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Es natural que el clima en el que se vive afecte a las personas y a su conducta. Es normal que las personas de clima más benigno pasen más horas fuera de casa que las que viven en localidades muy frías y húmedas. De esas diferentes formas de vivir se derivan otras costumbres, por ejemplo, las culinarias y se dice que en España en el norte se guisa, en el centro se asa y en el sur se fríe. Otros factores como el temperamento o la expresividad también son consecuencia de esa forma de vivir, son más fáciles las relaciones cuando se pasa mucho tiempo fuera de casa, porque hay mucho trato y, por el contrario, las personas que se quedan más tiempo al calor del hogar en los climas fríos, dan lugar a un trato también, más frio.

         Si entendemos por cultura todo lo que implica la relación de la persona con todo lo que le rodea, como puede ser la geografía del lugar donde nace o las formas de construir, o las realidades que le conducen a interesarse por su historia o sus manifestaciones culturales en la música y bailes, etc., tenemos que concluir que clima y cultura están relacionados.

         Aunque esta afirmación sea acertada hay concomitancias que van más allá de las consecuencias derivadas de ambos elementos y sus relaciones. En España es significativa la relación entre el clima y las realizaciones culturales a lo largo de su Historia. En el norte, con su poblamiento disperso que le permite el clima lluvioso, dando lugar a que se puede vivir relativamente separado de sus vecinos, es fácil encontrar pequeñas y dispersas ermitas o Iglesias prerrománicas. Algo más al sur, debido a la influencia del Camino de Santiago se encuentra lo más significativo del arte Románico, austero y sobrio, como es el carácter de la población. Las imágenes del Pantocrator del que se espera su llegada desde el oriente, “orienta” los templos, en una mirada horizontal. Descendiendo hacia el sur, al ritmo de la Reconquista entramos en las mesetas reciben la técnica de construir de Cluny o del Cister que dan lugar al nacimiento del arte gótico, que incorpora la iluminación de los interiores a través de las vidrieras y la elevación de las edificaciones mueve a los fieles a elevar la mirada al Cielo. Es la preparación que las catedrales de León, Burgos y Toledo, por citar las más características, realizan para que surja, junto al clima frío de Castilla, el misticismo cuyos más significativos ejemplos son Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.

         Al desplazarnos al valle del Guadalquivir, una vez completada la reconquista, nos encontramos con las poblaciones renacentistas, Úbeda  y Baeza, las mejor conservadas y camino del mar Andalucía se muestra barroca, y surgen las pinturas y esculturas que representan más dramáticamente la tragedia de la Pasión de Jesucristo, al cual, los andaluces cantan saetas, piropean a la Virgen y presentan una expresividad más acorde con el clima templado. La expresividad de los andaluces ha dado pintores, músicos y poetas con más fuerza y expresividad, que en otras zonas, en donde también se encuentran ejemplos, ¡qué duda cabe!

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         En la vida de Santa Teresa se refleja la incomodidad de la santa al llegar a Sevilla y contactar con el carácter andaluz. No importa. La riqueza cultural no puede manifestarse si se impone una moda o uniformidad de las formas de ser o manifestarse que tantos problemas puede dar, y de hecho, da.

         ¿Cómo hubiera sido esta evolución en el tiempo, asumiendo las realidades culturales arquitectónicas de la evolución del arte si el sepulcro del apóstol Santiago hubiera estado en Huelva, y allí se hubiera recibido el románico, y el barroco con todas sus manifestaciones culturales de escultura, pintura, y dramatismo, hubiera aparecido en la Cornisa Cantábrica? La respuesta, estrictamente, es un futurible, es decir idear o imaginar un futuro cambiando el sentido de un hecho del pasado. Evidentemente no tiene sentido, pero lo que es una provocación para la comprensión del destino histórico de España, es ver cómo cada época artística ha encontrado su sustrato allí donde las condiciones favorecían el potencial de su desarrollo.

         ¿Ha pasado algo análogo en otros países? Es difícil que haya ocurrido, pues en el caso de España, el proceso ha ido acompasado con los siglos de la Reconquista, y ese proceso es singular de España y ha contribuido y resaltado la variedad de la personalidad de sus regiones.

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REDACCIÓN