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A Villafranco del Guadalhorce le quieren cambiar el nombre. Sus vecinos no lo desean, pero una carta enviada por el abogado de las víctimas del Franquismo Eduardo Ranz al Ayuntamiento de Alhaurín el Grande, de quien depende esta pedanía, expone una posible sanción de 10.000 euros si no se cumple la Ley de Memoria Democrática y se borra al dictador del recuerdo en este municipio. La pregunta enciende los ánimos. «No estoy de acuerdo. Hay cosas más importantes que el nombre», espeta airada a ABC Esther Gómez, propietaria del ‘Pizkolabi’, uno de los bares de esta pedanía de Alhaurín.

Los vecinos recuerdan que el cambio de nomenclatura obligará a cambiar sedes sociales de empresas, facturas, direcciones de correo y causará un caos administrativo. «¿Y eso a mí quién me lo paga?», añade Gómez. «Hay una familia grande aquí que se llama Franco, ¿a ellos también les van a borrar el nombre?», apostilla su compañera Silvia González, mientras entra y sale para servir mesas mostrando su descontento. 

En una de esas mesas está Maribel Marmolejo con su marido desayunando. Ella llegó al municipio con sólo nueve años y no se siente agraviada por el nombre del caudillo. «El tema es un incordio. De pequeña pensaba que el pueblo se llamaba así porque era el apellido de la familia que tenía el cine y el bar», recuerda esta vecina, quien ve un problema todo el cambio de documentación. «No hace falta borrar el nombre. No me gusta lo que pasó, pero fue así. Si quieren borrar a Franco que tumben el pueblo», apostilla.

Rocío Serrano en la Escuela Infantil de Villafranco J.J.M.

El cambio de nombre está causando presión. La propia Escuela Infantil, que tiene ahora 34 niños, recibió un correo recientemente con malos modos pidiendo que no se llamara con el nombre de la pedanía. «Nos han puesto de vuelta y media», reseña la coordinadora del centro, Rocío Serrano, quien teme el papeleo que le espera si se produce el cambio de nomenclatura. «Es historia y no se puede cambiar. Este nombre es parte de la idiosincrasia del pueblo», añade Serrano.

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Para los vecinos hay problemas más urgentes que ese nombre. «Si lo cambian y ponen un cajero y una pescadería vale, pero si no, para qué», reflexiona Carlos Llorente, quien se pregunta para qué sirve tener otro nombre si el único supermercado «está a punto de cerrar». «Por mí que le pongan Villaguaterlay, porque a mí me llaman Paco Guaterlay, pero que hagan un cementerio por lo menos», señala con cierta guasa Francisco Zambrano, que llegó siendo un niño a la pedanía en 1971. Los vecinos recuerdan que tienen que enterrar a sus seres queridos en Alhaurín el Grande, Cártama o Coín.

Quieren servicios dignos y no cambios de nombre. Sebastiana Pérez es otra de las ‘colonas’, que llegó en 1973, y que se opone a la modificación. «El pueblo lo hizo Franco. Nos dieron las casas y los campos de los que hemos vivido toda la vida. Se llama como se llama y ya está. Lo que hace falta es que por lo menos haya médico o un autobús para salir del pueblo», asegura esta mujer.

 
 

VECINOS DE VILLAFRANCO DEL GUADALHORCE 1. Sebastiana y María están en contra del cambio de nombre. 2. María tampoco quiere cambiar el nombre al municipio que la vio nacer 3. Antonio está a favor de borrar al dictador de Villafranco. J.J.M.

Es la misma postura de su vecina María González, cuyo marido está en el centro de mayores con Alzheimer y recuerda las penurias que se pasan para ir a la consulta del médico. «Para coger el autobús tienes que llamar y decir dónde estás para que pase a recogerte, si tienes que estar a una hora aquí, porque traen a mi marido a casa o algo, hay que coger un taxi, que a Alhaurín el Grande son 40 euros ida y vuelta», reseña esta mujer, que está casada desde hace 45 años con otro de los ‘colonos’ de esta tierra.

«La luz, las tuberías y la electricidad son las que puso Franco; que cambien eso antes que el nombre», remarca María Benítez desde su ferretería, donde exhibe con orgullo ser la primera niña que nació en esta pedanía en 1972. «Cuando digo Villafranco no pienso en Franco. Es mi pueblo. Me preocupa más que no haya transporte público y que los padres tengamos que llevar a los nuestros hijos al instituto por las mañanas, si no estudian en el que les toque de Alhaurín el Grande o pasan a Málaga», afirma Benítez.

 

Sin embargo, no todos están en contra. «A mí no me importaría que se le quitase. Si se lo cambian porque fue un dictador, pues bien. A mí no me gusta que se recuerde a Franco con el nombre del pueblo, pero si no lo quitan pues ya está. Tampoco voy a ir a manifestarme», concede Antonio Rodríguez, otro de los ‘colonos’, que en otro tiempo fue cuatro años concejal socialista de Alhaurín por Villafranco, cuando la pedanía sólo tenía 12 habitantes, y que cree que sí hay una relación clara con el caudillo.

El debate, por tanto, parece estar solo en los carteles. En un ‘pique’ anónimo por borrar al caudillo de las señales de la carretera. Un vecino tacha el ‘Franco’ y deja sólo el ‘Villa’ de los carteles del pueblo con spray negro por las noches. Protesta sigilosa que juega al ‘pilla-pilla’ con otro vecino que los limpia acto seguido para dejar el nombre tal como se puso hace más de medio siglo. Esa es la única polémica real que vive el pueblo entorno a su denominación.

FUENTE: https://sevilla.abc.es/andalucia/malaga/villafranco-guadalhorce-quiere-cambiar-nombre-quieren-borrar-20221105231406-nts.html

 

 

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