06/05/2024 10:46
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Burgos; la Paz; donación del castillo de la Mota; traslado de los restos mortales de José Antonio.

 

 

Jóvenes segovianas en las faenas del campo. Foto de posado con la ropa limpia…

 

 

 

Esta es la cuarta parte del repaso al libro Pilar Primo de Rivera: Recuerdos de una vida. Las partes anteriores están aquí.

El segundo Congreso de la Sección Femenina -ya unificada- se celebra en enero de 1938.

Naturalmente, ninguna de nosotras cobraba un céntimo, y a las camaradas desplazadas de sus provincias a la Nacional se les daba trescientas pesetas al mes para pagar alojamiento y manutención.

No les gusta recordar estas cosas a los chupópteros progresistas, que incluye a todos los “demócratas”, incluidos los de derechas.

Dos anécdotas graciosas. La primera sobre el impreso a rellenar en la recepción del hotel:

con este afán inveterado de las mujeres de quitarnos años, Marichu y yo, aunque entonces éramos de verdad muy jóvenes, cada vez que pasábamos por Valladolid y nos entregaban hojas para rellenar, nos quitábamos dos o tres años, según nos parecía. Hasta que un día el dueño del hotel nos dice, con toda clase de consideraciones: “Por favor, señoritas, pónganse ustedes en la hojilla de entrada en la edad que quieran, pero pónganse siempre la misma, porque luego se arman unos líos con la policía…”.

La otra:

En mil novecientos treinta y siete, la “Hermandad de la Ciudad y el Campo” organizó un servicio que consistía en ir a trabajar en el campo para suplir a los hombres que estaban en la guerra, Íbamos a ayudar en grupos de cinco o seis camaradas. Yo fui con Syra Manteola, mi prima Lola, Rosario, mi cuñada, y Angelita Pla, que era la que nos dirigía, a trabajar en un campo de Mingorría, en la provincia de Ávila. Empezamos a las 5 de la mañana y nos enseñaron a manejar la hoz y coger, de una cierta manera con la mano un montón de espigas para cortarlas de una vez. Al regresar para desayunar en Ávila nos cogió un bombardeo de los rojos.

Bueno, yo creo que les tomaron el pelo. Por aquel entonces segaban los hombres, con la guadaña (en el peor de los casos), y las mujeres hacían las gavillas detrás. Está claro que les debieron causar más molestias a los labradores que lo que les hicieron con su trabajo las chicas de ciudad. Pero ese tipo de experiencias son siempre buenas.

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Capítulo IX – Burgos

Era emocionante entrar en las ciudades liberadas. La gente nos abrazaba por las calles llorando de alegría. Eran rostros famélicos, demacrados, casi reconocibles. Muchos en realidad habían estado escondidos durante estos casi tres años con el constante miedo de ser descubiertos y posiblemente asesinados.

No se puede hablar de Barcelona sin recordar a Luis Santamarina, intelectual, camisa vieja, amigo de José Antonio, que estuvo preso durante la guerra y dirigió después el periódico Solidaridad Nacional, la Soli, como lo llamaban los falangistas. Fue él quien propuso, en un consejo de Falange, antes del Movimiento, la camisa azul como distintivo para los camaradas, aceptada la idea inmediatamente por José Antonio, por aquello de que era un color “neto y proletario”.

Creo que habla de oídas, pero pudo ser así. En todo caso, lo de la camisa tuvo sus mas y sus menos cunado se propuso en el congreso falangista del 34. Y solo se aceptó cuando el Jefe se presentó con ella la día siguiente, dando por zanjado el asunto, según tengo entendido.

Acaba la guerra y el capítulo incluye una relación de las Caídas falangistas, deben de ser unas 70.

Capítulo X – La paz

Para conmemorar la Victoria pensamos en organizar una gran concentración en la Sección Femenina en Medina del Campo, al pie del Castillo de la Mota, en recuerdo de la reina Isabel la Católica

Toda la concentración fue de una gran belleza y supuso algunas dificultades, al ser tan reciente el fin de la guerra, pero ya no sabíamos acostumbrado a vencer tantas que nada nos amilanaba.

por primera vez hubo una incipiente demostración de Coros y Danzas

Para esta concentración se desplazaron unas 10.000 camaradas de todas las provincias

Entre los oradores, estuvo el Caudillo que dijo: “yo haré que en este vetusto nido se forje la primera escuela de la Sección Femenina

.. y así fue como el Castillo de la Mota, en ruinas, pudo en breve convertirse en el Castillo de la Mota actual, escuela mayor para la formación de nuestros mandos, que, por su importancia, merecerá, a su tiempo, un capítulo especial.

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Se trata también del traslado de los restos de José Antonio desde el Alicante a El Escorial.

Una de las primeras cosas fue montar, de acuerdo con sanidad, el servicio de “Lucha contra la mortalidad infantil»… también fue en estos primeros momentos cuando empezamos a organizar el servicio llamado «Escuela de Formación»….

Teníamos también ya en nuestro cargo el Servicio Social de la Mujer, que consistía en que todas, entre los diecisiete y los treinta y cinco años, debían dar 6 meses de trabajo gratuito a España. Una especie de servicio a la patria que se dividía en dos partes: tres meses de prestación gratuita en comedores de Auxilio Social, hospitales, oficinas, etcétera, y tres meses de formación personal

Foto:

En 1940 se celebra el IV Consejo Nacional, en Madrid. A él asistieron el general Muñoz Grandes, Serrano Suñer, Dionisio Ridruejo, y otras jerarquías.

Entonces conocimos también a María de Maeztu, persona tan importante y de tanto prestigio intelectual, con la que quedamos vinculadas para siempre, por lo que nosotras recibíamos de ella y lo que ella recibía de nosotras, hasta el punto que me llegó su última carta desde América, cuando ya había muerto, haciendo planes comunes para la Sección Femenina.

Eso es muy curioso, porque tengo entendido que la hermana de Maeztu era bastante “progresista”.

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