20/09/2024 05:05
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En el Congreso hay dos espantapájaros al que nadie en su sano juicio votaría, por lo que igual daría si en sus escaños se sentará una mona. Aunque puestos a hablar de monas en el citado recinto, habría muchas, y en todas las bancadas.

    Con todo, los dos personajes que destacó son dos.

El Negro, un nigeriano ilegal que consiguió el sueño deseado de todos los subsaharianos que en el mundo son, rescatado por CC.OO. hacia el mundo asociativo de la izquierda, un caso parecido a lo que la Corte del Zar de Rusia hizo con Rasputín.

    Hablamos de un personaje que resulta patético, un personaje de lástima que algún día se dará cuenta de que el dinero no lo es todo. Patético ver como se levanta cuando toca, se sienta cuando procede y aplaude todo cuanto se le dice. Es natural, está fuera de lugar, él está donde está para lo que está, ser la nota pintoresca y aplaudir, aunque no entiende nada de lo se dice de este país, porque su mente pueda que se pierda en la sábana, en un cielo inmenso con una luna grandiosa, mientras infinidad de fieras acampan a sus anchas. Patético, además, cuando cree que nos da lecciones a los españoles espetándonos lo siguiente: “las migraciones contribuyen al desarrollo de España”. Pues claro que sí, pero cuando proceden de nuestro mundo histórico, cultural y de desarrollo.  

    Pero vayamos a lo principal… ¿Qué hace por sus gentes este nigeriano al que pagamos todos los españoles un sueldo que no se merece? ¿Les envía la mitad de lo que percibe a su familia, pueblo, poblado o tribu? ¿Es su caso un “efecto llamada” para todos los habitantes del continente negro?

    Tenemos un Negro en el Congreso, y lo sarcástico es que no es guineano. ¡Patético esta España!

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    El otro personaje es Niño Illana, el hijo de Adolfo Suárez o “el inglesito”, el mismo que lleva chupando banquillo sin haber salido ni un solo minuto a la cancha, pero al que no se le cae la cara de vergüenza ni un solo pelo de su caballera blanca por más que toda España sepa que es un inútil de tomo y lomo.  

    En cuanto al currículum de Niño Illana, cabe decir solo cuatro cosas:

    1ª. Su padre le mandó vestirse de normal cuando Niño Illana daba lecciones de hípica en la Moncloa, y le gustaba vestirse de “inglesito” (1). 2ª. Presentado por imposición de Aznar candidato a presidir la Junta de la Comunidad de Castilla la Mancha, toda su campaña consistió en prometer que si se le votaba: “Todos los ciudadanos de la comunidad tendrían piso en propiedad y chalé o apartamento en cualquier costa de España”. 3ª. Es tantísima su incapacidad, durante tantos años demostrada, que lo máximo que le ha podido ofrecer el PP en el que lleva toda su vida, es ejercer como cuarto secretario de la Mesa del Congreso de los Diputados. 4ª. Intentó disputar el título Ducado de Suarez a su legítima propietaria, su sobrina, heredera legítima de su hermana fallecida.

    Por cierto, este señor que lleva años sin hacer ni demostrar absolutamente nada, cobra del erario público, esto es, del dinero que según los políticos, mayormente si son socialistas, no es de nadie: 103.494.30 euros anuales, más dietas y…   

La anécdota la cuenta Luis Herrero en su libro “Los que le llamábamos Adolfo”.

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