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Como muestra de hasta qué punto prepararon Prieto, Largo y Negrín la guerra civil de octubre del 34, he aquí las armas capturadas a sus milicianos: 90.000 armas largas, 30.000 pistolas, 250 pistolas y fusiles ametralladores,  otras  711 armas automáticas y 41 cañones (robados en Trubia).  Realmente lo habían preparado a fondo, aunque otras razones lo hicieron fracasar.

Los jefes socialistas habían contado además con dos factores para su guerra civil: un buen número de militares complicados en el golpe, y unas masas populares a las que habían intentado asustar con el fantasma del “fascismo”. Ambos factores fallaron. El gobierno, asesorado por Franco, se adelantó a los militares cómplices del PSOE y  paralizó a casi todos,  también en Cataluña. Y las masas obreras y los catalanes se desentendieron de los frenéticos llamamientos a las armas que les dirigían los jefes socialistas y separatistas.

Al ser derrotada la insurrección Prieto, Largo, Negrín y demás organizadores se declararon ajenos a ella, como habían previsto,  presentándola como una reacción popular espontánea contra el “fascismo”. Los comunistas, escandalizados, insistieron al PSOE a que admitiese su protagonismo, por creerlo más rentable políticamente, y al no conseguirlo, se atribuyeron la insurrección. Pero, como explicaron Santiago Carrillo y otros, su cobarde marrullería facilitó al PSOE  la  defensa judicial. Los  jueces, atacados de una repentina cortesía versallesca (en palabras de  Carrillo), llegaron a absolver “por falta de pruebas” a Largo Caballero, el evidentísimo responsable principal.  El PSOE quedó muy satisfecho de que los “fascistas” lo absolvieran y mantuvieran legales sus organizaciones partidistas.

He  documentado concienzudamente estos sucesos en los archivos socialistas de la Fundación Pablo Iglesias, reproducidos en Los orígenes de la guerra civil y en breves días  en  La Segunda república Española, 1931-1936. Nunca han podido ser desmentidos por los  políticos socialistas ni por sus  “memoriadores” a sueldo, tipo Viñas, Juliá, Casanova y tantos más,  los cuales, en su miseria  intelectual y política, se han refugiado en la ley soviética de memoria (anti)histórica para atacar la libertad.   Con esa ley demuestran ser dignos imitadores de los criminales Prieto, Largo, Negrín y otros parecidos.

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Autor

Pio Moa
Pio Moa
Nació en 1948, en Vigo. Participó en la oposición antifranquista dentro del PCE y el PCE(r)-Grapo. En 1977 fue expulsado de este último partido e inició un proceso de reflexión y crítica del marxismo. Ha escrito De un tiempo y de un país, sobre su experiencia como "revolucionario profesional" comunista.

En 1999 publicó Los orígenes de la guerra civil, que junto con Los personajes de la República vistos por ellos mismos El derrumbe de la República y la guerra civil conforman una trilogía que ha cambiado radicalmente las perspectivas sobre el primer tercio del siglo XX español. Continuó su labor con Los mitos de la guerra civil, Una historia chocante (sobre los nacionalismos periféricos), Años de hierro (sobre la época de 1939 a 1945), Viaje por la Vía de la Plata, Franco para antifranquistasLa quiebra de la historia progresista y otros títulos. En la actualidad colabora en ÑTV, Libertad DigitalEl Economista y Época.