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La participación andaluza y más concretamente granadina, fue muy importante durante el sitio de Gerona, en 1808-1809, una de las mayores gestas de la Guerra de la Independencia y de hecho, una de las mayores proezas militares de la historia de España (aunque acabase en derrota) y con toda probabilidad la mayor de la historia de Cataluña. Se puede decir de la gesta gerundense que fue llevada en buena medida, en plena hermandad entre catalanes y andaluces.

Para empezar, hay que recordar que el líder de la defensa de Gerona fue un andaluz, el general Mariano Álvarez de Castro, gobernador militar de Gerona, nacido en Granada en 1749. Además, algunas de las unidades militares que tuvieron mayor protagonismo en la defensa de Gerona procedían de Granada. Fue el caso del Regimiento de Baza y del Regimiento Illiberri o Illiberia (nombre antiguo de Granada). Estas unidades se habían reclutado en la zona de la actual provincia de Granada y habían llegado a Cataluña a mediados de 1809 justo a tiempo para participar en los mayores combates del último asedio de Gerona.

En la defensa de Gerona se vivió una fusión entre las unidades militares asignadas a la defensa de la Ciudad como los Regimientos de Baza, Illiberri, Ultonia, Borbón, con los paisanos gerundenses y los estudiantes de Gerona, que también jugaron un gran papel, así como los sacerdotes, que lucharon heroicamente con las armas en muchos casos e incluso las mujeres. Además, algunas unidades militares como los Batallones de Vich, Barcelona y Talarn eran de composición también catalana. Así pues, no es exagerado decir que en la defensa de Gerona se produjo un auténtico hermanamiento entre el ejército español y el pueblo catalán. En nombre de la defensa de Dios y de España. Por ello la gesta de Gerona es hoy un episodio incómodo para el nacionalismo catalán.

Leer los avatares de la defensa de Gerona en las crónicas clásicas de Fray Manuel Cundaro, un religioso que participó en la defensa o en la de Emilio Grahit es trasladarse a un mundo apasionante y que parece inconcebible en nuestros días. Un escenario donde la población soportó mucho más de lo humanamente posible en aras de defender sus ideales tradicionales. Los combates fueron absolutamente épicos. Los bombardeos y los duelos artilleros entre ambos bandos fueron espectaculares. Así como las luchas entre la infantería napoleónica (es más correcto llamarla así que francesa ya que hubo gran número de alemanes e italianos) y las guerrillas hispánicas, los paisanos y las fuerzas militares. Cuando acabó el asedio solo quedaban cuatro edificios intactos en Gerona. Murieron 10.000 gerundenses y unos 5.000 soldados españoles, así como al menos 5.000 napoleónicos. La gesta gerundense quedó grabada en la memoria de los españoles. Incluso, más tarde, Benito Pérez Galdós dedicaría a ella uno de sus famosos “Episodios Nacionales

Las fuerzas de Baza e Illiberri participaron en los combates más importantes y sangrientos como el intento de asalto napoleónico del 19 de septiembre de 1809.  Y en todos los duros combates de ese verano. Finalmente Gerona no tuvo más remedio que rendirse en diciembre. Álvarez de Castro moriría prisionero de los franceses en Figueras en enero siguiente. Al parecer se suicidó al no poder soportar más las torturas que éstos le infligían. Una defensa memorable, pues, en un tiempo en que los catalanes no sabían de absurdos supremacismos ni seudoracismos y se consideraban hermanos de los andaluces y del resto de los españoles, en una España tradicional.

Autor

Rafael María Molina
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