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Miren ustedes, entrar en la vida de la reina Cleopatra de Egipto es entrar en un bosque infranqueable en el que hay de todo: historias verdaderas y leyendas, verdades y mentiras, exageraciones, falsedades y todo lo que se quiera decir. Sobre su vida hay 100 versiones, y 1.000 sobre su actividad sexual… e inagotables las cosas que de ella se han escrito. ¿Fue realmente Cleopatra como dicen sus «enemigos»? ¿Fue la reina inteligente, culta, lectora incansable, gran conocedora de la matemática y de la física de su tiempo y la mujer que dominaba hasta 10 idiomas?… hay varias cosas, sin embargo, que nadie pone en duda: sus relaciones con Julio César y el hijo que tuvo con él y su matrimonio con Marco Antonio, a quien le dio tres hijos.

Por ello, he decidido que la mejor manera de entrar en su biografía es reproducir algunas de las cosas que he ido leyendo a lo largo de mis paseos por la Historia, ya desde que tuve que escribir la biografía de Julio César. Y por ser un resumen más o menos acertado y completo, reproduzco estas palabras que recojo de la revista «Que!»:

«Cleopatra: (69-30 a. C) Cuentan de ella que era una mujer brillante e inteligente que sacó a su país de la crisis en la que estaba sumida mucho antes de que su familia, los ptolomeos, llegaran al poder en Egipto. Claro que también cuentan que era bellísima y una auténtica depredadora sexual con un apetito infinito. Bajo el nombre de Cleopatra Filopátor Nea Thea, o Cleopatra VII, fue la última reina de la dinastía Ptolemaica del Antiguo Egipto.Desde su adolescencia, Cleopatra causó sensación por su gran cultura y su irresistible atractivo personal. Fue con esas armas como logró seducir a Julio César, quien se convertiría en su esposo y que a su llegada a Egipto la colocaría en el trono. A pesar de su matrimonio rápidamente acaparó fama como amante, con especial predilección por el sexo oral -y es que los griegos llegaron a apodarle ‘merichane’, ‘boquiabierta’ o ‘la boca de los diez mil hombres’-.Algunas crónicas contaban que Cleopatra convocó a los cien generales romanos que residían en Egipto a una fiesta exclusiva, que pronto se reveló como un ritual sexual de proporciones faraónicas, pues se presume que la faraona puso a prueba sus mejores prácticas sexuales con ellos. Además, existe quien afirma que después de una batalla contra Roma, Cleopatra decidió recompensar a todos aquellos que lucharon por ella, razón por la que organizó la primera orgía náutica de la que se tiene noticia: Se lanzó al Nilo una embarcación muy lujosa, en la que no faltaron los excesos carnales y etílicos. Además de César, Cleopatra logró conquistar a Marco Antonio, un general y político también romano con quien procreó a 3 hijos. Se suicidó cuando vio que su destino era convertirse en esclava de Roma. Para hacerlo pidió a sus sirvientas que le llevasen una cesta de fruta con una cobra egipcia dentro, la cual fue responsable de su muerte, el 1 de agosto del año 30 antes de Cristo.»

 

Y ahora recojo algunos párrafos de lo que escribe M.B. en «El Español»:

La sexualidad en el Antiguo Egipto se abordaba de forma muy diferente a la actualidad. No había tabús, y todo se vivía de forma abierta y sin complejos. Las formas fálicas son habituales en su simbología, y siempre se habla de las prácticas de los faraones. La homosexualidad es de las pocas prácticas de las que no queda constancia, aunque sí indicios que hablan de que no estaba bien vista, pero se toleraba de puertas para adentro, ya que no hay ninguna prueba de fustigamientos o condenas por ese tema.

En el Antiguo Egipto la prostitución no sólo no era ilegal, sino que las meretrices eran incluso consideradas sagradas. Las familias a menudo solían regalar a sus hijas más bellas a los sacerdotes de su templo. Tan pronto como crecían para el gusto de los sacerdotes, se les ordenaba que dejaran el templo. Muchas de ellas practicaron la prostitución, hasta que contrajeron matrimonio.

Quienes no eran consideradas (o no siempre) prostitutas fueron las ‘felatrices‘, mujeres que se dedicaban únicamente al sexo oral. Su aspecto las diferenciaba del resto, por lo que todos los ciudadanos podían identificarlas rápidamente, especialmente por sus labios pintados de rojo intenso.

En el Antiguo Egipto, el sexo oral tenía un significado casi sagrado según muchos estudios. De hecho en su origen, se cuenta cómo Osiris fue derrotado por su hermano, y las diversas partes de su anatomía esparcidas y recopiladas por Isis. Su falo nunca fue encontrado, por lo que se le colocó uno de arcilla, la dios le hizo una felación y le dio la vida.

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Aunque no se puede considerar a Cleopatra una felatriz, sí que todos coinciden en que la reina de Egipto era una maestra de la felación. De hecho, se dice que por su arte con el sexo oral la pusieron muchos apodos como ‘Merichane’, que quiere decir ‘La boca de diez mil hombres‘ como ‘Chelión’, que significa ‘La de los gruesos labios’.

 

 

Por su parte Plutarco en sus «vidas paralelas» al hablar de ella dice: «Poseía una voluptuosidad infinita al hablar, y tanta dulzura y armonía en el son de su voz que su lengua era como un instrumento de varias cuerdas que manejaba fácilmente y del que extraía, como bien le convenía, los más delicados matices del lenguaje. Platón reconoce cuatro tipos de halagos, pero ella tenía mil»… y contaba además una leyenda que había corrido por la urde, según la cual una noche la reina se reunió con 100 oficiales romanos y le hizo una felación a cada uno de ellos hasta que eyacularon en una copa de oro para que ella bebiera su semen.

 

Sin embargo hay otras voces, por ejemplo la de Rosa Pujol, la Presidenta de la Asociación de Egiptología de España que dice que «no todo lo que se ha dicho de ella es cierto. Muchos de los secretos que han rodeado la vida de la faraona siguen siendo desconocidos hoy en día. ¿Era un portento sexual? ¿Se dedicaba a visitar amantes en vez de gobernar? «Cleopatra deslumbró -escribe- y sigue deslumbrando a través de los siglos y de hecho se siguen haciendo películas de ella… y no es cierto ese apetito sexual insaciable que le adjudican, «eran cinco hermanos y se tuvo que casar con sus dos hermanos pequeños, con el segundo cuando falleció el primero, e incluso para mantener el trono, dicen, que se casó con el hijo que tuvo con Julio César».

 

En «Historia de la historia» Miguel Ángel Almodóvar escribe:

«No sabemos cómo era exactamente Cleopatrala última reina de Egipto, pero sabemos que, si no excepcionalmente hermosa, sus artes de seducción eran muchas y complejas. Amante del lujo, la ostentación y las joyas, fue una apasionada del poder y de los placeres de boca; de la gastronomía y del sexo oral, al punto de que sus contemporáneos, la llamaron «la boquiabierta» y «la boca de los diez mil hombres«. Amante de los hombres más poderosos de su tiempo, primero Julio César y después Marco Antonio, del primero tuvo un hijo, Ptolomeo XV o Cesarión, y del segundo tres, los gemelos Cleopatra Selene II y Alejandro Helios, y Ptolomeo Filadelfo. Sus artes de seducción fueron muchas y complejas, porque, aunque en general se le atribuyera una belleza excepcional, distintos grabados y dibujos parecen indicar que sus encantos radicaban más en su compleja personalidad que en su aspecto físico. (…) también se cuenta que los menús de Cleopatra nunca faltaba la lechuga, que por aquel entonces era de una especia muy similar a la actual romana aunque de hojas más alargadas. La hortaliza era considerada alimento sagrado y asociado a Min, dios de la fertilidad y de otras cosas varias, al que se representaba como un hombre negro o verde, pero siempre dotado de un prominente y erecto falo. Los antiguos egipcios consideraban la lechuga como afrodisiaco de primer orden, que enamoraba a los hombres y hacía fértiles a las mujeres. Desde esta percepción y con los intensos trajines de coyunda que se traía la pareja es fácil imaginar que siempre figuró en sus menús, cruda, aliñada con aceite de oliva y sal, y acompañada de las cebollas verdes y largas que aparecen en tantos jeroglíficos como materia de ofrenda a los dioses.

 

Otra anécdota curiosísima es la que cuenta cómo venció y convenció a Marco Antonio:

«Marco Antonio, amigo de César y su más encarecido vengador, solicitó el apoyo de Cleopatra, la cual accedió aún teniendo su país al borde de la ruina. Después de un sensual encuentro en Tarso, en su fastuoso trirreme real, Cleopatra exigió la ejecución de su hermana Arsinoe como requisito indispensable para prestarle ayuda a Antonio, el cual accedió a su propuesta. En aquella cita, ambos se enamoraron apasionadamente. Cleopatra, tratando de impresionar a su amante, apostó que era capaz de meterse «entre pecho y espalda» una cena de diez millones de sestercios. Lógicamente, Marco Antonio aceptó.

Llegado el día en cuestión, se sirvió la cena con los majares más exquisitos y, lógicamente, caros  pero nada raro a la vista de Marco Antonio. Llegó Cleopatra a la cita con un impresionante collar con dos hermosas perlas, se dirigió a Planco, elegido juez de la contienda, y le preguntó cuánto podría valer cada una de las perlas: «Al menos, cinco millones de sestercios«, contestó el juez.

Tras dicha «tasación», Cleopatra echó una de las perlas en una copa y la llenó de vinagre (recordemos que las perlas están formadas principalmente por carbonato de calcio que al reaccionar con el vinagre desprende calcio y CO2) para que se disolviese la perla y poder beberla. Cuando iba a repetir la operación con la segunda perla, para «gastar» los diez millones, Marco Antonio se dio por vencido.»

 

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Pero siguiendo el camino de su ninfomanía no podemos silenciar la leyenda tan «manoseada» de su fogosidad sexual que la convierte en la inventora del vibrador, que no del consolador. En 2005 científicos alemanes descubrieron en la cueva Hohle Fels (Alemania) lo que puede considerarse el consolador más antiguo de la historia; se trata de un falo de piedra perfectamente pulido de unos veinte centímetros de largo -la medida estándar en mi pueblo- que tendría unos 28.000 años de antigüedad. Y Cleopatra habría sido quien dio el salto del consolador al vibrador. A falta de pilas o electricidad, su consolador vibraba de forma «natural»: en una calabaza seca y hueca se metían abejas vivas que, al revolotear, provocaban la vibración (¡No intente hacer esto en casa! Y si lo hace, elija una calabaza adecuada y procure que las abejas no puedan salir de su interior).

Sea como fuere, entre banquetes, refinados entretenimientos, y felaciones con raíces toegónicas en el mito de Isis y Osiris, así fueron pasando los días de la que, según el crítico y teórico literario estadounidense Harold Bloom, fue la primera celebridad del mundo.

 

 

De sus relaciones con César podría escribirse miles de páginas. Plutarco dice que César quedó «cautivado por su conversación y su gracia, es decir, por su inteligencia y talento (y no por su supuesta belleza) en cuanto la vio». El romance con la soberana de Egipto, que constituía una relación casi de concubinato, se prolongó hasta la muerte de César. La unión con la reina más influyente del Mediterráneo hacía de César casi un rey, lo cual venía a sostener su pretensión monárquica en Roma. Además, Cleopatra le proporcionaba un apoyo económico decisivo para obtener la supremacía política en la República. Pero por encima de todo, Cleopatra dio a César el hijo varón que tanto deseaba, Cesarión. La reina, por su parte, obtuvo el trono de Egipto, que disputaba a su hermano Ptolomeo XIII.

Sus relaciones terminaron con la muerte de César, aunque la indomable reina todavía quiso ejercer sus derechos e incluso defendió ante el Senado que su hijo Cesarión, el hijo reconocido de César, fuese el heredero en el Poder… y también se dice que cuando no lo consiguió regresó a Egipto y nada más llegar mandó asesinar a su hermano… y más tarde antes de morir la leyenda dice que quiso casarse con su hijo para hacerlo rey (como era la tradición de los Ptolomeos).

Por hoy es suficiente . como no quiero cansarles y la vida de Cleopatra se extendió todavía más, sobre todo con su matrimonio con Marco Antonio, continuaré mañana.

Habrá que visitar  Egipto para ver por donde vivían estos hombres y mujeres, hacer un viaje para apreciar estos restos y museos arqueológicos tangibles que están presentes para los visitantes. pero para ello hace falta un visado en Egipto.

Autor

REDACCIÓN