sin ver la realidad tienes un problema

Lo mismo que sacar a uno de quicio, la expresión sacar a uno de sus casillas / hacer a alguien salirse de sus casillas significa, según el DRAE, que tanto le ha gustado nombrar: ‘alterar su método de vida’ o ‘hacerle perder la paciencia’. Seguro que en más de una ocasión ha utilizado la expresión ‘sacar a alguien de sus casillas’ para referidos al hecho de hacer perder la paciencia a alguien, irritarla, encolerizarla o hacer que se enfade…, como espero que estas palabras provoquen en la critica hacia su tan meditado, riguroso y científico-histórico artículo.

Pero ya que usted se las da de culto intentando poner en ridículo a unos apuntes de un sitio web del MINISDEF, ¡que vaya usted a saber quién lo ha redactado teniendo en cuenta la cultura que tienen sus socios en el gobierno de España¡, le voy a explicar por boca de Iribarren, José María, el dicho en cuestión.

Aunque algunas fuentes atribuyen el origen del dicho a la relación que existe con las casillas de un tablero de ajedrez, parece ser que realmente proviene de otro popular juego de mesa al que jugaba con mi novia, ahora mi mujer, familia victima del terrorismo etarra que, este último, estoy seguro, es más de su cuerda dada la Televisión donde trabaja o ha trabajado.

Según el libro El porqué de los dichos’ de José María Iribarren, ilustre lexicógrafo y escritor (entre otras muchas cosas), ésta es una expresión cuya procedencia la debemos buscar en el Backgammon (en España conocido popularmente como «Tablas Reales» o «Chaquete») un milenario juego de tablero y fichas al que eran muy aficionados en la antigüedad, siendo jugado, sobre todo, por personas de las altas esferas (reyes, gobernantes, eclesiásticos…). Éstos solían disputar sus partidas enfrentándose a algún lacayo, sirviente o persona de menor rango y aunque los adversarios procuraban dejarles ganar, no siempre se conseguía, ya que los dados tenían mucho que ver en el devenir de la partida.

LEER MÁS:  Cayetana describe la Zona Cero de la España política en su libro “Políticamente indeseable”. Por Julio Merino

«Las tablas reales es un juego que se hace entre dos personas sobre un tablero que tiene doce casas a cada lado, huecas, en forma de semicírculo, y que juega con quince piezas cada uno, redondas como las de las damas, las unas blancas y las otras negras. Colócanse en diferentes casas del tablero, poniendo en cada una cierto número de piezas para armar el juego. Juégase con dos dados, y según los números que salen, se juegan dos piezas, o una misma si halla casa hueca donde entrar, y si la halla ocupada con una pieza sola (que entonces se llama tablala puede echar fuera del juego (la puede sacar de su casilla, digo yo), y ha de volver a entrar por el principio del tablero.»

«Dice así el Diccionario de Autoridades:

«Casillas. En los juegos de tablas reales es lo mismo que casas. Sacarle a uno de sus casillas. Inquietarle, hacerle perder la paciencia».

Aparte de esto, la expresión sacar a otro de sus casillas se acomoda mucho mejor al juego de tablas reales –donde las casillas son huecos semicirculares en los que se alojan las piezas– que al juego de ajedrez, donde el tablero es liso.»

[Iribarren, José María: El porqué de los dichos. Madrid: Aguilar, 1956, p. 126-127]

De ahí que, en un momento del juego, cuando una de las fichas caía en una de las casillas que ocupaba otra del adversario ésta era echada fuera (se sacaba de la casilla) y debía volver a entrar por el principio. De ahí que muchos oponentes se irritasen y/o enfadasen porque ‘les habían sacado de sus casillas’.

Mi ficha ha caído en su casilla. Vuelva usted a empezar el artículo informándose mejor y siendo más riguroso.

Espero que con esto sea usted, por decir algo, más humilde y, ya que es doctor en periodismo, se dedique a lo suyo en la Televisión vasca, que yo también pago, como los avioncitos a que usted se refería y que nunca han sido utilizados contra los españoles ni contra nadie, gracias a Dios; lo que no se puede decir de su Televisión.

Autor

REDACCIÓN