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Durante toda mi vida me ha intrigado la sentencia de nuestro divino Maestro: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Los verdaderos creyentes sabemos que no hay uno sólo átomo en el Universo que no sea propiedad exclusiva del Dios Creador –la Santísima Trinidad.– ¿Qué nos ha querido dar a entender, Él, al afirmar, algo sin sentido para nuestra inteligencia, al ser cierta la realidad anterior? Es una deducción inevitable que existen campos de ·otros dueños” — en este caso el César–. Ahora bien como en Dios no puede haber contradicciones, la lección que nos da, va por otro camino… y hemos de buscarlo.
Cito muchas veces tanto en mis escritos como en mis charlas, a un maestro que repetía mucho esta frase: “Dios deja las cosas hacerse”. Una interpretación sería esta: “Ha dado a sometido lo creado unas leyes y, luego, ha dejado que la Creación se rija por ellas”…, lo que puede ser una buena pista para lograr entender la sentencia de Cristo. Y, las cosas “del César” serían, simplemente, aquellas que actúan mientras el Creador “descansa” –como nos informa la Biblia que fue su decisión para el séptimo día…
Por pura lógica mientras El descansa, debemos trabajar las criaturas. Me inclino a creer que debemos traducir ése “dad al César” como una invitación al trabajo y a la lucha y a no dejar que nuestros problemas sin resolver dejándole a Dios la solución. Por eso, aunque me duela en el alma, me siento obligado a dar siempre mi opinión también cuando aparentemente puede interpretarse como una falta de respeto para los responsables de llevar la nave de Pedro a buen puerto. Me he convencido de que no puedo callar ante la destrucción de la Iglesia desde la Jerarquía. Están pasando diariamente cosas gravísimas que en mi larga vida nunca había vivido. Hoy los obispos, cardenales, etc., han hecho suyo el lenguaje utilizado hace siglo y medio por los enemigos de la Iglesia Católica, y llaman “reaccionarios” a los fieles que siguen fieles al Evangelio y al Magisterio bimilenario de nuestra Madre.
Nunca había visto contradicción entre la enseñanza de los papas y la Fe de siempre y el Magisterio perenne. Y hoy el mismo Vaticano dice y hace cosas totalmente opuestas a lo que nos enseñaron hace setenta años. Por más que intento verle sentido a esta realidad, no lo consigo.
La Fe, la moral y el culto que se predica están con cierta frecuencia fuera de los límites que tuvieron siempre. La forma de hablar de Francisco no se parece en algunos casos a lo que leemos en el Evangelio, como lenguaje de Jesús, ni tampoco a lo predicado por los antiguos profetas del Antiguo Testamento, ni a las decisiones infalibles de los Concilios Ecuménicos. Es más, no están de acuerdo, ni siquiera con los Diez Mandamientos de la Ley de Dios, a los que se les ha perdido el respeto o no se tienen en cuenta, so pretexto amor al prójimo, de misericordia divina y de otros pretextos. Recuerdo perfectamente la primera vez que oí decir a S. S. Pío XII, “¡se está perdiendo la noción del pecado!”…, pues bien, hoy los ministros que recibieron el poder de perdonar y absolverlos, se diría que no creen en su existencia, y ya ni siquiera se sientan en los confesionarios para imitar al Santo Cura de Ars, que se pasaba la vida confesando como único método para devolver la fe a los “no-creyentes”, a los agnósticos, a los ateos, etc.
Cristo amaba a los pecadores y les perdonaba, pero les decía: “Vete y no peques más…” Hoy la Iglesia (parte de ella, ¡por suerte, no toda!) se diría que predica como Lutero, “¡peca sin medida… y luego ama más!”. Para ese clero y jerarquía –modernistas y sinodales–, el pecado es un caramelo a lanzar, como en las cabalgatas de los Reyes, pues es muy alegre y divertido…
Perdonen la guasa, pero cada día me llegan noticias del Vaticanos, de los obispos, de los sacerdotes, muy reales aunque parezcan más bien chistes. ¿Qué significa ese ir tras los homosexuales y lesbianas no para convertirlas sino para asegurar su tranquilidad de conciencia por su admirable conducta evitarles complejos de culpabilidad pues “los pecados de cintura para abajo· no son excesivamente graves”…?Al Creador le importan otras cosas –el cambio climático, el machismo, el trato a los animales– y el mejor apostolado de los curas tipo Padre Ángel, o el de quienes consagran rosquillas en vez de obleas para dar la comunión a adúlteros, maricones y especies similares…
Tengo demasiados años y vivencias como para que me afecte todo lo anterior, pero pecaría contra mis obligaciones de escritor católico si no protestase por esta degeneración de la Iglesia desde dentro. A mí, mis padres, me embarcaron muy pronto en la nave de Pedro y, desde que tuve conocimiento decidí no salir nunca de ella, sin importarme si el piloto es lo que no debe. Tengo muy claro que fuera de la Iglesia de Cristo no hay salvación eterna y espero la gracia necesaria de Dios para poder hacer mío el dicho de san Pablo “Bonun certamen certavi, cursum consummavi, FIDEM SERVAVI”. (He combatido el buen combate, he concluido mi carrera, HE CONSERVADO LA FE.)
Autor
- GIL DE LA PISA ANTOLÍN. Se trasladó a Cuba con 17 años (set. 1945), en el primer viaje trasatlántico comercial tras la 2ª Guerra mundial. Allí vivió 14 años, bajo Grau, Prío, Batista y Fidel. Se doctoró en Filosofía y Letras, Universidad Villanueva, Primer Expediente. En 1959 regresó a España, para evitar la cárcel de Fidel. Durante 35 años fue: Ejecutivo, Director Gerente y empresario. Jubilado en 1992. Escritor. Conferenciante. Tres libros editados. Centenares de artículos publicados. Propagandista católico, Colaboró con el P. Piulachs en la O.E. P. Impulsor de los Ejercicios Espirituales ignacianos. Durante los primeros años de la Transición estuvo con Blas Piñar y F. N., desde la primera hora. Primer Secretario Nacional.
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