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Una tiranía ejercida por el bien de sus víctimas puede ser la más opresiva. Tal vez sea mejor vivir sujetos a barones ladrones que bajo omnipotentes entrometidos morales.

La crueldad del barón ladrón puede a veces sosegarse, su avaricia puede en algún momento ser saciada; pero aquellos que nos atormentan por nuestro propio bien nos atormentarán sin fin pues lo hacen con la aprobación de su propia conciencia.

Ellos pueden ser más propensos a ir al cielo, pero al mismo tiempo más proclives a hacer un infierno de la tierra. Esta bondad aguijonea con un insulto intolerable.

Ser “curados” en contra de nuestra voluntad y curados de estados a los que podemos no considerar como una enfermedad es ser colocado en el nivel de aquellos que no han alcanzado aún la edad de la razón o aquellos que nunca la alcanzarán; ser categorizado junto a los infantes, los imbéciles, y los animales domésticos

Estas palabras pertenecen a C.S. Lewis, extraídas de su trabajo La teoría humanitaria del castigo, del año 1954. Nacido en Belfast en 1898, fue popularmente conocido por ser el autor de Las crónicas de Narnia, los famosos relatos juveniles universalmente conocidos y adaptados al cine. Lewis, amigo de J. R. R. Tolkien, formó parte junto al autor de El Señor de los Anillos, del grupo literario de Oxford conocido como los “Inklings”.

Además de su obra de ficción, Lewis fue académico, crítico literario, locutor, poeta y uno de los más importantes apologetas de todos los tiempos. Sus Cartas del diablo a su sobrino y su ensayo Mero Cristianismo son obras maestras del pensamiento filosófico cristiano.

A Lewis le preocupaban los problemas del individuo y la comunidad vistos desde la tradición cristiana y el derecho natural. Buscó con su obra a la Verdad, teniendo en cuenta la ética moral, la virtud y la libertad. Significativamente nunca estuvo interesado en la política y fue muy crítico con el poder estatal y gubernamental, pero sobre todo con los políticos.

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Como dice acertadamente David J. Theroux “A lo largo de sus libros, defendió los derechos y la santidad de los individuos contra la tiranía no sólo porque se oponía al mal, sino porque consideraba que una vida en libertad -incluyendo tanto a la libertad social como la económica -es esencial. Según Theroux, “Lewis comprendía que, sin este necesario encuadre de la ley natural de la cultura social, jurídica y política, la humanidad dejaría de ser reconocida como digna de derechos o incluso de la decencia común, y en cambio quedaría indefensa ante cualquier forma de opresión”.

Si analizamos las palabras de Lewis, vemos con claridad que la peor de las tiranías es la que se ejerce mediante el engaño en nombre del bien común. El Mal se manifiesta bajo la opresión del poder absoluto que priva de la libertad con la excusa de un bien superior, convirtiendo al hombre en un imbécil, un ente sumiso y domesticado, en definitiva, un ser manipulable y rebajado de su condición humana.

Estas palabras hoy pueden servir como advertencia frente el avance del relativismo moral y el pensamiento único que se manifiesta en el buenismo progresista de relato globalista actual que utiliza el miedo como instrumento de opresión.

Seamos como C. S. Lewis, rechacemos la tiranía y las mentiras del Poder, defendamos la fe y la razón, despreciemos a los que ofrecen el cielo en la tierra convirtiendo en realidad a esta en un infierno. No seamos imbéciles, seamos libres, pero de verdad.

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José Papparelli
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