24/11/2024 10:44
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Este blog tiene más de diez años y nunca le había sucedido que su dueño, durante seis días, no haya podido escribir porque no sabe lo que va a pasar. A veces, antes, no se sabía lo que iba a pasar en Chile, pero siempre sí se sabía lo que iba a pasar en Estados Unidos. Ahora allá están más perdidos que los chilenos, lo que no había sucedido nunca. Tienen, supuestamente, un presidente al que la corriente dominante de la prensa declara electo, pero ningún órgano oficial puede confirmarlo. La Administradora General de Servicios del gobierno norteamericano, Emily Murphy, no entrega fondos para que Biden prepare su ascenso al cargo, porque a ella no le consta que haya resultado electo. La corriente dominante de la prensa sostiene que ganó por más de seis millones de votos, pero el principal abogado de Donald Trump, Rudolph Giuliani, ex alcalde de Nueva York, y una de las abogadas criminalistas más conocidas de los Estados Unidos, Sidney Powell, aseguran que los votos han sido contados por máquinas Dominion de una firma venezolana cuyos dueños hacían ganar las elecciones de su país a Chávez y Maduro; y que Trump ganó en los hechos por varios millones de votos. Eso terminará en los tribunales durante no se sabe cuánto tiempo y lo dirimirá la Corte Suprema norteamericana, hoy no sabemos cuándo, y entretanto Trump debería seguir en el poder.

El año 73 en Chile había otra crisis total, pero también había, por lo menos, certezas: 81 diputados, que representaban a los dos tercios de la ciudadanía, les pidieron a los militares que asumieran el gobierno, sin decirles cómo. Pero el principal líder de esa mayoría sí les había adelantado públicamente cómo: «Esto se arregla sólo con fusiles». Frei Montalva, Aylwin, Jarpa, Bulnes y hasta el Hermano Bernardo Leighton estaban de acuerdo. Ahora no. No hay acuerdo. Piñera y todos sus ministros, Lavín, Longueira y Bernardo Larraín Matte, presidente de la SFF, votaron «Apruebo». El hermano más destacado de Piñera, José, ha dicho en todos los tonos que no ha podido encontrar a una sola persona seria que le dé una buena razón para votar «Apruebo». Y, en efecto, en la zona oriente de Santiago, que es donde vive la gente más ilustrada y próspera del país, alrededor del 60 % de la ciudadanía votó «Rechazo», pero el «Apruebo» ganó en el resto del país con el 78 % de los votos y sólo el 22 % votó «Rechazo».

Chile es hoy como un matrimonio en que uno de los cónyuges es partidario de dormir en una sola cama y el otro en piezas separadas, uno quiere leer en las noches y el otro ver películas, uno quiere hacer vida de hogar y el otro vida social, uno es católico y el otro agnóstico, uno es de izquierda y el otro de derecha y en lo único en que coinciden ambos es en que estarían mucho mejor separados. Y se separan amistosa y civilizadamente, se reparten sus cosas y viven muchos años por su cuenta por el resto de sus vidas. Yo he propuesto una separación amistosa de las comunas donde ganó el «Rechazo», incluyendo Colchane, por supuesto, del resto del país, pero las «fuerzas vivas» de esas comunas no han hecho nada por concretarlo.

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Hoy no hay soluciones claras en Chile ni en Estados Unidos y nadie sabe qué va a pasar y yo tampoco. Acá y allá puede suceder cualquier cosa. El mundo no estaba preparado para eso. Yo tampoco. 

Me acuerdo que en la crisis de 1982 el abogado de Agustín Edwards, Carlos Urenda, reunió a todo el «establishment» de derecha en su pequeño fundo cerca de Zapallar durante dos días enteros y todos dijimos lo que debía hacerse, pero coincidíamos por unanimidad en que no sabíamos si eso iba a suceder. Pero, a diferencia de ahora, había otro personaje que no estaba ahí y «mandaba el buque». Se llamaba Pinochet. Afortunadamente, pensaba como nosotros, aunque tenía vacilaciones, que él llamaba «juego de piernas». De repente parecía perder el rumbo  y designaba a Escobar Cerda en Hacienda, pero después lo recuperaba y reemplazaba a éste por Büchi, así es que al final Chile salíó de la crisis antes que el resto de América Latina. Pero ahora nadie «manda el buque». En una de ésas Alejandro Navarro se mejora y un día va pasando frente a La Moneda y se la toma y resulta que, para no atropellar sus DD. HH., nadie va a sacarlo de ahí. Así sucedió en Cuba en 1958, cuando Fidel se tomó el Palacio de Gobierno al frente de 200 guerrilleros y las fuerzas armadas de Batista, 30 mil hombres bien equipados, no hicieron nada, porque su jefe se había ido a Estados Unidos con una millonada de dólares en la maleta.

Lo siento, no sé qué va a pasar. Ni en Chile ni en Estados Unidos. Sólo sé que ya no está Pinochet ni nadie que se le parezca. Y que la DC se fue a la izquierda y también parte de la derecha hizo lo mismo y ambas son parte del problema y no de la solución. 

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Entonces podemos encontrarnos un día con que Navarro, recuperado, se tomó La Moneda y puso a la Pamela Jiles en la presidencia y ahí sí que los quiero ver.

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Autor

REDACCIÓN