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Entrevista con Xavier M., voluntario francés de ayuda humanitaria en la guerra de Ucrania. Xavier tiene 28 años y procede de Alsacia.

Desde hace dos años se dedica por completo a la ayuda humanitaria, ¿cómo empezó todo?

Antes de trabajar a tiempo completo en el ámbito humanitario, era un trabajador del sector industrial. Todo empezó en 2020, al estallar la guerra de Armenia, cuando Azerbaiyán invadió la república de Artsakh (Nagorno-Karabaj). Mientras trabajaba en la fábrica, me quedé atónito al enterarme de la invasión de esta tierra cristiana tan querida por los armenios. Un amigo mío fue voluntario en este conflicto, así que decidí ayudarle a través de la asociación Solidarité Arménie. De este modo comenzó la aventura humanitaria. Dos años más tarde, en enero de 2022, decidimos crear una asociación internacional y ayudar en diferentes continentes, y lanzamos Urgence Humanitaire.

¿Por qué ha ido a Ucrania?

Porque es un conflicto complejo, pero de gran importancia y que se encuentra a las puertas de Europa. No podemos permanecer indiferentes, especialmente cuando se trata de una invasión. En 2014 doné material médico para los ucranianos y desgraciadamente es un conflicto que dura ya más de 8 años.

¿Qué misiones ha realizado con Urgence Humanitaire en Ucrania? ¿En qué lugares ha estado?

Ante la afluencia de refugiados y el avance de las tropas rusas, decidimos lanzar una primera misión de emergencia a principios de marzo. Y, entre otras cosas, entregamos suministros médicos en casi toda Ucrania. Toda la ayuda y la logística se organizaron en la ciudad de Lviv, al oeste del país, y desde allí transportamos el material a la capital, Kharkiv, Zaporijia, Bahmut, Lyssichantsk, etc.

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Desde esa primera misión, nos hemos centrado en una ayuda médica más directa. Trabajamos con diferentes servicios hospitalarios, así como con equipos de rescate (Medivac) en los batallones de voluntarios. Sobre el terreno, evaluamos las necesidades y hacemos lo necesario para encontrar y proporcionar el equipo adecuado.

He visto que Urgence Humanitaire también ayuda a los civiles.

Sí, hemos realizado misiones de ayuda a la población civil mediante la distribución de alimentos en zonas de difícil acceso (primera línea). Por ejemplo, realizamos una distribución en Kharkiv con la ayuda de voluntarios del grupo Kraken con enfermos y ancianos que no pudieron ser evacuados.

¿Cómo afrontan los civiles ucranianos los bombardeos y la guerra?

Muy mal, una guerra nunca es agradable, sobre todo cuando los hombres de la casa tienen que ir a la guerra sin saber si volverán, por no hablar de las familias que han tenido que dejarlo absolutamente todo. Pero me impresiona el valor de las mujeres. Muchas prefirieron quedarse, algunas se alistaron y otras apoyan a los hombres de otras maneras. Por ejemplo, al principio de la guerra se crearon talleres para fabricar cócteles molotov, o para hacer camuflajes ensamblando trozos de tela usada, etc.

¿Qué me puede contar de lo que ha vivido allí?

En primer lugar conocí una Ucrania completamente caótica, pero ahora conozco una Ucrania actual que está más o menos tranquila y estructurada. Déjeme explicarle. En la primera misión, no sabíamos cómo llegar. El espacio aéreo estaba cerrado, así que sólo quedaban dos opciones, o el tren o el coche. Así que volamos a Cracovia con varias piezas de equipaje para medicamentos y botiquines. Una vez allí fuimos al consulado ucraniano, donde reinaba un auténtico caos. Entre los refugiados y los voluntarios extranjeros, tras la creación de la legión internacional, teníamos muy poca orientación y básicamente nos dirigieron a la estación de tren y nos dieron las instrucciones a seguir para llegar a Lviv. Fue un viaje bastante difícil. Después de entregar el material, tuvimos que volver en autobús y a pie, ya que el servicio de evacuación no podía seguir el ritmo de la afluencia de refugiados.

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A la semana siguiente volvimos, pero esta vez en una furgoneta y con más material. Pudimos ir a Kiev y ayudar a los diferentes voluntarios entregando torniquetes, cascos, vendas israelíes… En ese momento, la ciudad estaba parcialmente rodeada por los rusos, y podíamos oír los bombardeos a unos diez kilómetros. Hay muchas cosas que contar, pero esos fueron los momentos más imprevisibles para mí, simplemente porque no sabíamos en qué nos estábamos metiendo.

¿Y de cara al futuro?

En las próximas semanas nuestra ayuda se dedicará principalmente a la rehabilitación de los soldados heridos, incluidos los supervivientes de Azovstal.              

 

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REDACCIÓN