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Desprenderte de lo que te sobra puede no ser considerado generosidad, pero cambia vidas. Las prendas de vestir cumplen en primer lugar una función de protección respecto a las inclemencias del tiempo, y también ayudan a la integración social. La pobreza es un círculo de difícil escapatoria; ¿puedes conseguir un empleo acudiendo a una entrevista de trabajo mal vestido?

Entregar lo que no necesitas puede marcar la diferencia en otra persona. Revisa tu armario y sé honesto y realista, ¿vas a utilizar la prenda que tienes delante de los ojos? ¿Te gusta siquiera? ¿Consideras que merece la pena que exista inerte, o puede ayudar a una de las miles de personas que sufren escasez en tu ciudad?

No importa que no esté en perfectas condiciones; ante la duda, DONA. Las ideas de la reutilización y la ayuda al vecino siempre han existido, ¡y hoy llevarlas a término es más fácil que nunca! Busca, en tu barrio existe al menos un contenedor de reciclaje de ropa.

Vivimos sumidos en el consumismo y la abundancia (o sobreabundancia) material. Piensa en quien tiene un agujero en el zapato y no cuenta con más calzado. Ese par que hace más de un año que no utilizas, que ni siquiera te gusta, que no significa nada, ¿puedes dárselo? Esa persona está pensando en ese par, necesitando caminar con dignidad.

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REDACCIÓN
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