06/10/2024 07:23
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Queridos amigos y lectores:

Hablar de checas, es hablar de centros de tortura, de asesinato, violación, de robo, y de vejaciones sin nombre.

Como os dije anteriormente, en mi familia nos han ocurrido sucesos, sobre todo en la guerra civil, que nos marcaron para siempre, imagino que como a las familias de muchos de vosotros.

Fue el caso de mi padre Daniel Aparicio De Miguel Sanz, QEPD, que fue hijo de Guardia Civil, de mi abuelo Julián Aparicio.

Poco después del alzamiento del General Franco, y allá por la mitad de 1.936, en el momento mas duro de la represión republicana

Desconozco las circunstancias al detalle, de como se produjo la fuga de los frente populistas, por parte de mi abuelo Julián, lo que si se, es que debió ser apresurada, y en solitario, pues dejó en su domicilio a su mujer (mi abuela Benita), y a mi padre Daniel, que entonces tendría 15 ó 16 años.

Fue pronta la respuesta de los “chequistas” en presentarse en su domicilio, en busca de mi abuelo, que allí no se encontraba, y allí hallaron a mi padre y a mi abuela, que fueron trasladados a la checa de Fomento en Madrid, en el número 9 de dicha calle.

Estaba dirigida por la escuadra “del amanecer”, es de destacar que hubo una reunión en el Círculo de Bellas artes convocada y presidida por el director general de seguridad, diputado en Cortes por el partido de Izquierda Republicana, y miembro de la masonería en GRADO 33, Manuel Muñoz Martín, de esta reunión nació el Comité Provincial de investigación Pública

Se cran entonces las checas (Chrezvichaianaia Komissa CK). En esta checa se distinguió especialmente Antonio Ariñio Ramis (El catalán)

Allí se llevaban a los sospechosos de ser quinta columnistas, fascistas, católicos, o personas que se sospechaba pudieran ocultar joyas, u objetos valiosos, para robárselos.

Una vez interrogados, los reos eran «juzgados» por los representantes de los partidos políticos, que no por jueces, y si el detenido era considerado culpable se escribía en su sentencia la palabra «libertad» seguida de un punto y se le invitaba a irse a casa, pero a la salida le esperaba un grupo de milicianos que en un automóvil lo llevaban al «paseo» y lo asesinaban.

A mi padre, que fue detenido para que confesara donde estaba mi abuelo Julián, y después de sufrir distintas vejaciones, humillaciones, y torturas, le introdujeron en una barrica o tonel, lleno de agua con excrementos, donde debió permanecer ininterrumpidamente durante semanas, donde se mezclaron las palizas con estar en el interior de un barril repleto de inmundicias, ya que no le sacaban de allí para nada.

Finalmente fue liberado al desconocer completamente su paradero, al igual que mi abuela, (QEPD), que no puedo referir lo sufrido por ella en dicha checa, por respeto a su memoria y por vergüenza de referir actos repugnantes.

Mi padre quedó cojo de una pierna (la derecha), dicha cojera le acompaño, hasta el fin de sus días. Fue escolta de Franco de la guardia motorizada, después conductor de autocares de línea para Melía, para seguir de taxista, y finalmente comercial para una empresa de pinturas, que aún existe hoy.

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La lista de torturas que en las checas y sobre todo la de Fomento, es la siguiente (1)

Las técnicas de tortura en las checas

Algunas de las prácticas eran totalmente innovadoras en España, y esto fue ‘gracias’ a la llegada de activos de los bandos estalinistas al país para reforzar al Frente Popular.

– “El submarino seco”: si la víctima no hablaba, le encasquetaban una bolsa de plástico que le cubría toda la cabeza hasta el cuello ajustándola al mismo, con el objetivo de generarle asfixia. A veces también utilizaban un cinturón que ceñían alrededor del cuello para provocar estrangulación.

– “La banderilla”: consistía en inyectar en las manos y pies del preso, agua mezclada con heces para provocarles dolorosos abscesos en los miembros infectados y la disfuncionalidad de los mismos.

– “Badajo”: consistía en colgar la víctima con las manos atadas en la espalda. Pasaban una cuerda por una polea y se la ataban a las muñecas, luego tiraban de la cuerda hasta que la persona quedaba levantada del suelo, hasta romperle los omoplatos.

– “Empetao”: la víctima desnuda era atada en decúbito prono (boca abajo) sobre un banco con las piernas a cada lado. Los interrogadores le introducían a la víctima el cuello de una botella por el recto, empujando hacia dentro del intestino, una vez introducida media botella tiraba de ella, la cual hacía ventosa y succionaba la víscera. Si la víctima era mujer realizaban la misma técnica por la vagina.

– “La ratonera”: consistía en colocar una rata dentro de una cacerola en la que sentaban a la víctima desnuda y atada para que no se pudiera levantar. Seguidamente con un infiernillo eléctrico procedían a calentar la olla, lo que provocaba que la rata quisiera salir de la misma al percibir el calor. La rata intentaba desgarrar un orificio a través del cuerpo de la persona para poder escapar.

– “El collar eléctrico”: Se colocaba un collar de bolas metálicas alrededor del cuello de la víctima que iba conectado a un cable a través del cual se le administraban descargas eléctricas reguladas en intensidad.

– “La ducha fría”: la ducha era un pequeño cuarto en cuya parte exterior se hallaba instalada una manguera que introducía agua fría a gran presión. En el se encerraba a la víctima completamente desnudo y era sometida a una prolongada y violenta ducha.

– “La argolla”: Se colocaba a la víctima desnuda, atada de manos y colgado por un pié en una argolla con la cabeza hacia abajo, sumergiendo la cabeza a la altura de la nariz en un recipiente con agua o excrementos mientras era azotado. Para poder respirar debían contraerse, realizando un esfuerzo inhumano hacia arriba para sacar la nariz del líquido.

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– “El gancho”: la víctima era atada por las muñecas y colgada de un gancho fijado en el techo. A los pies de la víctima se ataba pesas, a fin de producir una mayor tracción sobre sus articulaciones. Suspendido de esta forma y desnudo, era azotado para que confesara.

– “El tizón”: la víctima era atada por las muñecas a un gancho en el techo con los pies en el suelo. Mientras era interrogada se le producían con cigarros o con una plancha de ropa quemaduras en el tórax y abdomen.

– “El pozo”: la víctima era introducida en una estrecha estructura de madera sobre un pozo. En ella se montada una polea para hacer descender o izar al prisionero. Así podían sumergirle la cabeza en el agua el tiempo que quisieran y prolongar la sensación de ahogamiento.

– “El gomazo”: consistía en colocar alrededor de la cabeza una goma elástica ancha a la altura de la frente. De dicha goma colgaba una campanilla de la que trababan y soltaban para que la campanilla metálica impactara contra el cráneo durante el interrogatorio.

– “Quebrantahuesos”: con una tenaza de punta hueca luxaban la falangeta de cada dedo, posteriormente luxaban la falangina y finalmente las falanges. En ocasiones también lo hacían con los dedos de los pies. Con un artilugio denominado “Talón de Aquiles” luxaban todas las falanges de la mano a la vez.

– “El depósito”: Consistía en cerrar a la víctima a obscuras en una pequeña habitación que se utilizaba como depósito de cadáveres. En dicha habitación se encontraban diversos cadáveres compañeros de la persona que habían sido asesinados al aplicarles las técnicas de tortura. En el habitáculo había un fuerte olor a cadáveres en descomposición. Podían pasar ahí varias noches.

– “La bañera”: consistía en interrogar la víctima dentro de una bañera con agua fría jabonosa donde en su fondo habían depositados trozos de vidrio. La persona estaba con las manos atrás y atadas por las muñecas, mientras su cuerpo se iba cortando con los vidrios.

– “Echar a los cerdos”: En los patios de algunas checas como la de San Elías, se criaban cerdos. La técnica consistía en realizar a la víctima varios cortes profundos por las piernas a la vez que era lanzado al centro de la piara, los cerdos al percibir el olor de la sangre la agredían a mordiscos hasta comérsela viva. En ocasiones hacían presenciar la tortura de su compañero, a la víctima que sería interrogada después. O bien ya difunta, el cuerpo de la víctima era troceado y lanzado como alimento.

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REDACCIÓN