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El pasado 26 de Mayo se cumplió el 44 aniversario de la muerte del filósofo más importante del siglo XX y de la filosofía contemporánea, Martin Heidegger, el cual nació en Meßkirch, en Baden-Württemberg, el 26 de septiembre de 1889, y murió con 86 años en Friburg, ciudad del mismo Land, en 1976.

Martin Heidegger era hijo de un modesto sacristán católico y maestro tonelero, y su madre también era católica. Su casa paterna en “La selva negra”, su tierra natal, generó en él ese ambiente de espiritualidad que respira su obra. Una tierra por la que sintió siempre un marcado enraizamiento.

Cursó sus estudios y después continuó su formación en la Facultad de Letras de Friburg, donde se doctoró en 1914. Desde 1923 trabajó de profesor en Marburg.

Fue un neoescolástico y el último de los metafísicos clásicos, además de considerarse a sí mismo como un discípulo y un introductor de Nietzsche en la filosofía académica, y también un estudioso de los poetas Hölderlin, de Mörike, Hebbel, Rilke, etc. El mismo decía que “La filosofía y la poesía se mantienen en montes opuestos, pero dicen lo mismo”. Del poeta Hölderlin solía recordar el verso: “Donde hay el mayor riesgo, ahí está también la mayor esperanza”.

Nada menos que Jürgen Habermas, que fue uno de sus más acérrimos enemigos, calificó su obra principal «Sein und Zeit» (“Ser y Tiempo”), publicada en 1927, como «el mayor acontecimiento filosófico desde la «Fenomenología del Espíritu”, de Hegel». Dicha obra la escribió Heidegger en su pequeña cabaña de Todtnauberg. Tuvo más enemigos que Habermas, pero no pudieron, a pesar del silencio provocado sobre Heidegger, por motivos políticos, relegar su obra al olvido, una obra que, por el contrario, conoció un renacer tras su muerte. Eso le llevó a decir a otro de sus enemigos, Sartre, decir: “El caso Heidegger es demasiado complejo para que pueda exponerlo aquí”. De su obra destaca “Sein und zeit”, que sigue siendo hoy objeto de estudio

En su juventud, Heidegger se incorporó a la organización Bündisch del Gralbund, para luego en 1933 llegar al NSDAP, donde tuvo una estrecha relación con las SA y con los elementos strasseristas de «izquierda» del Partido. Esto fue así porque cuando el 30 de enero de 1933, Hitler ganó las elecciones que le dieron el poder, habló de trabajo, ética, arte y futuro, como principales temas de los que hablaba Hitler en sus discursos, pero además en un lenguaje que cuadraba con la concepción heideggeriana. Por tanto, en 1933 fue nombrado rector de la universidad de Friburgo y se afilió al NSDAP. Pronunció el discurso rectoral sobre Autoafirmación de la Universidad alemana. Organizó el campamento de la ciencia. Realizó apariciones propagandísticas en Leipzig, Heildelberg y Tubinga. Colaboró en la reforma de la Universidad de Baden (introducción de principio del caudillaje). Y dictó regularmente sus cursos académicos. También ese año, dedicó un escrito el 26 de mayo de 1933 al héroe alemán Albert Leo Schlageter (1894-1923), que termina así: “Honremos al héroe y levantemos nuestro brazo en un saludo silencioso. Heil!”.

Fue durante 1933-1934 rector de la Universidad de Friburgo, pero abandonó el cargo exactamente un año después de haber tomado posesión al exigírsele la destitución del socialdemócrata Eric Wolf y Von Möllendorff, miembro del SPD, hasta entonces rector de la Universidad de Friburg, que fue destituido, y propuesto Heidegger para sustituirlo, porque las ideas antiliberales y antiburguesas de éste cuadraban más con la nueva corriente de las universidades alemanas. Y así, el nuevo rector Heidegger fue elegido por unanimidad para dicho cargo el 21 de abril de 1933, tras tomar partido públicamente por el Nacional Socialismo (NS). Diez días después ingresó en el NSDAP.

La prensa difundió esta noticia así: “Sabemos que está de corazón con nuestro movimiento”. Y el mismo Heidegger, con ocasión del aniversario de un estudiante caído, pronunció una alocución que terminó con estas palabras: “Honremos al héroe y como homenaje alcemos el brazo en silencio”. Ocupó ese cargo de rector durante un año, retirándose luego de toda vida pública, sin que ello le impidiera, no obstante, mostrarse públicamente, con motivo del referéndum a favor de la retirada de Alemania de la Sociedad de Naciones, en noviembre de 1933, afirmando en tal ocasión: “La revolución NS no es simplemente la toma del poder por otro partido que habría crecido para tal finalidad. Por el contrario, esta revolución aporta el cambio total de nuestra existencia alemana”. Añadiendo también: “No busquéis las reglas de vuestro ser en los dogmas y las ideas, el Führer mismo, y únicamente él, constituye la realidad alemana de hoy y de mañana; él es su ley”.

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Sin embargo esta renuncia no evitó que en 1945 fuera destituido como docente tras la ocupación de Alemania por los Aliados al final de la Segunda Guerra Mundial, como veremos.

De la época del NS, en 1936 publicó “Hölderlin und das Wesen der Dichtung”; en 1942: “Platons Lehre von der Wahrheit”. En 1943: “Vom Wessen der Wahrheit”; y en 1944: “Erlänterungen zu Hölderlins Dichtung”.

Los Cuadernos Negros (editados por primera vez en 2014) registran reflexiones anotadas en privado -no publicadas- entre los años 1931 y 1938. Entre ellas, Heidegger manifiesta cómo vio en el Führer a un líder capaz de cristalizar en el campo social y político, aquello que buscaba en la especulación intelectual. El siguiente texto de los Cuadernos Negros lo deja claro:

La gran experiencia y el gran motivo de dicha es que el Führer ha despertado una nueva realidad que da a nuestro pensamiento el cauce y la fuerza de choque correctos. De lo contrario, a pesar de toda su hondura y minuciosidad, nuestro pensamiento se habría quedado por sí mismo extraviado y solo a duras penas hubiera hallado el camino para repercutir”.

Heidegger tenía muy claro el sentido de aquella guerra cuando dijo que «El judaísmo no necesita involucrarse en acciones militares para seguir desplegando su influencia, mientras que nosotros sacrificamos la sangre de nuestros mejores hombres».

Sin variar en absoluto su forma de pensar, se pronunció, en plena guerra, en 1943, así: “Ni los dogmas ni las verdades racionales deben erigirse en normas de nuestra conducta. Hoy y siempre, el Führer es el único capacitado para decidir lo que es bueno y lo que es malo. El Führer es nuestra única ley”.

Respecto a su filosofía, gracias a Heidegger podemos pensar la vida no como conciencia teórica, sino como espíritu preteórico y activo inmerso en el mundo («ser en el mundo»). La subjetividad, que desde Descartes se había erigido en fundamento último de toda certeza («pienso, luego existo») no es ya una sustancia pensante intelectual, sino un proyecto constituyente de mundo desde el plexo de significaciones que se articula como lenguaje. Tampoco es un individuo este sujeto, como en Descartes, sino un «nosotros» que se identifica con la comunidad del pueblo (Volksgemeinschaft). Para Heidegger, esta comunidad activa y preteórica que es la existencia o “Dasein”, tiene dos posibilidades fundamentales, a saber, la de la caída en la charla de la vida cotidiana (“Das Man”) o la resolución auténtica que asume la muerte como «verdad de la existencia» en el «ser para la muerte» heroico («Sein zum Tode»). Se ha dicho que esta filosofía de Heidegger se inspira en la comunidad del frente («Frontgemeinschaft») de los soldados alemanes durante la Primera Guerra Mundial. Para Heidegger, la revolución sería el camino hacia un auténtico “Dasein”, por paso del “Dasein” al “volk” (pueblo), y al Führer como el que unifica al pueblo.

Como él mismo dijo, “a la larga, la filosofía no puede pasarse sin lo que es su óptica propia, la Metafísica”. Su preocupación por la Metafísica es una constante en su obra. De ahí que escribiera una “Introducción a la Metafísica”. O también “Kant y el problema de la Metafísica”.

Heidegger tenía la idea de que la filosofía debía concretarse en una metapolítica, tal como en otra parte escribe:

Conforme a su ensambladura más íntima, la metafísica de la existencia tiene que ahondarse y ampliarse en una metapolítica del pueblo histórico”.

También la idea del superhombre de Nietzsche influyó en la obra “Der arbeiter” (“El trabajador”) de Ernst Jünger, identificándolo con el trabajador de la nueva Alemania durante el NS. Recordemos que antes de su muerte, Heidegger desarrolló una fuerte amistad con Ernest Jünger.

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Así escribió Heidegger:

No existe más que una sola “clase de vida” (Lebensstand) alemana. Es la clase del trabajador (Arbeiterstand) afincado en los fundamentos de nuestro pueblo, libremente sometido a la voluntad del Estado. Su carácter queda retratado en el movimiento del Partido”.

El saber y la posesión de ese saber, en el sentido en que el NS entiende esta palabra, no separa en clases, sino que por el contrario une y ata a los miembros de la patria y los estados (corporaciones) en el único y gran querer del Estado”.

Es así que las palabras “saber” y “ciencia”, “trabajador” y “trabajo”, han recibido otro sentido y un nuevo sonido. El trabajador no es, como quisiera el marxismo, el simple objeto de la explotación. La clase del trabajador (Arbeiterstand) no es la clase de los desheredados que debe cargar con la lucha general de clases”.

Entre 1933 y 1945 pronunció numerosas conferencias, entre las que destacan las reunidas en el tomo “Sendas perdidas”. Todo esto le perjudicó de cara a los vencedores de 1945. Así, ese año, en abril de 1945 establece la Facultad de Filosofía en el castillo de Wildenstein. Ya en julio, Heidegger es llevado ante la comisión de depuración. Varios oficiales de las tropas francesas de ocupación, interesados en la filosofía, entraron en contacto con Heidegger, de hecho, algunos representantes de la filosofía francesa admiraron la capacidad de precisión de su lenguaje, así como su aportación al discurso humanístico.

Pero ese mismo año fue destituido como profesor, y se le prohibió la enseñanza en la Universidad de Friburg, una orden que duró hasta 1951.

En 1952 se retiró a vivir a su aldea natal, y se le siguió achacando en todas las entrevistas que le hicieron después de la guerra su colaboración con el NS.

En la posguerra publicó su famosa “Carta sobre el humanismo”, y en 1953 y 1957, una serie de pequeñas obras también importantes. En 1961 publicó dos tomos sobre Nietzsche, donde recoge toda la obra que difundió en seminarios, trabajos y conferencias entre 1936 y 1956. Respecto a sus declaraciones, fueron memorables las publicadas por “Der Spiegel” en 1966, en las que dijo lo siguiente:

H: “Por lo que yo sé, según nuestra experiencia humana e histórica, todo lo esencial y grandioso ha surgido cuando el hombre tenía un hogar, y estaba enraizado en una Tradición. La literatura actual, por ejemplo, es destructiva en su mayoría”.

DS: “Si el arte no conoce su lugar, ¿es por ello destructivo?”

H: “Bueno, dejemos esto. Quiero aclarar sólo que no veo la orientación del arte moderno y que para mí queda oscuro a dónde mira el arte y qué busca”.

Hasta 1969 no se le concedió una entrevista por la TV de la Alemania occidental.

Sus Obras Completas, que constan de 70 tomos, se empezaron a editar en 1974, que constituyen sin duda la obra filosófica más completa y profunda del siglo XX.

Heidegger murió, lejos de la vida pública, en el silencio que solo las democracias saben imponer sutilmente, en su aldea natal de la Selva Negra, en Friburgo de Brisgovia, el 26 de mayo de 1976, a los 86 años de edad, sin que en ningún momento renegara de su pasado.

En palabras de Heidegger: “Esta Europa que en incurable ceguera se encuentra siempre a punto de apuñalarse a sí misma, está cogida hoy día entre Rusia por un lado y América por el otro. Rusia y América son desde el punto de vista metafísico, lo mismo: el mismo frenesí siniestro de la técnica desencadenada y de la organización sin raíces del hombre normalizado”

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REDACCIÓN