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No es un chantaje, es el desafía que tiene ante sí la mujer que, según ella, se ha casado con Madrid… es un proyecto que pasaría a la Historia y que haría a la actual capital de España una ciudad grandiosa
Si don Alberto Ruiz Gallardón ha pasado por su “proyecto estrella y faraónico” de enterrar la M-30 la “Ciudad Ayuso” sería incluso un gran negocio para las Grandes constructoras, puesto que podrían construir más de 50.000 nuevas viviendas
Porque la Comunidad se limitaría a realizar un borrador-anteproyecto para presentarlo a las grandes constructoras: ACS, Acciona, Ferrovial, FCC, Sacyr, OHL y San José, y exponerles el cambio.
“Ustedes me hacen el Manzanares navegable hasta el Jarama y se comprometen a su mantenimiento y yo les cedo la explotación y venta de la “Ciudad Ayuso” por 50 años y además un Derecho Preferente a la compra de los terrenos y los edificios si la Comunidad decidiera vender antes y también a la compra y venta de las Canoas particulares”.
Señores, señora Presidenta, como comprenderá por este apunte estamos hablando de la construcción de dos “bombas” para la actual Madrid: la navegación menor del Manzanares desde el Puente de los Franceses a su desembocadura y unión con el Jarama y la construcción de una nueva ciudad que se formaría entorno al río. Con casitas individuales con parcelas y jardín incluidas en primer plano y viviendas en altura en un segundo plano. Cada vivienda podía adquirir, unida con la vivienda o separada, una plaza de garaje, que en este caso sería para aparcar la canoa en local propio. También habría un servicio de taxis (canoas) para quien no tuviese aparcamiento.
Por el otro lado, y para los que no empleasen la vía del rio, iría una amplia avenida con parque y jardines que irían desde el Puente de Toledo hasta Vacia-Madrid.
Pero como todo esto es de momento un sueño me gustaría que leyesen ustedes lo que yo he leído estos días sobre la posibilidad de hacer navegable el rio Manzanares.
El Manzanares no es un río de ciudad al uso. Es más: ni siquiera podría considerarse un río, si atendemos a su naturaleza poco caudalosa y demás características. Si bien es cierto que desde la intervención de Madrid Río el curso ha ganado entidad, la idea de convertirlo en un ecosistema fluvial navegable no se pasa por la cabeza de ningún dirigente… actual.
Los intentos del pasado
Porque en el siglo XVI, el humilde Manzanares estuvo a punto de convertirse en el puerto de mar que la realeza siempre quiso en la capital.
Antonelli creía que era un plan factible con la tecnología de la época, y que el éxito de la propuesta dependía únicamente del factor económico
Primer intento
Es bajo el reinado de Felipe II cuando el ingeniero italiano Juan Bautista Antonelli, entre otros, presenta al monarca un proyecto que contemplaba ensanchar el Tajo desde Lisboa, remontar el Jarama y de ahí al Manzanares, que acabaría a las mismísimas puertas de la Corte española. Así, los barcos cargados de oro y especias llegarían a Madrid.
Antonelli creía que era un plan factible con la tecnología de la época, y que el éxito de la propuesta dependía únicamente del factor económico. De hecho, y según cuenta el libro ‘Madrid oculto’, el italiano logró demostrar su teoría navegando en una canoa con remos prácticamente desde Lisboa hasta Madrid, aprovechando la subida de aguas momentánea del Manzanares.
El empeño de Felipe II (y su dinero) hizo posible el comienzo de las obras entre los núcleos de Abrantes y Alcántara. Sin embargo, los diferentes problemas de propiedad, las dificultades técnicas y el ingente coste de la obra provocaron que todos los proyectos fueran suspendidos. A ello se sumó la simultaneidad con la construcción de la Armada Invencible, que movilizó todos los recursos del reino. De hecho, tras la derrota en Inglaterra, el Hasburgo perdió todo interés en el río.
Es bajo el reinado de Felipe II cuando el ingeniero italiano Juan Bautista Antonelli presenta al monarca un proyecto que contemplaba ensanchar el Tajo desde Lisboa, remontar el Jarama y de ahí al Manzanares
Segundo intento
En el siglo XVIII, otro italiano, el matemático Luis Carduchi, planteó a otro Felipe (IV) la idea de navegar por el Tajo hasta Madrid. Incluso escribió un libro detallando las posibilidades, pero ni aun así logró convencer al rey.
Sin embargo, con Carlos III se inició la construcción del primer tramo del canal desde el Puente de Toledo hasta el río Jarama en 1770, por iniciativa privada de Pedro Martinengo mediante real cédula con una concesión del canal y sus beneficios a 30 años. En el año 1778, ya se había ejecutado hasta la octava esclusa. El Canal obtuvo la calificación de Real Canal cuando el monarca lo compró en 1779, pero no gastó más allá que en su mantenimiento y la construcción de la novena esclusa. En total, dejó construidos 10 kilómetros de los 625 que separan Madrid de Lisboa.
Esclusa del Real Canal del Manzanares (Wikipedia/CC).
Tercer intento
El nieto de Carlos III, Fernando VII, ejecutó obras de reparación y prolongó la obra hasta las inmediaciones del núcleo de Vaciamadrid, cerca del encuentro con el Jarama. También se añadieron edificios para las oficinas, un cobertizo para los botes y hasta una capilla cerca del Puente de Toledo. Se instaló una gran puerta de metal para proteger la entrada del canal y se reforestaron las riberas, pero los trabajos no llegaron a completarse. Según Pascual Madoz, en su “Diccionario Geográfico Estadístico y Histórico” (1847), toda la obra ejecutada solo fue navegable hasta la décima esclusa, y con dificultades.
Con Carlos III se inició la construcción del primer tramo del canal desde el Puente de Toledo hasta el río Jarama en 1770
Es en febrero de 1943 cuando se creó el ente «Canalización del Manzanares», que junto al Ministerio de Obras Públicas, se debía de encargar de la nueva canalización entre el puente de la Reina y el de la Princesa. Las obras se hicieron eternas, y llegado el verano de 1964 saltaron las alarmas debido a las pocas aguas que discurrían por el Manzanares y al mal olor que desprendían las pocas que quedaban en su lecho.
A las escasas precipitaciones de ese verano se sumó que las aguas del embalse de Santillana empezaron a ser desviadas a los grifos de los madrileños, al contrario que anteriormente, cuando eran vertidas al río Manzanares.
En el Consejo de Ministros del día 17 de diciembre de 1965 se anunció el concurso para la construcción de una estación depuradora de aguas en los Viveros de la Villa – Puerta de Hierro, con el fin de evitar el mal olor y la suciedad de las aguas del Manzanares. La depuradora limpiaría el agua proveniente del colector de Peña Grande, y se estimaba un plazo de construcción de dos años. Además contemplaba a lo largo del río el encauzamiento de todos los vertidos al sistema de alcantarillado para evitar que fueran a parar directamente al mismo, en especial las aguas de los arroyos de Pozuelo de Alarcón y Aravaca que entraban por la margen derecha del Manzanares sin ningún control.
También se planteaba aumentar la canalización del Manzanares, desde el puente de San Fernando hasta el cruce del río con la línea férrea de Andalucía. Así mismo se planteó la construcción de varios pozos en los Viveros de la Villa -con una capacidad de extracción de más de 200 metros cúbicos por segundo-, con el fin de echar sus aguas al río para aumentar su caudal. Los organismos involucrados en las obras eran: el Canal de Isabel II, la Comisaría de Obras del Tajo, la Confederación Hidrográfica del Tajo y la Canalización del Manzanares.
En abril de 1966 la prensa se hizo eco de un proyecto para el trasvase de las aguas de dos arroyos de la sierra al Manzanares -de los arroyos Trofas y Maninas-; aunque casi con toda seguridad que no dejó de ser un proyecto solo en papel.
El embarcadero. Foto: Torremocha. Hoja del Lunes, 1966.
En este esta situación, de prisa y corriendo, el día 16 de julio de 1966, con motivo de la celebración del día de Nuestra Señora del Carmen -la patrona marinera-, se dio por inaugurada la navegación del río Manzanares. Para ello se construyeron cada kilómetro -aproximadamente- unas presas con compuertas desde el puente de los Franceses hasta el puente de la Princesa, con una profundidad máxima de 2,80 metros antes de las presas y un metro en las inmediaciones de la caída de estas.
Se hizo una dársena pegada al puente de Segovia y desde allí partió la comitiva en lanchas con motores fuera borda. Bajaron hasta cerca del paseo de los Pontones y después remontaron el río hasta la altura de la Virgen del Puerto, donde las embarcaciones subieron en un ascensor a la presa anterior y siguieron por el río hasta la esclusa cercana a San Antonio de la Florida. Seguidamente se celebraron algunas competiciones de piraguas
Pero ahí no acabó la cosa, en octubre de 1966 se anunciaba en primera plana que en el Manzanares se podría practicar la pesca y el submarinismo; y tendría además una playa de 4 kilómetros de longitud. Se pensaba construir una presa en El Pardo para tener una perfecta regulación del agua y según se informaba todo estaría listo para el verano de 1967. De inmediato iba a comenzar el vaciado del cauce del río para que grandes excavadoras pudieran sacar todo el fango y porquería del fondo, y se construiría otro embarcadero en la Ermita de la Virgen del Puerto.
Para las Fiestas de San Isidro del año 1967, se anunciaron concursos de piraguas en el Manzanares aunque nos tememos que solo fue eso, un anuncio. El día 6 de septiembre del mismo año fue bendecida la nueva flota de embarcaciones recreativas para el río Manzanares y el Lago de la Casa de Campo -en total 95 unidades de diferentes tipos-; sin embargo, el acto fue hecho en el Lago pues las aguas del río tenían malos olores. Según informaba la Conferencia Hidrográfica del Tajo el primer tramo del río, desde San Antonio de la Florida, estaba muy sucio, sobre todo sus orillas que se encontraban llenas de suciedad y servían las antiguas baldosas de la anterior canalización como nido para ratas. Para colmo se anunciaba que se esperaba que las nuevas depuradoras consiguieran dentro de poco que no se vertieran aguas sucias al río. Incompresiblemente en noviembre de ese mismo año se seguían anunciando nuevas obras en las depuradoras que ya deberían estar en funcionamiento.
Una bonita postal del embarcadero. Foto: Todocoleccion.net
La Canalización del Manzanares comunicó a los vecinos que los días 24 y 25 de junio de 1968, con motivo de la puesta en marcha de la depuradora de Viveros / Puerta de Hierro, se verterían aguas residuales al río, por lo que se iba a proceder a abrir todas las compuertas y se dejaría correr el agua con el fin de evitar los malos olores lo antes posible; pero cosas del destino….. hasta octubre de ese año no estuvo la depuradora operativa al 100%.
Ya no se volvió a hablar de las barcas del Manzanares, solo de sus malos olores, haciéndose insoportables en agosto del año 1969, en el que además los mosquitos dejaron sus larvas en el agua estancada por las presas que no renovaban el líquido elemento para mantener el nivel, lo que provocó grandes plagas de estos insectos.
Para el asombro de todos, en abril de 1970 apareció el río lleno de porquería. Según se decía, alguna nueva urbanización de una poderosa inmobiliaria desaguaba su alcantarillado directamente al río. Tan mala era la situación que en el verano de 1971 se llegó a proponer tapar por entero el curso del Manzanares a su paso por la capital, es decir, convertirlo en un gran colector para que no lo vieran los vecinos.
Postal de mediados de los sesenta donde se observa la disposición río a su paso por el puente de Segovia. Foto: Memoria de Madrid.
La navegación del Manzanares quedó totalmente olvidada, especialmente cuando la M-30 se ciñó a su curso e hizo casi inaccesible el paso de los madrileños a su río, el tupido velo.
Ver link sobre ruta en bicicleta a través del Manzanares y hasta la Presa del Rey: En bici a la Presa del Rey (Unión del Manzanares con el Jarama) – YouTube
Autor
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Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.
Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.
Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.
En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.
En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.
Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.
Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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