Termina un año tan nefasto para España, para nuestra Patria, como otros anteriores; y ya van…
Durante el año que cierra, España ha seguido ahondando en la que podemos afirmar que es la mayor crisis de toda su historia salvando la del 711. Y lo es porque es crisis grave y aguda de identidad por la cual los españoles reniegan de sí mismos, se echan en manos de la antiEspaña y permiten sin mover un dedo ni estar dispuestos a reaccionar que España sea descuartizada en el interior y vendida en el exterior.
Prueba, entre muchas, es el alucinante discurso de un monarca alucinado que es, sin lugar a duda, cómplice interesado, voluntario, necesario e incluso sospechamos que entusiasta de tan penosa situación. En él, no hizo ni una sola mención a la galopante corrupción material –menos aún a la moral– que nos ahoga; el peor de nuestros males por ser raíz de los demás. Las citas a la Nochebuena, festividad cien por cien religiosa, lo fueron en términos manifiestamente masónicos. Para el rey, el mayor logro del año fue el acuerdo para sustituir la palabra “minusválido” por “discapacitado” en la Constitución ¡Madre mía! También los éxitos de “los jóvenes” en las Olimpiadas y en la Eurocopa ¡Increíble! En fin, para qué seguir.
La vida y actividad política, la “gobernanza”, a nivel gubernamental, autonómico y municipal, ha llegado a cotas de encanallamiento inconcebibles, sumiéndonos en la anarquía y el caos, convirtiendo a España en un manicomio digno de ser estudiado por los mejores psiquiatras que, aún con su sabiduría, no serían capaces de articular un diagnóstico mínimamente lógico. Y es que España se suicida, por mano de unos y otros, ante la pasividad e inhibición de sus ciudadanos.
El mejor ejemplo ha sido lo ocurrido con ocasión de la Dana. Ni para salvar a quien se pudiera acudió nadie. Todas la administraciones y colectivos, todos, incluidos los policiales, de protección civil y las FFAA, hicieron mutis por el foro porque… ¡no recibieron órdenes! Los responsables de todos los niveles y colores ideológicos igual. Primó el interés personal sobre el nacional; y eso que se trataba de un asunto de emergencia humanitaria. Ni por humanidad cumplieron con sus obligaciones; hasta ese punto de decadencia y degeneración, de cainismo y miseria se ha llegado. Ese pretendido “el pueblo salva al pueblo” fue un eufemismo estúpido y falso inventado por algún malvado para lavar la cara de… todos. Ni una sola dimisión, ni entonces ni ahora ni en el futuro. Del rey, incluido, abajo, todos siguen entonando el pío, pío que yo no he sido, y aún peor, porque ya llevan tiempo, casi desde el momento inicial, haciendo propaganda de lo mucho y bien que actuaron; lo peor es que el pueblo no reaccionó como debió, tan sólo un puñado enlodando tanto al tirano Sánchez como al monarca –las imágenes no engañan–; eso sí, la inmediata represión no faltó, también ante la inhibición de los demás.
La antiEspaña, ese cáncer que sólo sufre nuestra Patria, campa a sus anchas con la connivencia de una supuesta España que… como siempre proclama a un Dios en el que no cree y a una Patria a la que no ama y sólo busca llegar al poder por desgaste de aquélla para… más de lo mismo igual a peor, en un pacto de alternancia que el tirano ha roto, de ahí su malestar, porque por lo demás están de acuerdo todos y en todo; eso sí, el guion les obliga a un paripé, a ofrecer a los españoles un buen espectáculo circense que los entretenga y atonte cada día un poco más, pues bien saben que es lo que quieren, con lo que se conforman e incluso disfrutan.
Por todo lo dicho, el denominado Régimen del 78, que fue así y para esto diseñado y que consta, si se sabe leer entre líneas, perfectamente definido en la Constitución, ha alcanzado su cenit en forma de una tiranía partitocrática por la cual gobierna una reducida nomenclatura parasitaria en su exclusivo beneficio personal –unos más y otros menos– a costa de la mayoría sometida a su dictado y capricho.
Como remate, se nos anuncia un océano de mentiras, en realidad prolongación del que nos anega desde hace décadas, sobre lo mejor de nuestro más reciente pasado con el fin de ahondar aún más en nuestra división, decadencia y estulticia, bien que contará con la aquiescencia de la inmensa mayoría de los españoles que a fuer de ignorancia voluntaria tragan carros y carretas con glotonería, dispuesto a seguir escarbando una vez llegados al fondo del pozo.
Adiós 2024 que nos has mostrado, aún si cabe con más claridad, lo que somos, cómo estamos y lo peor que vamos a estar.
Hola 2025, prolongación del túnel que dura ya medio siglo y del que no atisbamos salida.
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Estoy de acuerdo en que la transición fue una cosa mala para el bien de España. Y se logró con el voto favorable de muchos españoles que No Sabían, no podían saber- a donde les conducían la Ley de Reforma Política y la Constitución.
El colectivo No Sabe (NS) fue lo que convirtió la Traición en TraNSición.