23/11/2024 05:01
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Vengo de leer un artículo de Juan Manuel de Prada sobre la degeneración de la democracia en demagogia donde al final asegura que a unos pocos dentro de no mucho nos tocará sacar esta decadente civilización adelante y cuidar de los que están siendo engañados por la propaganda del sistema. 
 
No puedo estar más de acuerdo con él. El pelotón de soldados de Spengler tiene que irse poniendo las pilas porque el delirante absurdo en que esta deviniendo Europa da sus últimas bocanadas y llega la hora de evitar el colapso mediante la creación del imperio de los mil años.
 
He estado viendo después de leer ese artículo el Hormiguero de Pablo Motos. En la tertulia del final, a nadie se le ocurrió decir, ni a la católica intelectual Tamara tampoco, que esas personas que dicen que quisieran ser personas del otro sexo pueden recurrir a Dios y la religión para arreglar su problema. Nada, todos dieron por sentado que hay que recurrir a la cirugía, cuando esta solución ya no tiene vuelta atrás, y condena a quienes recurren a ella a ser una especie de frikie o monstruo el resto de sus vidas.
 
Quienes hayan leído un poco de Historia saben de sobra que la complacencia con la transexualidad es un síntoma de decadencia de la sociedad.  Al igual que el auge de los cocineros estrellas, la negativa de los jóvenes a hacer el servicio militar, la sobreprotección de los hijos, la baja fecundidad de las mujeres, la pérdida de la fé religiosa, el auge de los demagogos, etc, etc, etc. Pero la policía del pensamiento progre sigue pareciendo querer en que nos convirtamos todos en homosexuales y que engendren los mahometanos y los negros.
 
En base en no se que teorías filosóficas parecen querer creer que pueden erradicar el dolor de la tierra. Pero como dijo Arturo Perez Reverte el día anterior, el mundo es un lugar peligroso y el mejor favor que nos pueden hacer es que nos preparen para ello. Por ello, no podemos desfallecer los que nos consideramos parte de ese pelotón de soldados que han de salvar la civilización, pues todos los síntomas apuntan a que pronto nos llamarán para arreglar esto.
 
E instaurar el imperio de los mil años. Donde se ponga coto a la demagogia y al desorden imperante.
 
Como ustedes saben, Mario, el acérrimo enemigo de Sila, líder del partido de los populares y tío de Julio César, mandó matar a varios demagogos para intentar poner un poco de orden en Roma. Pues Mario veía largo y sabia no confundir los derechos de los ciudadanos con los deseos de cuatro indocumentados. 
 
Viene todo esto a cuento de que este auge de demagogos que venimos padeciendo es el síntoma principal y más claro de decadencia con el que podemos encontrarnos.  Pero a la vez es la señal de que ya llega nuestro momento.  El momento de los que nos consideramos parte del pelotón de soldados que han de tomar las riendas de los destinos de este patético continente donde no nos dejan defender nuestros hogares de los asaltantes ni defender a nuestras mujeres e hijas de la violencia sexual de los invasores.
 
Por ello debemos dejar de comportarnos como viejas lastimeras y transmitir alegría y confianza. Somos los depositarios de una magnífica misión y debemos estar alegres por ello. 
 
Lo más curioso de nuestra decadencia es la curiosa alianza del dinero con los demagogos para crear esos repugnantes especímenes que son los pijoprogres.
 
Estos tratan de inmiscuirse en todos los ámbitos de nuestra vida para decirnos cómo tenemos que pensar, como tenemos que comer, como tenemos que divertirnos y como tenemos que morir.
 
Y los medios de comunicación de masas están todos a su servicio además.
 
Tertulias con todos sus miembros con la misma cantinela copan las horas de emisión de televisiones y radios.
 
Pero no nos preocupemos por ello. Como dice de Prada, pronto los ciudadanos se darán cuenta del engaño y nos llamarán para evitar que nuestro mundo se desmorone.  Todo el que haya leído a Toynbee y a Spengler sabe que esto será así y por qué lo dice de Prada.
 
Así que como somos depositarios de una sagrada misión debemos estar alegres e inasequibles al desaliento.  Pronto llegará el momento del pelotón de soldados. Seamos dignos pues de ello, encomendemonos al Señor y abandonemos nuestros cómodos sofás para acabar con los demagogos e instaurar el imperio de los mil años.
 
Europa ya está despertando, Desde Hungría a Italia,  desde Suecia a Francia se ven muestras de que algo está cambiando.
 
Parece que vamos a ser los últimos en sumarnos a esta corriente. Pero debemos ser los primeros en ilusión y fortaleza porque no solo Europa nos está mirando si no también nuestros hermanos del otro lado del Océano.
 
Y yo, ya acabé la siembra, y pronto me mudaré a Zamora capital para pasar allí el invierno. En esta ciudad me juntaré con camaradas y amigos y juntos trabajaremos, tras las tardes de biblioteca, por presentarnos ante nuestros conciudadanos como lo que somos, el batallón de soldados que han de salvar nuestra civilización cristiana. 
 
Así que estén preparados ustedes también pues ha sonado ya el timbre que dice que tenemos que ponernos en marcha.
 
 

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REDACCIÓN
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