06/10/2024 08:25
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Comentario del viceministro de Justicia polaco, Marcin Romanowski, a la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) que impuso ayer una condena de un millón de euros al día a Polonia mientras no suspenda la Cámara Disciplinaria del Tribunal Supremo.  La Justicia comunitaria determinó que ese organismo era contrario al derecho de la Unión Europea el pasado mes de julio y dictó unas medidas cautelares cuyo cumplimiento consideró hoy “necesario para evitar un daño grave e irreparable” al ordenamiento jurídico de la UE y a sus “valores”.

Los eurócratas no cejan en sus intentos de ahogar la identidad nacional polaca y están desatando otro golpe contra nuestra patria. Es ya una especie de ataque a nuestra soberanía y un intento de forzar la obediencia absoluta. No pasa una semana en la que no escuchemos desde Bruselas intentos de desestabilizar nuestro sistema legal y la situación política en general. Estamos en medio de un conflicto y nuestra independencia está en juego. Este castigo ilegal es la prueba del tipo de UE que quieren los eurócratas, una UE podrida y orientada a la aniquilación de los Estados independientes. Según la legislación de la UE, la administración de justicia es competencia de los Estados miembros. Y sin embargo, a la Comisión Europea no le importa esto, y con las sentencias del politizado TJUE deja muy claro que a partir de ahora tenemos que pagar por nuestra soberanía. En este momento, teniendo en cuenta esta decisión y el caso Turow, la Unión Europea valora nuestra independencia ¡en 1,5 millones de euros al día! Por supuesto, esto no es nada fijo, y en un momento dado puede resultar que a las élites de Bruselas no les guste la duración del mandato del presidente y pidan otro millón de euros al día hasta que introduzcamos los cambios forzados.

Hay que ignorar las sentencias del Tribunal de la UE que interfieren en las prerrogativas de las autoridades polacas. Esto es lo que exige el respeto a nuestra soberanía y a quienes lucharon por ella. Al fin y al cabo, una situación en la que los organismos no elegidos y no democráticos de la UE se ponen por encima de la sociedad polaca y bloquean las reformas en contra de su voluntad democrática suena a abstracción, pero es exactamente a lo que nos enfrentamos. Las élites occidentales han vuelto a sentir la llamada colonial, y aunque son sus sociedades las que se encaminan hacia la degeneración, vuelven a empecinarse en imponer sus podridas «verdades» a otros países.

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Álvaro Peñas