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1959. 21 de junio. Garrincha, Zito, Nilton Santos, Pelé, Zagallo, Pepe y Didí, siete campeones mundialistas se enfrentaron en el estadio de Riazor de La Coruña, en la final de la décimo cuarta edición del Trofeo Teresa Herrera. Colección particular del autor.

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A última hora de la tarde de ayer recibí la noticia del fallecimiento de Edson Arantes do Nascemento “Pelé”, un inigualable jugador, considerado como uno de los cinco mejores jugadores de futbol de todos los tiempos. En su homenaje rememoro aquella lejana fecha del 21 de junio de 1959, cuando ya proclamado campeón del mundo con su selección de Brasil en el mundial de Suecia del año anterior, disputó en La Coruña con su equipo el Santos, la decimocuarta edición del Trofeo Teresa Herrera.

Muchísimas dudas e incertidumbre generó en la afición coruñesa la celebración de aquella edición del año 1959 del trofeo Teresa Herrera. La organización había ya cerrado el encuentro entre el Santos de Brasil y el A.C. Milán, dos equipos de garantías para ofrecer un magno espectáculo. El Santos con su máxima estrella Pelé, un muchacho de dieciocho años, que había asombrado al mundo con sus actuaciones rutilantes en el campeonato del mundo de selecciones nacionales, celebrado en Suecia un año antes. Con él compartían equipo jugadores de la categoría de Zito, Getulio, Waldir, Alfonso y Pepe.

Por su parte  los transalpinos, que se habían proclamado campeones de liga en su país, poseían un conjunto de indudable calidad donde destacaban entre otros el sueco Nils Liedhold, el uruguayo Schiaffino, el argentino Ernesto Grillo y los italianos Altafini, Césare Maldini, Soldan, Salvatore, Lorenzo Buffón, Fontana, Trebbi, Brean  y Bacci. Un excelente equipo sin duda.

Pero unos días antes de la celebración del encuentro, saltó la gran sorpresa en La Coruña. El Milán, que venía de jugar un torneo amistoso en París ante el Vasco de Gama, Racing de París y Niza, remitió un telegrama a la organización, declinando la invitación, alegando que no podía jugar en Riazor debido a las lesiones de ocho de sus jugadores titulares por lo que no podía conformar un equipo de garantías. La noticia por la ciudad corrió como la pólvora. Sin embargo la comisión organizadora, de la que formaba parte Cristino Álvarez, De Llano y Doncel, reaccionó con prontitud a tan importante revés.

Por aquellas fechas se hallaba en España, concretamente en Barcelona, para disputar un encuentro, el club de Regatas Botafogo de Río de Janeiro. La organización se dirigió a ellos y los cariocas aceptaron gustosamente la invitación coruñesa para sustituir al Milán. Pero no iban a terminar ahí los problemas. El Santos no vio con buenos ojos enfrentarse a sus compatriotas en Europa y según se dijo en  todos los mentideros coruñeses se negaba a jugar.  El trofeo pues estaba en el aire, a falta de seis días para su celebración. Cristino Álvarez adujo ante el equipo paulista, que el trofeo era de carácter benéfico, para allegar fondos para los más necesitados y quedó a la espera de la decisión de los brasileños. 

Afortunadamente todo se resolvió con un telegrama que el Santos remitió  a la organización del trofeo donde afirmaba que no era de su agrado enfrentarse al Botafogo en el extranjero, pero que bajo ningún concepto se negaba a disputar el trofeo. Es más anunciaba que llegaría a La Coruña en autocar desde Portugal, donde se encontraba, el sábado día 20 de junio, para alojarse en el hotel Embajador. El Botafogo, campeón de Río de Janeiro y subcampeón de la liga estatal, haría su viaje por vía férrea en coche-cama desde Madrid, llegando a La Coruña a primera hora de la mañana del domingo día 21, alojándose en el Hotel Marineda.

Dos grandes amigos y excepcionales futbolistas: Garrincha y Pelé, se saludan en el estadio de Riazor de La Coruña, antes del inicio de la final del Trofeo Teresa Herrera de 1959, que enfrentó a Santos y Botafogo. 

A los aficionados coruñeses se le presentaba una oportunidad única de poder contemplar cómo se  enfrentaban en el terreno de juego Pele y Garrincha, dos grandes amigos, campeones del mundo y sensacionales jugadores.

Un recuerdo para Garrincha, uno  de los jugadores más rutilantes de la historia del fútbol, el mejor extremo de todos los tiempos, ganador de dos copas del mundo con Brasil y junto a su buen amigo Pelé, los dos jugadores más admirados y queridos por la afición brasileña. Bautizado por sus hermanos con el apodo de Garrincha, que provenía de un ave fea y veloz que vive en la selva del Mato Grosso,  era un muchacho feo y patizambo con los pies girados hacia dentro y  además tenía una pierna seis centímetros más corta que otra. De  niño tuvo grandes problemas en sus extremidades inferiores afectado por una poliomielitis. Tuvo que ser operado de las piernas y los médicos apenas le concedieron oportunidad para poder andar. Sin embargo con una tremenda fuerza de voluntad llegó a caminar, a jugar al fútbol y asombrar a todos por su regate, su elegancia, su inteligencia y su rapidez.

Aquel caluroso domingo 21 de junio de 1959, Riazor presentó un lleno hasta los topes. Era la segunda vez en la historia del trofeo que se enfrentaban dos equipos extranjeros.  Una  jornada especial, pues no en vano en Riazor se iban a dar cita nada menos que siete jugadores que se habían proclamado el año anterior en Suecia campeones del Mundo. Ellos eran Didí, Zagallo, Garrincha y Nilton Santos en el Botafogo y Pelé, Pepe y Zito en el Santos.

El partido, de una indudable calidad técnica, apenas tuvo emoción. Dirigido por el colegiado Blanco Pérez, el Santos arrolló al Botafogo y lo derrotó de forma inapelable por cuatro goles a uno. En el minuto 40 de la primera parte, Pelé realiza una primorosa jugada y en el momento de intentar el remate es objeto de penalti que trasforma con un duro lanzamiento Pepe.

A los quince minutos de la reanudación, después de una extraordinaria jugada, Pelé bate sin remisión a Ernani, entre el alborozo del público coruñés.  Siete minutos después, Pepe se interna velozmente, realizando un magnifico centro que remata sobre la marcha el jovencísimo Coutinho-tan sólo dieciséis años-, que había sustituido por lesión a Alfonso.  A los 26 minutos, Mario Zagallo hacía el gol del honor del Botafogo, al rematar,  de un espectacular zurdazo, un balón enviado desde la derecha por Garrincha, que se coló por toda la escuadra de la portería defendida por Carlos. Pasada la media hora, otra vez Pepe, cerraría el tanteo con un fulminante y cruzadísimo remate.

Pelé dirigió de forma admirable al Santos, realizando un completísimo encuentro. Con jugadas geniales, dominio excelso del balón, pases medidos y magníficos disparos a puerta,  se metió al público en el bolsillo, que lo ovacionó en diferentes  ocasiones a lo largo del juego. Otros dos jugadores, que brillaron con luz propia, fueron Coutinho y Pepe. En el Botafogo destacó Garrincha, que realizó una segunda parte muy buena con unas rapidísimas internadas y unos endiablados regates y Zagallo con su gran gol. Mario Lobo Zagallo, ganador de dos copas del mundo como jugador 1958 y 1962 y otra como seleccionador en Méjico 70, era sin lugar a dudas otro artista de balón.

 

El Santos posa con el Trofeo Teresa Herrera, tras vencer al Botafogo por 4-1, en encuentro celebrado en el estadio de Riazor, el 21 de junio de 1959. Colección particular del autor.

El alcalde Sergio Peñamaría de Llano entregaría el gran trofeo, entre las lágrimas de Pelé y los efusivos abrazos de todos los jugadores paulistas, que dieron dos rotundas vueltas al campo, entre las constantes ovaciones de los aficionados coruñeses, que habían presenciado tan extraordinario encuentro.

Al finalizar el encuentro Pelé declaró a la prensa que no tendría inconveniente en jugar en un equipo español. “Me traería a toda mi familia a este país tan encantador y me quedaría en él  para siempre”. Desgraciadamente no se cumplieron sus deseos.

En sus recuerdos, Edson Arantes “Pelé” evocaba siempre de forma muy cariñosa su estancia en  La Coruña. Su llegada con el Santos al hotel Embajador. El paseo que  dieron los jugadores por la ciudad, quedando impresionados por la belleza de la bahía repleta de embarcaciones; por la grandeza y antigüedad de la Torre de Hércules y por el misterio que envolvía a un jardín pequeñito donde había una tumba, en clara referencia al jardín de San Carlos. Destacaba el cariño y la amabilidad de sus gentes y el efecto que les causaron a todos los jugadores unos apetitosos helados de una heladería cercana al puerto,-posiblemente la italiana- y que el míster no les dejó consumir.  La directiva del Santos primó a sus jugadores con dinero y regalos por el título conseguido en La Coruña. En el vestuario de Riazor, corrió el champan a raudales y hoy en día aquel monumental trofeo Teresa Herrera, diseñado por el recordado Rafael Barros Merino, ocupa un lugar de privilegio en las vitrinas del Santos de Brasil junto a las tres copas intercontinentales, la supercopa de campeones intercontinentales, dos copas libertadores de América, ocho campeonatos brasileños, una copa de Brasil y numerosos campeonatos paulistas.

Aquel partido fue sin lugar a dudas uno de los encuentros que marcaron la historia del decano de los trofeos españoles. En un cuidado césped de Riazor, además de los siete jugadores ya mencionados, campeones del mundo, se dieron cita otros que con posterioridad defenderían también la elástica canariña de la  selección brasileña como  Getulio, Dorval, Waldyr, Pepe, Jair, Coutinho, Ramiro, Ernani y Chicao. El encuentro dejaría en las arcas de la beneficencia municipal más de medio millón de pesetas de beneficio.

Dos meses después del aquel encuentro disputado en La Coruña, el extraordinario jugador del Botafogo, Waldir Pereira “Didí”, campeón del mundo, estamparía su firma como jugador del Real Madrid. Sin embargo problemas de adaptación harían que el fabuloso jugador no triunfase, al lado de estrellas como Di Stéfano, Canario, Puskas, Rial, Herrera o Gento. Otro jugador del equipo carioca que jugó en Riazor,  Chicao,  ficharía por el Valencia a principios de 1962. En 1964 sufriría un gravísimo accidente de circulación abandonado el club che para fichar por el Levante. Volvería a Río de Janeiro, donde sería asesinado a tiros delante de una gasolinera en 1968.

Una vez retirado de los terrenos de juego Edson Arantes do Nascemento “Pelé”, se convirtió en una leyenda. Embajador de la UNESCO, ciudadano del mundo nombrado por la ONU. Ministro de deportes de su país durante el periodo de 1994-98 y colaborador muy reconocido de la FIFA. Probó suerte como cantante. Su figura dio vida a una serie de dibujos animados de gran éxito llamada “Pelezinho”. Incluso participó como actor en la recordada película de John Huston, “Evasión o Victoria” en 1981, junto a Michel Caine, Silvester Stallone, Max Von Sydow y los jugadores Bobby Moore, Osvaldo Ardiles y Paul Van Himst entre otros. Dos años después del estreno cinematográfico de Pelé, su gran amigo Manuel Francisco Dos Santos “Garrincha” moría alcoholizado y en la completa miseria. Su velatorio en el estadio Maracaná, constituyó una enorme manifestación de duelo y cariño hacia el  gran jugador que fue enterrado envuelto su ataúd en una gran bandera de su querido equipo del Botafogo.

Hoy 29 de diciembre de 2022, Pelé ha partido a encontrarse con Dios. Pelé, “la perla negra”, considerado como uno de los cinco mejores jugadores de la historia del fútbol. Llevó a su querido Santos a las cotas más altas del fútbol mundial, ganando dos copas Libertadores de América y dos copas intercontinentales. Marcó en su carrera más de mil goles entre encuentros oficiales y amistosos. Sobran las palabras para referirse a un jugador que ganó tres campeonatos del mundo, asombrando primero en  Suecia con su caprichosa juventud; en Chile en 1962 con un fútbol espectacular y de forma admirable en 1970, en el mundial de Méjico, liderando aquel sensacional grupo de jugadores como Gerson, Carlos Alberto, Piazza, Rivelino, Clodoaldo, Tostao, Jairzhino, que derrotaron a Italia en aquella inolvidable final por cuatro goles  a uno. Para los que tuvimos la oportunidad de ver los encuentros de aquel todavía no superado mundial de Méjico, quedará por siempre en nuestra retina, aquel fabuloso salto, suspendiéndose en el aire, de “O Rei”, para batir al meta italiano Albertossi, poniendo el uno cero en el marcador y dejando con posterioridad, en la segunda parte, dos excelentes pases, uno de cabeza, para que Jairzinho y Carlos Alberto, hiciesen subir al marcador el tercero y cuarto tanto de Brasil, logrando de esa forma la tercera copa del mundo y llevándosela en propiedad. Gracias de corazón, Pelé. Por la Misericordia de Dios descansa en paz.

Autor

Carlos Fernández Barallobre
Carlos Fernández Barallobre
Nacido en La Coruña el 1 de abril de 1957. Cursó estudios de derecho, carrera que abandonó para dedicarse al mundo empresarial. Fue también director de una residencia Universitaria y durante varios años director de las actividades culturales y Deportivas del prestigioso centro educativo de La Coruña, Liceo. Fue Presidente del Sporting Club Casino de la Coruña y vicepresidente de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña. Apasionado de la historia, ha colaborado en diferentes medios escritos y radiofónicos. Proveniente de la Organización Juvenil Española, pasó luego a la Guardia de Franco.

En 1976 pasa a militar en Fuerza Nueva y es nombrado jefe Regional de Fuerza Joven de Galicia y Consejero Nacional. Está en posesión de la Orden del Mérito Militar de 1ª clase con distintivo blanco. Miembro de la Fundación Nacional Francisco Franco, es desde septiembre de 2017, el miembro de la Fundación Nacional Francisco Franco, encargado de guiar las visitas al Pazo de Meiras. Está en posesión del título de Caballero de Honor de dicha Fundación, a propuesta de la Junta directiva presidida por el general D. Juan Chicharro Ortega.

 
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