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Buenos días, señores del El Correo de España:
En relación al artículo de don Luís Alberto Henríquez Lorenzo «Ni lo uno ni lo otro (ni lo tercero)» y si tienen a bien trasladárselo (autorizo publicación si tiene a bien reproducirlo, yo solo insulto al demonio y sus secuaces hoy gobernando España para nuestra desgracia, y al árbol se le conoce por el fruto, no por la apariencia o la opinión):
1º Dudo mucho que el nacionalsocialismo que Adolf Hitler plasmó en Mein Kampf constituya en sí una ideología, como la Falange de Jose Antonio Primo de Rivera, Ramiro Ledesma, Onésimo Redondo, Ruiz de Alda, etc., así como el Movimiento Social Italiano o Fascismo de Mussolini. Más bien son Movimientos reaccionarios contra la mayor amenaza de destrucción en cuerpo y alma que ha padecido y padece la humanidad hasta la fecha: la amenaza del anticristo marxista. Y digo anticristo por lo que transgrede los Mandamientos de Dios Nuestro Señor que Él mismo dió cumplimiento con su Santísima Vida y Pasión, Muerte y Resurrección. No se salva ni uno de esos 10 mandamientos [1].
2º Califica, no obstante, al nacionalsocialismo de: a) criminal, b) deshumanizante, c) totalitario, d) perverso, e) genocida (aunque reconoce lo que es verdad, «al principio no lo fue, pero acabó siéndolo»), f) fomentador del odio a los judíos, g) inhumano y h) incompatible con el ser cristiano. [2]
3º En un gesto que le honra, especialmente en un medio digital patriota y católico, que hay aspectos «buenos» en el (anticristo) marxista, y «no digamos el anarquismo», etc.[3]
4º El sr. Henríquez, de ser sacerdote, tendría todas las papeletas para ser obispo e, incluso, cardenal al referir los contados casos de «crímenes» del nazismo sobre católicos (no sobre sectas que él cita, sino sobre católicos), todos muy bien contados y recitados por obispos de todas las latitudes del orbe. Solo ha olvidado a Edith Stein, judía conversa como nuestra queridísima Santa Teresa de Jesús de Ávila, cuyo brazo llevó nuestro caudillo, no el alemán, sino el católico Franco, en nuestra Cruzada allá donde estuviese Terminus, incluso con el conocimiento de su aliado alemán como bien nos ilustran los profesores Payne y Palacios en su biografía de nuestro caudillo. ¡Ah!, además olvida el sr. Henríquez los centenares de miles de católicos polacos exterminados, torturados y, en el caso de las monjas de clausura, como Sta. Faustina Kowalska, violadas salvajemente por los miembros del Ejército Rojo de la URSS bajo mando del camarada Stalin, a quienes la propaganda roja (autora de la versión histórica oficial actual asumida acríticamente por la derecha cómplice) y democrática llaman «liberadores» de Auschwitz. No obstante, eso ha de censurarse en todo medio, incluso mal llamado católico y patriota si se quiere llegar a «ser algo en la vida» que no sea martir, aunque condene al infierno en la verdadera vida, la eterna, por faltar a la Verdad del que es Camino, Verdad y Vida, no fábula de hombres que quieren ganar las elecciones o que la gane su partido de embusteros sin alma sea del signo que sea. [4]
Empecemos:
[1] Los marxistas no solo no creen en Dios, sino que tildan la religión, a la que Marx, el ser que más odió a Dios junto a Lenin, quiere abolir según Manifiesto Comunista de 1848, de opio del pueblo, nada menos (nada más salvajemente soberbio que intentar suprimir todo recuerdo de Dios Nuestro Señor). Esto en teoría escrita. Los hechos (para todo católico verdadero al árbol se le conoce por sus frutos, como nos enseñó no un obispo o papa, sino el mismo Cristo Jesús) han demostrado que los marxistas (bolcheviques, comunistas, socialistas y socialdemócratas) han ahogado en sangre a los católicos, destruyendo hasta los cimientos sus templos y riquezas artística y culturales, y a centenares, que no decenas, de millones de seres humanos nacidos y aún no nacidos, pero don Luís Alberto ve aspectos «buenos» en el marxismo (a Jose Antonio Primo de Rivera se le podía perdonar hablar bien del socialismo atribuyéndole nada menos que ser «justo» ¡en 1934!, cuando no se sabía lo que traía el marxismo en la práctica y con la URSS cerrada herméticamente a cal y canto. Hoy es imperdonable ese desliz «intelectual» en un verdadero católico fiel a Jesucristo Nuestro Señor, Juez Justo y Verdadero, y, por tanto, a la Verdad). El Primer Mandamiento de Dios, sin el cual es imposible el cumplimiento de los demás, primera transgresión marxista hasta el extremo.
El segundo mandamiento está transgredido por el culto a la personalidad de los dirigentes marxistas (el narcisismo ególatra del que tanto habla don Luís Alberto en otros artículos dada su supuesta experiencia en psiquiatría o psicología) y las alusiones vejatorias a nuestra fe sin ningún límite ni pudor, incluso en las demoniocracias actuales. El señor Henríquez puede leer, por poner un solo ejemplo, las memorias de Churchill acerca del modo en que Stalin le calificaba como el «espíritu santo» en la «trinidad» que formaban con Roosevelt, al pasarse aquél la guerra volando entre Londres y Moscú, donde acudía a «limpiar las botas» del genocida ex seminarista de la secta ortodoxa en Tiflis.
El tercer mandamiento es transgredido por el marxismo hoy de manera bien patente: para los marxistas solo hay fiestas satánicas: la feminista terrorista antinatalista abortista y anticristiana 8 M (ahora del virus comunista eutanasiador de ancianos y jóvenes a más plazo) y 1º de mayor, fiesta del comunismo, que no del «trabajo». Incluso hay marxistizado la fiesta de San José, añadiéndole el apelativo falso de «obrero». Un carpintero era y fue durante siglos un artesano, un autónomo, por mucho que lo disfracen papas y obispos envenenados de marxismo de proletario de la solidaridad obrera del «proletarios del mundo, uníos», lo único en lo que parecen creer no pocos autodenomindados católicos de hoy. El vodka y todo tipo de narco tráfico es vital para la supervivencia del marxismo y la democracia. Conviene, según ellos, que la gente se drogue mucho, para que no reflexione y vea muchas cosas «buenas» en el marxismo y su prostituta púrpura de Babilonia, la democracia.
El cuarto mandamiento resulta transgredido para los marxistas del siguiente modo: «el proletariado no tiene patria». Si el proletariado no tiene patria, ¿qué importa aquello por lo que lucharon todos nuestros antepasados, padres incluidos? El marxismo odia las naciones, la historia e, incluso, a todos sus antepasados. Como bien especificaron Lenin y Stalin, el comunista no tiene familia, solo pertenece al partido. Llegaron al extremo de sonsacarles a los hijos en las escuelas, información sobre opiniones políticas de los padres y separarlos de ellos por «explotadores», pero el sr. Henríquez ve algo «bueno» en el marxismo.
El quinto mandamiento creo que no merece ni comentario extra en cuanto a su incumplimiento por el marxismo. No ha habido ideología (la marxista sí lo es) que haya provocado tal cantidad de muertes, opresión, torturas, condenas en vida y al infierno y desgracias humanas más innumerables que el marxismo. Sobran más comentarios, aunque el sr. Henríquez ve cosas «buenas» en el marxismo. Alucinante. El sr. Henríquez responde al prototipo de católico de la doctrina social socialista de la Iglesia, marxista y apóstata, de esos que comulgan de pie y en la mano porque se considera a la altura del mismo Dios, no como los tres pastorcillos de Fátima, de rodillas (porque ante Dios toda rodilla se doble, no ante los negros de USA para ganar votos, que es idolatría. Y Dios está en Cuerpo y Sangre Santísimos en la Eucaristía, aunque pocos lo crean ya) ante el ángel que se la suministró antes de la primera aparición de la Santísima Virgen María en Cova de Iría. ¿Por qué odia la gente, incluso la más patriota y católica aparentemente, tanto a la Verdad? ¿Es que no valoran lo que nos hará libres? Si frente a los malos tenemos hipócritas y falsos creyentes, ¿qué luz y qué fe hay en el mundo?
El sexto mandamiento es, junto con el anterior, el que más conculcan los marxistas, aquel cuya transgresión más almas lleva a los altos hornos del fondo del infierno según nos ha revelado la Bienaventurada y Santísima Virgen María, Excelsa Madre de Dios y Madre nuestra. Ya se que el que no cree en Dios y no ha visto las llamas del infierno se ríe de quien trata de avisarle antes de que sea demasiado tarde, como los fariseos se reían de Jesucristo cuando estaba en la Cruz conminándole a que se librase de su calvario si era el Hijo de Dios. Luego vendrán el llanto y el rechinar de dientes por mucho que gobierne VOX a partir de 2024 si llega a entonces. El marxismo es ideología de género, ideología de la idolatría de la sodomía y demás depravaciones y escándalos (incluso de menores) llamada lgtbi, idolatría de la lucha de sexos, de la lucha de razas, de sanos contra enfermos, de gente de orden contra «revolucionarios» delincuentes y criminales, de castos contra depravados, de la vida contra la muerte del aborto y la eutanasia forzosos, y de su amo satanás contra Nuestro Señor Jesucristo. Para ellos no hay manera de sobrevivir que sembrar cizaña entre supuestos «opresores» y supuestos «oprimidos», incluso para desviar la atención de sus genocidios innumerables. Esa es su sangre y su aliento. Pero don Luís Alberto ve algo «bueno» en el marxismo. De hospital psiquiátrico, vamos.
El séptimo mandamiento es justo lo opuesto a lo que promueve el anticristo marxista. Nadie ha robado, saqueado y requisado más que los regímenes marxistas, incluso los más moderados o socialdemócratas. Lo de la abolición de la propiedad privada lo dice todo en ellos. Su envidia y malestar por el bien ajeno es ilimitada. Para los marxistas solo hay materia y nada más.
El octavo mandamiento lo transgreden de forma tan continua que es su forma de vida. Bien se podría decir que el marxismo es la ideología del príncipe de la mentira. La Verdad y el marxismo son totalmente incompatibles como el trigo y la cizaña. El marxismo necesita la mentira difundida por su propaganda embustera como el aire para respirar y la sangre de un organismo vivo. Nadie manipula y miente mejor que el buen marxista, como nadie seduce mejor que el demonio. Su incompatibilidad con la Verdad, y con Jesucristo Nuestro Señor, es total. Pero don Luís Alberto…
El noveno mandamiento no puede ser evaluado salvo por el mismo Dios. Pero la conducta del marxismo respecto al «destape», la ridiculización de la cristiana castidad, la pornografía, la «educación» sexual (escándalo del que Jesucristo nos previno acerca de sus autores, a los que más les hubiese valido no haber nacido) adoctrinadora en la depravación antinatalista y pro sodomía, etc., lo dicen todo.
Y el décimo mandamiento es lo opuesto precisamente a la codicia enfermiza y envenenada que los marxistas y, los que no siéndolo, se han visto engañados por el marxismo, sienten respecto a la desigualdad (de ahí la «justicia social o socialista», que no la Justicia de Dios, Verdadero Juez Justo que otorga 5, 2 y 1 talentos que los primeros quieren «corregir» como quien quiere «corregir» a Messi por ser tan bueno jugando al futbol, cosa muy «injusta», aunque juegue en un equipo vomitivo antiespañol. ¡Quién nos mandará impartir justicia si nadie nos ha nombrado jueces y el Señor nos lo aclaró todo en Mt 6!. Pero nada, con los ateos católicos de la doctrina social socialista de la Iglesia hemos ido a topar.), buscando siempre al Estado paternalista corrector y socialista, incluso socialista de derechas com el que quiere Vox, ese que paga las nóminas de los empleados de empresas privadas (cuando los católicos verdaderos no tenemos más Padre que el Padre Celestial).
Y del anarquismo o comunismo libertario solo voy a citar algo que leí en un libro de Pío Moa acerca de su proceder en nuestra Cruzada, cuando emitían vales por «seis porvos con la lola». Pero el sr. Henríquez ve cosas «buenas» en el marxismo y el anarquismo (espero que no las que he citado). Seguramente también vería cosas «buenas» en el infierno, ya puestos. Vaya nivel, Maribel, de cristianización.
[2] El nazismo o nacionalsocialismo (esto aún suena peor e impreciso, mejor y más ajustado a los hechos hubiese sido denominarlo nacional tradicionalismo por su amor a la historia de la gran Germania, pero inicialmente se trató de atraer a un parte del pueblo pobre y muy influida por el marxismo, de ahí el nombre. De igual modo tampoco en la España de Franco hubo sindicalismo a pesar del nacional sindicalismo o los sindicatos verticales, un mero reclamo propagandístico para atraer voluntades, gracias a Dios) es un movimiento extremadamente patriota alemán, furiosamente antimarxista a pesar del nombre y de carácter militarista.
Patriota porque no solo perseguía la unidad de Alemania sin fisuras y sin «riñas» o separatismos entre regiones (Ein Volk, Ein Reich, Ein Führer, similar a Arriba España, Una, Grande y Libre de FET de las JONS), sino la anexión de territorios germanos como Austria, los Sudetes, Memel, Renania y el corredor del Báltico, previamente arrancados a Alemania, además de ensalzar la historia de Alemania y sus héroes, del mismo modo que con Franco se ensalzó la unidad de la patria y a los héroes y santos de todos los tiempos de nuestra amada patria. Y no toleraba Hitler a los que consideraba enemigos de su patria, los judeo marxistas, como los que somos españoles tampoco toleramos a quien nos llama maketos de raza inferior o bestias hablantes.
Antimarxista porque Hitler consideraba, como la inmensa mayoría de hombres y mujeres de bien en el mundo, especialmente católicos verdaderos, que el marxismo es una aberración satánica verdaderamente perversa y sin parangón, como realmente demostró ser y demuestra ser en base a los hechos históricos, no la propaganda incluso democrática. El NSDAP fue el único movimiento capaz de evitar por la fuerza de las armas y vertiendo su sangre y la de sus oponentes, que la peste bolchevique, en Alemania representada en los espartaquistas comunistas, el grupo comunista más fuerte de la tierra, más que el partido bolchevique de Lenin y Stalin, se extendiese a la propia Alemania, con lo que hubiese sido imparable en toda Europa. Incluso sin ayuda de ninguna otra fuerza democrática, tan idolatradas hoy, cobardes sin tasa tanto ayer como hoy. Pero esto hay que censurarlo hoy o asumir las consecuencias de ser llevado a un tribunal y condenado del modo más arbitrario y sectario imaginable, ya que la Verdad hiere mortalmente al marxismo y a la democracia liberal conservadora, a la uña y la carne, casi por igual. En las campañas que Hitler llevó a cabo durante los años 20 y 30 se puede leer casi siempre rótulos de este estilo «Macht Deutschland Marxismus frei!» (haz que Alemania quede libre del marxismo) y sus arengas contra el marxismo son continuas (incluso el diario ABC le llegó a entrevistar en los veinte y no paraba de advertir del peligro del marxismo. Curiosa coincidencia de un personaje tan satanizado por izquierdas y derechas y las advertencias que Nuestro Señor y la Santísima Virgen María nos hicieron llegar a través de los pastorcillos de Fátima, Garabandal, Sta. Faustina Kowalska, Medjugore, etc., cada vez menos censuradas por los obispos de la doctrina social socialista de la Iglesia y de la teología de la liberación y demás logias anticristianas). En el libro de Mein Kampf expone Hitler la clara asociación que los judíos tienen con ese anticristo marxista, tan propagado por sus medios (¿en manos de quién están hoy los medios de comunicación en un 99%, de Donald Trump?). De ahí el origen de su antisemitismo, pues consideraba a todos los judíos marxistas, en una especie de asociación darwinista entre judíos errantes y sin patria y marxismo. No obstante, más del 90% de los judíos europeos de su época eran de izquierdas, como más del 90% de los habitantes de varios pueblos vascos y catalanes odian a España.
De carácter militarista. Es decir, se trataba de un movimiento paramilitar apoyado incluso por la cúpula del ejército alemán derrotado en la Gran guerra, que soportó humillaciones del estilo de las que soporta hoy España (bien calladita, no vayan a tildarnos de «fachas» por alzar la voz y así no se ganan las elecciones), tanto dentro como fuera de sus fronteras. Los nazis vestían de uniforme. Camisa parda y brazalete inicialmente, además de portar armas con las que se quitaban de encima a todos los rojos que venían a hacerles escrache y salían sangrando como cerdos el día de la matanza (no pocos convertidos en patriotas antimarxistas nazis después de venir a las reuniones de Munich de Hitler rojos como tomates). No se andaban con chiquitas y pegaban puñetazos hasta en el carnet de identidad de sus oponentes, a los que solían sojuzgar incluso en inferioridad numérica inicial y sin ayuda policial alguna, presta siempre a ayudar a sus oponentes y a los de derechas, los liberal conservadores. El pueblo alemán supo valorar la disciplina, el orden, la austeridad de medios, la educación y buena formación de sus líderes, la reciedumbre y la tenacidad castrenses de los que les libraron de caer en las fauces del comunismo. No obstante, las SA iniciales se transformaron pronto en las mucho más profesionalizadas y más fanatizadas SS, eliminados los elementos semi marxistas como el homosexual Röhm. Por cierto, la actuación de las Waffen SS en la guerra, especialmente en el este, contra el comunismo, fue escandalosamente exitosa. Normal que incluso hasta 1944 no pocos militares profesionales creyesen que con armas adecuadas ganarían aún la guerra.
Si el sr. Henríquez quiere consultar un artículo que me publicó amablemente El Correo de España sobre Hitler en respuesta a don Julio Ariza y en alusión a los Gulags y a Paracuellos y la «liberación» a la que el mundo denomina la invasión roja de Polonia en 1944, le invito a que me refute una sola de las afirmaciones que en dicho artículo figura, ya que califica al nazismo con todos esos apelativos propios de un marxista o un liberal conservador enemigo acérrimo de la Verdad que es Jesucristo Nuestro Señor y muy amigo de la pocilga hollywoodiense y de la única versión que sobre el nazismo hay en el mundo y que no se quiere tocar, la de los comisarios soviéticos. Vea esto, sr. Henríquez, ya que dice usted ser católico y aprenda a discernir entre el bien y el mal o no se llame a usted mismo católico, por no incurrir en herejía y blasfemia al no saber a quién adora y al atribuir simplemente el carácter de erróneo del marxismo (erróneo no, satánico sí):
a) Criminal es el marxismo y la democracia, el aborto, la eutanasia, la manipulación de embriones, el divorcio destructor de familias, las drogas, la ideología de género y lgtbi, el adoctrinamiento en el escándalo sexual incluso a los más pequeños, la impunidad de la violación si la cometen los menas y cualquiera que no sea español, la delincuencia y la corrupción rampantes, los asesinatos crecientes en número, etc. Inhumano es encarcelar a centenares de millones de seres humanos en sus aldeas, deportar, fusilar y torturar por no ser marxistas, condenar a gulags, matar de hambre, miseria y paro, etc.
b) Deshumanizante es el marxismo y la democracia, sistemas enemigos de Dios, promotores máximos de la pornografía, de las drogas degradadoras del ser humano hasta el extremo, la prostitución, la sífilis y todo tipo de enfermedades de transmisión sexual, las torturas de las chekas, la persecución de los católicos, la destrucción de templos y la prohibición del culto, el intento de destruir en todo hombre y mujer lo que más les distingue de los animales, la fe, la esperanza y la caridad, tan connaturales al buen católico, etc.
c) Totalitarios son el marxismo y la democracia, no el III Reich ni el Régimen de Franco aunque así lo expresase ante las cámaras en 1939. Nadie retuvo a nadie en Alemania hasta el día 1/9/1939, luego no vivirían tan mal los judíos allí ni tan amenazados debieron sentirse los judíos de países limítrofes. Siempre les quedó la estación de Canfranc y la acción católica de embajadores de Franco que les previno de la cólera revanchista al atraer a USA a una guerra a la que no fue llamada, como el Imperio Británico. Y para totalitario hasta los que en regímenes marxistas o democráticos quieren enseñarle a los niños en las escuelas a tener experiencias sexuales con todo tipo de personas incluso a sus cortas edades. Eso sí que es totalitario, arrebatándoles a los padres el derecho a educarlos en sus valores, y no vestirles de uniforme y enseñarles a amar a Dios y a su patria.
d) Perversos son el marxismo y la democracia. Hasta el papa Pio XI lo reconoció respecto al primero. Y respecto a la otra, la fulana del comunismo de Babilonia, no hay más que haber vivido en España los últimos 45 años para constatar su perversidad, la de sus dirigentes, los políticos de todo corral que nos la han dejado a España hecha trizas y arruinada.
e) Genocida. Del marxismo no digo más (dicen que más de 100 millones de muertos. No se lo creen ni hartos de vino. Seguramente que más de 5 veces más si contamos abortados hasta hoy en todo el mundo y las víctimas del comunismo chino aún hoy). De la democracia digo que en España lleva ya más de 3 millones de niños y niñas no nacidas exterminadas en clínicas abortistas con gobiernos de derechas y de izquierdas y más de 40000 ancianos asesinados con eutanasia forzosa social comunista actual. ¿Cuantos de estos en el III Reich, sr. Henríquez? Y no busque en las películas hollywoodienses, que no son fuentes históricas, solo de propaganda depravada. Mentir es pecado mortal, como usted bien sabrá.
f) Fomentador de odio a los judíos. Eso también nos lo achacan los ateos a los católicos respecto a Nuestro Señor Jesucristo según Mt 23; 33 o respecto a la reina Isabel la católica que los expulsó de España al ser imposible convivir con ellos (que pena que no expulsemos a vascos y catalanes antiespañoles de igual manera). Otra fábula y falacia más de los que en realidad no creen en Dios porque no aceptan la Verdad. Los judíos han sido perseguidos como pueblo asesino de Cristo en todos los continentes y durante siglos. Y si hay un país que los persiguió más que nadie, ese fue la URSS del anti judío Stalin, cuyos crímenes atribuye a los nazis, como no. Los judíos no dejaron de ser perseguidos en Rusia tras el triunfo bolchevique por mucha sangre judía que tuviesen los primeros líderes bolcheviques. El antisemitismo, eso sí, muy intensificado en la antitroskista era de Stalin, siempre estuvo muy extendido en la URSS. La judeo filia tan extendida hoy es claro indicador de la pérdida de fe en Cristo Jesús y de la hipocresía farisea imperante en busca de votos. Ni matarles, ni perseguirles, ni adorarles. Que se conviertan y acepten la Verdad, que es Cristo Jesús, y acabarán las persecuciones.
g) Inhumano. Atributo propio del marxismo y de las democracias, ateos sin posibilidad de rehabilitación. Las democracias no tienen futuro porque no ponen a Jesucristo Nuestro Señor en el centro de nuestras vidas, sino a la política y los votos. Desde luego, Franco y Hitler representan mucho más una reacción contra la descristianización de occidente que las malditas democracias. Fíjese, sr. Henríquez, si fue inhumano el nazismo que tras invadir la URSS volvió a abrir las iglesias ortodoxas al culto (muchas de ellas celebrando misa católica y con aldeanos soviéticos agradecidos por ello a los alemanes y con lágrimas en los ojos, ya que la mayoría de soldados y oficiales de la gloriosa Wehrmacht en el este eran católicos y anticomunistas como Dios manda, como los gloriosos españoles de la gloriosa División Azul que seguro que no eran todas esas cosas que ud. don Luís Alberto atribuye de modo políticamente correcto, es decir, fariseo, al nazismo) que los comunistas empleaban como destilerías de vodka (el opio del comunista, hoy la coca y la heroína), arsenales, salas de cine, cuadras, talleres, etc., aunque hoy esto lo callan todos los obispos de la tierra, no vaya a ser que el nazismo no fuera como usted y ese tipo de católicos de la doctrina social socialista de la Iglesia dicen.
h) Si a estas alturas ya no sabemos qué es y qué no es incompatible con ser un verdadero católico, un verdadero cristiano, es que tenemos un problema de discernimiento muy grave que tiene difícil curación si es que la tiene. No vale lo que diga la mayoría del ¡Crucifícale!. La Verdad, que es Jesucristo Nuestro Señor, no atiende a las mayorías, aunque sean de vuestro querido y valiente VOX.
[3] Respecto al anarquismo le remito a elementos subhumanos según su fruto, como Buenaventura Durruti, los hermanos Ascaso, García Oliver (la panda de los llamados «los solidarios»), Federica Montseny, etc. Asesinos sin tasa, atraca bancos internacionales, destructores de todo el patrimonio histórico, religioso y cultural que caía a su paso (motivando que Franco no tomara Madrid ante su política de tierra quemada que amenazaba a nuestra gran capital en caso de tener que huir como el gobierno de Largo Caballero), destructores de Irún y otras muchas localidades aragonesas y vascas, violadores, descuartizadores de monjas, profanadores de tumbas, toreros y banderilleros de sacerdotes y seminaristas en Barbastro, juerguistas revolucionarios según la abortista Montseny (como nos ha ilustrado Zavala), roba camisas de pequeños propietarios, arruinadores del campo hasta la semiente, etc. Normal que los acabase exterminando Líster y compañía en la guerra de aniquilación interior que el bando rojo tuvo tras el frente. Aún hoy no paran de descubrirse fosas en las cunetas de esa guerra interior. Pero don Luís Alberto ve en ellos cosas «buenas», como en los marxistas. Seguramente también en el demonio ve cosas buenas, porque con esa capacidad de discernir….
[4] Adelante, siga, siga, don Luís Alberto. Siempre colando el mosquito y tragando el camello. Vaya manera de ser católicos. Si no se sabe discernir entre defensores y destructores de la cristiandad… No olvide ud. don Luís Alberto la machacona insistencia de los del PNV del jesueta Arzallus (que Dios le haya perdonado) sobre los 16 sacerdotes vascos fusilados por los nacionales, con visto bueno de Franco a las sentencias condenatorias. No puedo creer que usted y muchísimos que dicen ser patriotas y católicos realmente crean en Dios, que es Padre creador, Hijo redentor del mundo y Espíritu Santo Paráclito. No resisten en absoluto un análisis coherente con los Santos Evangelios. En realidad son de la doctrina social socialista de la Iglesia, la que subordina a toda la Iglesia, haciéndose funcionaria de ellos, a los políticos, al Estado y a la democracia (aún sin condenar por la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana) que no a Dios como debieran. ¡Qué pena!…
Firmado: Hugo Rodríguez Pacios.
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