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Varias decenas de miles de manifestantes recorrieron las calles de Belgrado el domingo 28 de agosto en defensa de la familia tradicional y para celebrar la cancelación de la marcha LGBT del EuroPride, anunciada el día anterior por gobierno serbio, prevista para el próximo 17 de septiembre. Según el presidente serbio, Alexandar Vučić, la cancelación se debe a las tensiones con Kosovo y a los problemas de orden público que podrían producirse en Belgrado. El gobierno serbio también emitió una declaración en el mismo sentido “para preservar la paz y la seguridad de los ciudadanos serbios”. No obstante, el pasado lunes la primera ministro Ana Brnabić afirmó que no se trataba de una prohibición sino que el evento se posponía debido a la complicada situación política del país. La prohibición no sentó bien a los organizadores del EuroPride que han decidido denunciar la cancelación y que, con el apoyo de partidos de la oposición, ONG y grupos a favor de los derechos humanos, pretenden salir a la calle el 17 de septiembre. “El Orgullo se celebrará como estaba previsto”, afirmó el coordinador serbio del EuroPride, Marko Mihailovic.

Lo cierto es que el mensaje de la masiva manifestación en Belgrado, las cifras de asistentes varían entre 50.000 y 100.000 personas, no ha dejado indiferente al gobierno serbio. Bajo eslóganes como “No queremos un desfile gay y una ocupación por parte de Occidente” o “Dejad en paz a nuestros hijos”, los manifestantes mostraron un orgullo totalmente distinto al que pretendía desfilar en Belgrado bajo la bandera arcoíris. La protesta partió de la catedral de San Sava hasta el centro de la capital y contó con el apoyo declarado de la Iglesia Ortodoxa Serbia. Dirigiéndose a la multitud, el obispo ortodoxo Nikanor Bogunovic saludó la decisión de las autoridades de revertir “la profanación de nuestro país, nuestra Iglesia y nuestra familia”. A mediados de agosto, el obispo llamó a la resistencia contra el EuroPride y maldijo a los organizadores y participantes del evento. También afirmo que tomaría un arma, si la tuviera, contra los que “profanan la ciudad santa de Belgrado”. Estas declaraciones fueron contestadas por el presidente Vučić, que interpretó que el objetivo del obispo Nikanor era la primera ministro Ana Brnabic, abiertamente lesbiana, que fue elegida en 2017. Vučić señaló que el obispo Nikanor “se insultó a sí mismo y a nuestra iglesia, humilló a nuestra iglesia”.

Para Andrej Mitić, secretario internacional del Movimiento Serbio Dveri, una de las organizaciones que más se ha opuesto a la realización del evento, “la cancelación del EuroPride es el resultado de dos meses de movilizaciones en los que Dveri ha colaborado estrechamente con organizaciones más pequeñas, ONG y, especialmente, la Iglesia. Logramos convocar dos grandes manifestaciones, sobre todo la última del pasado domingo en la que se reunieron más de 50.000 personas”. Respecto a las razones esgrimidos por Vučić para cancelar el evento, la situación de seguridad con Kosovo y la seguridad en Belgrado por las manifestaciones de protesta contra el EuroPride, Mitić considera que “Vučić no quiere hacer frente a esa posible inestabilidad en este momento y por eso ha optado por cancelar el desfile. Pero la razón principal es que es consciente de que la inmensa mayoría de los serbios están en contra de la celebración del EuroPride y de todo lo que representa”.

“No obstante, el EuroPride dura del 12 al 18 de septiembre, por lo que se realizarán actividades en espacios cerrados, como conferencias ‘científicas’, teatros, exhibiciones, etc”, señala Mitić. “Hay una gran presión por parte de la Unión Europea para el que el evento se lleve a cabo, y también de los grupos LGBT que han anunciado que tomarán la calle el 17 de septiembre. Pero, por supuesto, también habrá una contramanifestación, por lo que la situación es tensa. No nos vamos a rendir”.

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REDACCIÓN