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Era de esperar tras Ia liberal y atea Constitución, seguida de un perjurio contra los católicos principios del Movimiento de Julio, que un traidor al instaurador de una Monarquía católica, social y participativa como fue el providencial Caudillo Franco, nada bueno iba a deparar en un futuro cercano. Traicionó a su protector Caudillo, a la católica España y nos engañó a los españoles para dedicarse a vivir entre deportes, cacerías, infidelidades maritales, bebercios, delitos fiscales y privilegios liberales. Estaba servida la apostasía masónica.

 

Quien no ama a Dios sobre todas las cosas, mal puede amar a la Patria y a la Justicia: será un vividor sin vocación de sacrificio servicial.

 

No puede haber una verdadera Libertad sin una autoridad firme basada en la unidad católica que proteja a los justos a capa y espada y vele por esa unidad católica de la gran fraternidad nacional en el destino de los valores eternos y  santificantes.

 

Un rey “emérito» fugado de la justicia a paradero desconocido es la vergüenza nacional y desprestigio ante el mundo entero y mancha imborrable contra las grandezas históricas de esta Patria milenaria que lleva de la mano a la historia mundial. Solo los delincuentes actúan así.

 

Se le intenta prestigiar con el falso título de “salvador de la democracia”, cuando lo que hizo fue intentar dar un golpe de Estado para poner de presidente de Gobierno a su monárquico amigo Armada, sin referéndum,  haciendo un nuevo Gobierno con la ensalada de comunistas, socialistas y liberales como “Gobierno de concentración”, que hubiese empeorado la calamitosa marcha de terrorismo y anarquía de aquellos años, en vez de permitir el “Gobierno de salvación nacional» propuesto por los patriotas militares del 81.

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Dejó tocar las campanas a un honradísimo »monaguillo” teniente Coronel Don Antonio Tejero y fue éste el que doblegó y frustró los cobardes planes de ese «falso clérigo” que estaba tras la ”sacristía” de la traición tratando de ponerse las medallas que había perdido en Guernica y otros desprestigios monárquicos.

 

Para colmo de hipocresía, metió en la cárcel a sus amigos, como ignorando todo lo urdido, para salvar su «modus vivendi». Aquí se le puede aplicar aquella  respuesta que dio Stalin a uno de sus colaboradores que le ayudaron a subir al poder y que asesinó después: «¿Qué tienes que ganar con matarme; es que no sabes lo que es la gratitud?”… Una enfermedad que tienen los perros”.

 

Por sus frutos les conoceréis. No se puede caer más bajo cuando se arrinconan los deberes más sagrados de conducir una nación por los mejores caminos del progreso y la  grandeza del Reinado de Cristo y el inexcusable orden divino, cuya moral de responsabilidades solo en ese recinto católico cabe encontrar. Si la monarquía mal usada puede conducir a la tiranía (sin conciencia cristiana), 1a democracia está a un paso de acabar en anarquía. Donde mandan todos, no manda nadie.

 

Otra contradicción es “monos-arjés” (gobierno de uno solo) y a la vez querer liderar una «demos-arjés» o gobierno del pueblo. ¿En qué quedamos? Lo que se dice: “unos por otros, la casa sin barrer”. Así estamos: como he escrito sobre “Judas, Pedros y Pilatos», se corresponde exactamente con la definición de mi íntimo amigo Don Antonio Tejero: “Traidores, cobardes y pasotas”.

 

Si a los tiranos les viene bien la gratitud como “una enfermedad que tienen los perros”, a los traidores les viene mejor la respuesta a los asesinos de Viriato que fueron a cobrar la paga a la traición: “Roma no paga a traidores”.  Ahí están los frutos de la infamia.

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¡Pobre España! ¿Qué hemos hecho para llegar a estas vergüenzas?

Autor

Padre Calvo