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Conferencia en el Círculo Mercantil, Agrícola e Industrial. Zaragoza, 9 de noviembre de 1.975

  

Creo que nunca se celebró un acto político en circuns­tancias tan llenas de dolor e incertidumbre como el que ahora nos congrega; y creo también que ninguna ciudad de España, como Zaragoza, bajo la protección de Santa María de la Hispanidad, cuna de nuestra fe, podría ofrecernos marco más propicio para estas reflexiones en alta voz sobre tales circunstancias y sobre los problemas derivados de las mismas.

Acabamos de vivir con indignación justificada un periodo largo, aunque similar a otros que anteriormente padecimos, de ofensiva internacional contra España.

Estamos viviendo con zozobra e inquietud la dura bata­lla de Franco con la muerte.

Y al fondo, como aprovechando la coyuntura, se oye el rumor de la «marcha verde» mezclado con las palabras untuosas del rey Hassan, que avanza sobre tierra que hemos considerado es­pañola. (OVACIÓN)

Los tres temas ofrecen, sin duda, materia más que sufi­ciente para meditar, y aunque me consta que su tratamiento en pú­blico no es tarea fácil, considero que, por razones varias, no debo hurtarme a la obligación de hacer luz sobre ellos, evitando la confusión ideológica y táctica que es el peor de los males, porque puede paralizar la ilusión y la esperanza colectivas de un pueblo.  (GRAN OVACIÓN)

El método, que es necesario para toda exposición lógica, exige un encadenamiento de las situaciones contempladas. Comenza­remos con un análisis de la España de hoy; continuaremos con la cuestión del Sahara, para terminar con la dolorosa perspectiva de la muerte de Franco y la esperanza renacida de la continuidad de la filosofía del Régimen en la persona del príncipe Juan Carlos.

– I –

LA    ESPAÑA    DE HOY

Aún está vivo el eco de la confabulación universal con­tra España, por la sencilla razón de haber actuado con energía y con justicia contra el terrorismo. Ya puede el Gobierno practicar la apertura preconizada el 12 de febrero; ya puede permitir la más abyecta pornografía en el libro, en las revistas y en los es­pectáculos; ya puede patrocinar la democracia a estilo europeo, con sufragio universal y partidos políticos; ya puede alentar la más amplia libertad religiosa, consintiendo, incluso, la ofensa pública a la persona sagrada de Cristo. Mientras Franco viva, mientras aliente algo del espíritu de la Cruzada, de los ideales que forjaron la España nacional y victoriosa contra el comunismo y la masonería capitalista, mientras pese a todos los añorados aperturismos, haya una reacción digna, gallarda, consecuente con­ las exigencias más elementales de la lealtad al Régimen, el marxismo y sus lacayos espurios se levantarán como una jauría vociferante de lobos contra España.  (OVACIÓN PROLONGADA)

Alguien se ha atrevido a decir y a escribir de fronteras para dentro, que esas voces insultantes no se dirigían contra España, sino contra un sector de españoles, aquel sector que podría denominarse 1.936/1.939, es decir, el sector al que en tono peyorativo se viene calificando de «ultra», de fascista. Pues bien, el que habla así ¡miente! Y miente, en primer lugar, porque el más directo destinatario de esos insultos y de tales ofen­sas es el Gobierno, ya que el Gobierno representa a la nación, y nunca hubo, a mi modesto juicio, un Gobierno menos «ultra» y menos «fascista» en el sentido en que el adversario acostumbra a utilizar dichos términos, que el que rige en la actualidad los destinos del País; (OVACIÓN) y miente, en segundo término, por­que en la confrontación de la guerra, no fue un sector de Espa­ña el que triunfó sobre un sector distinto, sino que fue España, la que con un esfuerzo heroico venció a quienes nacidos dentro o fuera de España, querían destruirla, arrancando el alma de la nación, raptándola, y proponiéndola lo que García Morente llamaba con acierto un «imposible histórico».  (OVACIÓN)

En esta hostigación odiosa y universal contra España, conviene que destaquemos a:

– Echeverría (risas), presidente de México, que se ha atrevido a pedir la expulsión de España de la O.N.U., olvidando su época de ministro del Interior y sus matanzas impunes de estudiantes. (APLAUSOS)

– El primer ministro sueco, recaudando aportaciones para premiar a los asesinos, sin acordarse de que Franco, el amigo de Hitler, no toleró que Hitler traspasara nuestra frontera, en tanto que los valerosos militantes de la socialdemocracia sueca, los an­tifascistas se escondían acobardados en sus casas o rendían homenaje público al invasor. (OVACIÓN)

– El 25 de Abril portugués, tan alabado y cacareado por la prensa del carril española, que en nombre de la democracia, y de la no intromisión en los asuntos ajenos, redujo a escombros la embaja­da en Lisboa, y a ceniza sus obras de arte, sin que, permitirme el paréntesis, el embajador de España defendiese ese patrimonio material y artístico, exponiendo su vida como era su deber (INMENSA OVACIÓN); y sin que hasta la fecha el Gobierno de Portugal nos haya indemnizado los centenares de millones imputables más que a su negligencia a su complicidad. (APLAUSOS)

– El Mercado Común, que, en una nota repugnante e indigna, interrumpe sus negociaciones con España, dándonos la razón a quienes hemos visto en el Club de los nueve, un supermercado capitalista, en el que burbujean todos los egoísmos, y en el que, tal y como están las cosas -así lo ha reconocido el ministro Sr. Cron, uno de sus grandes defensores- la ruptura negocial, lejos de perjudicarnos, nos favorece.

– Juan Bautista Montini. Yo sé de las vacilaciones de muchos católicos ante la manifiesta hostilidad de Juan Bautista Montini. En Fuerza Nueva hemos tratado de aclarar los escrúpulos de conciencia. Pero hay un ejemplo aleccionador por su claridad, en el Evangelio, cuando distingue entre Pedro y Simón. Habla Pedro cuando confiesa la divinidad de Cristo. Esa confesión, dice el Maestro, contestándole, no la ha inspirado ni la carne ni la sangre, no es de inspiración humana, dada la acepción que carne y sangre tienen en el lenguaje hebreo, sino que es de inspiración divi­na, fruto de aquella asistencia del Espíritu Santo para que Pe­dro se mantenga en la fe, y, como Cristo rogó, pueda confirmar­ en la fe a sus hermanos. Habla Simón, por el contrario, es decir el hombre, inspirado por la carne y la sangre, y, por tanto, cuando por puros condicionamiento humanos ideas, prejuicios, aversiones familiares o instintivas, criterios equivocados, información falsa, reconviene a Cristo para que no vaya a morir a Jerusalén, para que no cumpla con la voluntad del Padre, con su misión salvadora de la humanidad. Y Cristo, que a Pedro le llama bienaventurado (“Beatus est”) cuando confiesa su divi­nidad inspirado por Dios, le llama Satanás («Vade retro Satanas») y le arroja de su lado y le califica de escandaloso (“scandalum est mihi”) cuando le requiere para que no cumpla con su deber, inspirado sin duda por un falso amor a Jesús, o por el temor a los enemigos del Maestro. (OVACIÓN INMENSA)

El católico de buena formación y rectitud de concien­cia sabe que en el misterio de la Iglesia, juegan hombre y oficios, carne llena de imperfección y Espíritu que recrea y justifica, y que por ello hay que distinguir, sin perjuicio del respeto y de la caridad, entre Pedro y Simón, entre las palabras que por medio de una misma boca pronuncia Pedro, movido por el Espíritu Santo, para confirmar en la fe, y las que pronuncia Simón, movido por sus propias convicciones, para presionar al gobernante que habiendo recibido de Dios la autoridad, a Dios tiene que dar cuenta de su ejercicio, protegiendo la vida de los ciudadanos y la paz de la nación, cuyo gobierno le ha sido encomendado. (OVACIÓN)

Volvemos a tomar el hilo después del muestreo necesariamente parco de esta ofensiva internacional. Y volvemos a tomar el hilo porque la explicación última de esta campaña todavía humeante por sus destrozos, está en que España sigue comportándose ante el mundo como un tema universal.

Recordaba hace muy poco a los amigos de Valencia que en un libro recientemente publicado en Moscú se dice que el 18 de julio de 1.936 es el acontecimiento político número uno de la política mundial, y ello es lógico, toda vez aquí se han ventilado y puesto en tela de juicio valores trascendentes y universales, y porque España, la nación española, fiel a sí misma, frente a todo internacionalismo arrollador, nivelante y ti­ránico obtuvo una victoria única y singular. Pues bien; en tan­to España mantenga o se entienda que mantiene en alto esa victoria, será estimada, de un lado, como un ejemplo esperanzador por las naciones sometidas o por las naciones que aun luchan contra el mismo adversario al que recuerda su derrota y la posibilidad de que esa derrota pueda, con el estímulo de la heroica lección ofrecida por nuestro pueblo, repetirse en otras latitudes.  (APLAUSOS)

El enemigo así lo reconoce y no descansará, desasose­gado e inquieto, mientras viva y aliente. El enemigo no ha hecho ni puede hacer la paz. Si la hiciese habría abdicado de su propia filosofía. Albert Camus, premio Nobel de la paz, ha escrito, desde el campo adverso, que muchos hombres «llevan a España en su corazón como una herida que les muerde, y que sienten el drama español como un drama personal». Y Mark Arnol Foster, editorialista de “The Guardian» de Londres, afirma que con respecto a España se respira el aire de un asunto que después de casi cuarenta años, puede considerarse no terminado to­davía. En el campo rojo estuvieron Hemingway, Orwell, Malraux y -muchos dirigentes políticos de los países, comunistas o no, de­ la Europa actual. Su herida sangra ante una reafirmación española de continuidad, y toda la amargura que les corroe, aprovecha cualquier oportunidad para pedir la revancha.

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Lo que olvidan los amargados, es que frente a la herida envenenada y ponzoñosa de los que viven en odio, de los que no perdonan, en millones de hombres de todos los países de­ la tierra sigue alentando un sentimiento de gratitud hacia los mártires y los héroes, hacia los que generosamente dieron aquí la existencia por la esencia, a los que se inmolaron plenamente por Cristo y por la Patria. (OVACIÓN)

     Por eso la guerra no ha terminado; porque esta guerra está planteada en todos los campos, en todos los países; porque su planteamiento esencial demanda de cada hombre concreto y de­terminado la adopción de una postura, sin que le sea dado sustraerse a la demanda. La guerra de España, siendo netamente es­pañola, incide, penetra, sin posibilidad de esquivo ni evasión, en cada hombre de nuestra época. Por eso es a un tiempo personal y cósmica, y por ello perenne; por eso se ha escrito, se escribe y se seguirá escribiendo en un tono apasionado, controvertido, polémico y militante sobre ella; por eso España está en el primer plano de actualidad, porque ha condensado y subli­mado en si misma el drama colosal de nuestro tiempo. En España se está jugando, se sigue jugando el destino de Europa, del Orbe. De aquí que cuando España reacciona conforme a su propio estilo de vida, el mundo se conmueve, y nos ame o nos odie, como signo de contradicción, pero jamás de desprecio. (OVACIÓN)

Desdichados, pues, los perezosos o egoístas que creyeron en la paz y en la reconciliación; porque siendo imposible la reconciliación ideológica en temas esenciales, y siendo las ideas las que movilizan a los hombres, mientras el marxismo exista y mientras el capitalismo apátrida domine una parte del mundo, el enemigo no depondrá las armas, y al deponerlas nosotros el campo queda libre para el avance enemigo.

De este modo, la España plural que es legítima mientras lo múltiple sea un reflejo de la unidad de historia, de conciencia y de destino, al cabo de casi 40 años, es una Espa­ña en trance de división, troceada por el separatismo terrorista, por los ensayos de partidos políticos, por el enfrentamiento clasista, que, si no cuaja entre los trabajadores, pone su banderín de enganche entre los hijos de papá, en muchas ocasiones privilegiados de la vida y del Régimen. (INMENSA OVACIÓN)

Menos mal que no obstante el esfuerzo por reelaborar y manipular la Historia más reciente, por oscurecer y tergiversar las razones del Alzamiento y la necesidad de que España se arrancase de su propio ser el cáncer que la devoraba, del olvido de tantas vidas excepcionales, de la ironía que ha ido envolviendo tan inimaginable sacrificio, de la ambición desmedi­da de algunos que se han servido del Régimen y ahora sirven a sus enemigos, el pueblo, desorganizado y sin mandos, respondió muchas veces, y entre ellas el 17 de diciembre de 1.970 y el 1 de octubre de 1.975, poniendo de relieve que el espíritu español está vivo en la generación presente. Lo habían adormilado, drogado aturdido. Pero ahora está dispuesto otra vez. Millares de jóvenes caminaban a nuestro lado, un último instinto de Pa­tria, un profundo sentimiento de dignidad y españolía, los pu­so en pie, y acudieron a nuestro lado. Por eso cuando «News Week”, revista claramente hostil al Régimen, quiso dar una visión de aquel alarde de sana virilidad, reproduce a todo co­lor en su portada, una legión juvenil de “Fuerza Nueva”, que con las banderas de España y del Movimiento, la boina roja y la camisa azul, el «brazo en alto y la palma abierta, afirmaban el honor nacional por las calles jubilosas de la capital de la Patria. (ENORME OVACIÓN)

A nuestro lado marchaban también, aunque no estuvie­ron presentes todos los hombres de buena voluntad: los que se manifestaron en Paris y en Reggio-Calabria; los que han escri­to en periódicos protestando por la injusta agresión; los que buscan para sus países y sus familias la paz y la seguridad; los que empiezan a comprender ante el desorden y la anarquía que les rodea, que España tenía razón; los que amordazados por la tiranía del papel democrático callan ante la injusticia pero se rebelan contra sus desmanes; los que gimen, lloran y mueren en todos los archipiélagos Gulag de la tierra, desde la U.R.S.S. hasta el Vietnam o Camboya, donde el genocidio o la deportación de los “no personas” como allí se les llama, no ha levantado ni siquiera una voz influyente, caritativa o humanitaria, solicitando clemencia.

-II-

SAHARA

Sahara o la política del zigzag. El zigzagueo político es bueno cuando se trata de un método para alcanzar un fin. Pero la política zigzagueante es mala porque el zigzagueo en este caso es una consecuencia de la duda ante el objetivo que se aspira a lograr. Y así fijaos en los siguientes zigzagueos:

Provincia española de soberanía y a la vez territorio suje­to a descolonización.

Plebiscito a favor de España y aceptación de uno nuevo con intervención de la O.N.U.

Autodeterminación, pero prejuzgándola favorable a la independencia.

Rechazo y aceptación de la competencia del Tribunal de la Haya.

Aceptación de la fórmula descolonizadora de la O.N.U. y ne­gociación tripartita con Marruecos y Mauritania.

Procuradores en Cortes que juran defender la unidad nacional en nombre de su provincia, e invitación al perjurio, pues se les faculta para autodeterminar el destino de aquella. (El presidente de la Yemaa ya se ha autodeterminado a favor de Marruecos. Su decisión ha sido anticipada. ¿Pero se pediría su destitución si la hubiera demorado hasta el día del plebiscito o hasta el día en que se apruebe el proyecto de ley sobre descolonización del Sahara? (APLAUSOS)

– Aparición del Frente Polisario, al servicio de Argelia. Conducta hostil, primero, y de entendimiento, después, con España.

Crecimiento vegetativo increíble de la zona. (RISAS). En 1.966 eran 25.000. Ahora 75.000. En menos de 10 años la población se ha triplicado.  Como si en España hubiéramos pasado de 32 millones a 96 millones, ¡increíble!

Afirmación de que aquello no vale nada y de que todo sacrificio para conservarlo es inútil y estéril, pero ¿los fosfatos, las ciudades, los servicios, la defensa natural de Canarias, la pesca y el mal precedente en la línea con los de Ifni y Guinea, para las plazas de soberanía española en territorio africa­no y para las Islas Canarias?

Viajes de Solís y de Carro, con abandono de la vía profesio­nal diplomática.

Contradicción entre el tema del Sahara y el de Gibraltar (OVACIÓN).

Pero mientras tanto, la marcha verde se agita.

Marcha pacífica? ¿Para abrazar a los españoles? Enton­ces ¿Por qué van unidades del Ejército marroquí? ¿Y es que hay robos pacíficos? Se trata de una interpretación novedosa de la no violencia hecha por un nuevo Gandhi magrebí. «Voy a privarte ­de lo tuyo pacíficamente” afirma «no lo impidas. Mi voluntad de paz legitima la pretensión. Si te opones, te acusaré de violento”. Si la formula triunfa había que copiarla. La ofreceremos a la Alemania federal para que recobre Berlín. (OVACIÓN ENTUSIASTA); a la Argentina, Guatemala y Panamá para que ocupen las Mal­vinas, Belice y la zona del canal (APLAUSOS), y naturalmente trataremos de ponerla en práctica nosotros, los españoles, para el rescate del Peñón. (EL PÚBLICO PUESTO EN PIE APLAUDE SIN CESAR GRITANDO ¡GIBRALTAR ESPAÑOL!)

Detrás del tema del Sahara hay mucho mar de fondo.

Interesan los fosfatos y la posible riqueza petrolera. Hasta el descubrimiento y explotación de aquellos -los más ricos del mundo- nadie reivindicó el territorio.

Argelia quiere una salida al Atlántico.

Detrás de Marruecos y de Argelia, están las grandes potencias en litigio.

Si los saharauis se sienten marroquíes ¿por qué no espera el rey Hassan el resultado del referéndum?

Lo que ocurre es que todos saben que el Sahara occidental, como ahora se dice, no puede ser un Estado independiente. La soberanía será aparencial. Lo único viable es: la anexión a un estado limítrofe; su reparto entre las naciones fronterizas; su continuidad como provincia española o la constitución, como en el caso de Puerto Rico, de un Estado asociado libre, con España.

     Cualquiera de estas dos últimas soluciones hubiera sido óptima, dentro de las circunstancias. Todo menos el abandono (OVACIÓN), sobre todo después de la no devolución de Gibraltar, y la incertidumbre de civiles y militares en la zona. A los primeros se les evacua y quizá se les arruine. A los últimos se les dice que se salvará la dignidad y el honor del Ejército, lo que me parece bien, si se mantienen, porque esa es la misión del Ejército, la dignidad, el honor y los intereses legítimos de España.  (INMENSA OVACIÓN)

– III –

FRANCO Y EL PRÍNCIPE

Franco está enfermo y libra su última batalla con la muerte. Decíamos antes que España es un tema universal, como lo­ es Franco identificado y compenetrado con el ser y el destino de España. Por esa razón, ante Franco como símbolo, se toman posiciones. Madrid está lleno de periodistas, corresponsales, enviados de todos los medios de comunicación social, acechando la noticia, ávidos de gritar al mundo: ¡Franco sigue viviendo! ¡Franco acaba de morir! Y el mundo está alerta.

Los cuervos se reúnen agazapados, como los trásfugas, los huidizos, los traidores (OVACIÓN), porque todo puede atarse y atarse bien, menos la traición (OVACIÓN). Y le tienen miedo, como si todavía moribundo, pudiera ganarles la partida. «Mundo Obrero” reflejando el subconsciente enemigo, trata de ofenderle dibujándole en un ataúd y disparando todavía. Los muros de algunas facultades universitarias se han ensuciado con carteles llenos de odio. Esperan a su muerte para lanzarse, pero hasta el nombre de Franco les estremece y aturde. El disconforme arguye y discrepa, sólo los villanos insultan con su resentimiento cobarde al enemigo. (INMENSA OVACIÓN DEL PUBLICO PUESTO EN PIE, QUE GRITA CON INSISTENCIA: ¡FRANCO! ¡FRANCO!)

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     Bueno es repasar la biografía de Franco militar y político. Los años de África, su combate en la legión, admirado e imitado por los que le siguen, herido en campaña en varias ocasiones, operado en circunstancias difíciles, como lo ha sido ahora, en el quirófano improvisado del Regimiento de su guardia, apagando luces en evitación de averías, como recordaba en un precioso artículo Luis Cano, el General que mandó ese Regimiento.

Tiempo de la Academia Militar de Zaragoza, cuando la República, cuando hubo que cerrar las aulas, cuando su famoso discurso sobre la disciplina militar, que es todo exigencia en tanto que, como lo demostraría el 18 de julio de 1.936, la obediencia no obligue a presenciar mudos y ciegos como las Fuerzas Armadas -en frase de José Antonio- se quedan sin Patria que defender.  (INMENSA OVACIÓN)

 Tiempo de la guerra de liberación, poniendo en prácti­ca feliz lecciones de táctica y estrategia que después servirían de modelo en la última contienda universal.

Tiempo duro de la postguerra, de penuria, con una España que era algo así como un cuero roto en mil pedazos, sin di­visas, sin reservas de oro, con el boicot internacional que nos reducía al hambre, pero también con un pueblo unido y en orden, que arrancó de menos de la nada para comenzar su pujante proceso de desarrollo, de crecimiento industrial y cultural, de respeto y prestigio, y de cotas cada vez más altas de bienestar.

Pues bien, Franco en su batalla con la muerte está ofreciendo a España dos cosas: las divisas de tanto corresponsal extranjero, que tiene que prolongar su estancia entre nosotros (RISAS), y la posibilidad de una reflexión atenta sobre lo mucho que puede perderse si nos dejamos arrastrar por quienes nos aturden con su propaganda incesante disponiéndonos para el cambio, que es tanto como decir para la ruptura.

Alguien, en efecto, podrá creer que la paz, el alimen­to, el vestido, la habitación, la enseñanza, la libertad, el trabajo son connaturales y brotan de un modo espontáneo.

Pero la verdad es que no es así. Todo ello es fruto del buen gobierno, de la confianza, de la seguridad en el presente y en el futuro; y todo ello se puede perder de la noche a la mañana, co­mo se ha perdido en muchas naciones y hace muy poco en Portugal.

Ante esa reflexión, un periodista venezolano, Germán Borregales, escribía en un periódico de Caracas, que la personalidad militar y política de Franco vivirá como una lámpara encendida en el corazón de los buenos españoles y de todos los hombres de buena voluntad del mundo entero. Y ante esa reflexión, nosotros que vene­ramos a Franco como símbolo, que hemos criticado con valor y gallardía las infidelidades al Régimen y a sus postulados; nosotros que no hemos sido lacayos del Sistema, ni hemos vivido a sus ubres, proclamamos abiertamente nuestro franquismo. (OVACIÓN DEL PUBLICO PUESTO EN PIE, QUE VUELVE A GRITAR CON ENTUSIASMO ¡FRANCO! ¡FRANCO!)

El adversario se encuentra al acecho. La Junta Democrática, la Plataforma de Convergencia Democrática, la Unión Militar Democrática, los cómplices poderosos que mantienen un sector importante de los medios de comunicación social, y se hallan incrustados en la Administración, pueden adoptar dos actitudes convergentes o sucesivas:

– lanzarse a la calle para hacerse con el poder,

– esperar a que la obra de zapa se consume evitando así que reaccionen desmoralizadas, las fuerzas de signo nacional.

A mí me preocupa más lo segundo que lo primero. No lo­ que ocurra mañana, sino lo que pueda ocurrir tres meses después. Y me preocupa porque precisamente para el momento de la sucesión, para la puesta en juego del mecanismo institucional, España no está ni en orden ni unida y hay un marcado acento hacia la liquidación del Sistema, como lo atestiguan entre otras las siguientes frases: “traspaso al país de un poder personal»; «lógica caída del franquismo al desaparecer su artífice»; «evolución y cambio hacia la democracia de signo europeo».

Pero lo que nadie se pregunta, cegando con habilidad al pueblo y desconcertándolo es:

Si tan mal nos ha ido con el Régimen que debamos liquidarlo.

Si los fallos, que nosotros hemos sido los primeros en acusar, son fallos de fidelidad, fallos en el Sistema, provocados por los mismos que le traicionan o lo dejan inoperante, y no fa­llos en el Sistema mismo. (OVACIÓN PROLONGADA).

Por tantos y tan poderosos motivos, las miradas están puestas en el Príncipe.

Esperan en el Rey de la Monarquía Nacional, la Monarquía del 18 de Julio, fundada e instaurada por el Caudillo. Nue­va, porque no debe nada a lo anterior. Antigua, porque enlaza con la Monarquía tradicional y nacional de los Reyes Católicos. (APLAUSOS)

Otra Monarquía no es viable, pues no tendría legitimi­dad de origen, ni tampoco de ejercicio, al no moverse en el mar­co constitucional y de los Principios jurados por el Príncipe.

Otra Monarquía no hubiera requerido fundación, pues hubiera bastado engarzar con la Monarquía desertora de Sagunto y del 14 de abril, con la democracia coronada, respetando el orden sucesorio de la misma y entregándola al contubernio liberal, que muy pronto entregarían al país a la dictadura comunista o al enfrentamiento brutal entre los españoles. (OVACIÓN)

Pero tal cosa seria absurda, pues implicaría el olvido total de los que combatieron y ganaron la guerra, haciendo posi­ble la Monarquía de Juan Carlos; olvido de los que no fueron a la lucha y a la muerte para un fin tan precario, como sería el de volver a las andadas. Olvido, en fin, de las renuncias y sacrificios dolorosos que el Príncipe se ha impuesto para cumplir, antes que, con otros deberes legítimos, con el deber fundamental de español, ligando su destino personal al destino y al futuro de la España de Franco. (APLAUSOS)

Sabemos de las presiones que se ejercen y se ejercerán en su torno, en el instante de la sucesión definitiva, y durante los meses difíciles que seguirán a ella, so pretexto de ampliar ­la base del Régimen, de reconciliación nacional, de conseguir el beneplácito de Europa.

Pero el Príncipe sabe que hay millones de hombres y mujeres en España que quieren la continuidad y la perfección, pero no la ruptura arrogante del Sistema, que desean la revitalización del Movimiento político organizado. Si se apoya en ellos pasara a ser de un Rey para todos a un Rey de todos los españoles.

Los cantos de sirena querrán reducirle a moderador, árbitro de la concurrencia política, arrinconando la doctrina tradicionalista y la tesis joseantoniana de la unidad de poder, según las cuales el Rey reina y además gobierna, constituyéndose en abanderado e intérprete del alma y del destino de la Patria, en alférez y caudillo de la gran política nacional. (INMENSA OVACIÓN)

Esos millones de hombres y mujeres de España son los que contemplan y felicitan al Príncipe cuando toma el avión y acude al Sahara, y ocupa su puesto, sin intermediarios ni intérpretes, sin prudencias falsas, ni mensajes diplomáticos. No es un nuevo estilo como alguien ha escrito. Es la rectificación de un estilo torpe que se iba imponiendo en contra de la idiosincrasia y manera de ser de los españoles. (OVACIÓN INENARRABLE)

A ese procedente nos apuntamos, porque es tanto como apuntarse a España, a la que amamos y servimos; porque es tanto como apuntarse a la continuidad de lo que Franco, como símbolo, ambicionó para España, cuando la rescató a sangre y fuego de sus enemigos.

Para eso estamos aquí: para la gran convocatoria. Escoged vosotros mismos el puesto que estimáis os corresponde. Los que no acudan es que eligen de antemano el partido de la derrota. Frente a los puños cerrados del egoísmo y del odio, las palmas abiertas del amor. (OVACIÓN).

Un joven oficial del Ejército me entregó hace días un bello poema. A él pertenecen las estrofas que os leo:

¡Alerta españoles!» 

Ya se escucha en la noche expectante el tétrico aullido que a favor del viento  denota la infame presencia en España de lobos hambrientos.

 

Más detrás del Titán moribundo está el pueblo de España, brazo en alto y firme, gigantesca gavilla de fecundas espigas como antiguas vestales sagradas que, arma el brazo, anhelantes, vigilan. Que no crean que el luto velará nuestros ojos; ni las lágrimas, esas lágrimas secas que salen del alma, sin ruido, sin pausa, podrán impedir que sigamos la senda que él nos señala.

 

Teníamos, sí, ¡Y aún tenemos!,  ilusiones y amor y esperanza y cabeza y dos manos que sabrán, si es preciso, empuñar de nuevo las armas. El Titán reposa su bien merecido descanso, pero quedan sus hijos, que portan aún las banderas, los yugos, las flechas, las rosas que floreció la España de la primavera.

(OVACIÓN ENTUSIASTA)

En esta hora de incertidumbre y de dolor, pero también de fortaleza y de esperanza, la prueba de nuestra fidelidad, de­cid conmigo:

 ¡VIVA FRANCO!        ¡VIVA EL PRÍNCIPE!         ¡ARRIBA ESPAÑA! 

(EL PUBLICO PUESTO EN PIE PRORRUMPE EN APLAUSOS Y VÍTORES. EL AMBIENTE ESTA CARGADO DE EMOCIÓN)