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La bandera rojigualda se conserva hasta nuestros días, aunque ha habido constantes variaciones del escudo. Solamente la proclamación de la Segunda República en 1931, durante la que se utilizó la bandera tricolor​ de franjas horizontales de igual tamaño entre ellas, sustituyéndose en la franja inferior el rojo por el morado, constituyó un paréntesis en su uso.

      El 30 de Agosto, el General Cabanellas, Presidente de la Junta de Defesa, firmo el decreto, que hacía retornar los tradicionales colores de la enseña nacional y que decía: «El movimiento salvador de España, iniciado por el Ejército y secundado entusiásticamente por el pueblo, fundidos en el fervoroso anhelo de reanudar su gloriosa Historia, ha sido presidido espontánea y unánimemente por el restablecimiento de la tradicional bandera bicolor roja y gualda».

      Todavía no había rastro del águila de San Juan que representaría al régimen. Franco aún no había sido nombrado jefe del nuevo estado y comandante de todos los ejércitos, pero sí que fue el impulsor de la antigua de la reimplantación de la tradicional bandera durante un acto multitudinario en Sevilla dos semanas antes junto a Queipo de Llano y Millán Astray.

     Efectivamente, el 15 de Agosto de 1936, día de la Virgen de los Reyes y en plena guerra civil, una aglomeración de personas, formada por todas las clases sociales, sin distinción de castas, y con un entusiasmo desbordante de emoción indescriptible e ímpetu patriótico, que nunca podrá superarse, se apiñaron materialmente en la Plaza nueva de Sevilla para ver el izado de la enseña inmortal: de la bandera roja y gualda, millones de veces bendita.

    La llegada y entrada de los generales Queipo de Llano, Franco y Millán Astray en el Ayuntamiento fue acogida con aclamaciones inenarrables.

    Por medio de altavoces describía los detalles del acontecimiento el funcionario del Gabinete de Prensa afecto al Estado Militar don Obdulio Gómez, comunico la llegada del cardenal Ilundain, que fue fué recibido en la escalinata de las Casas Consistoriales por los ilustres generales y demás autoridades.

    Una avioneta del Aero Club voló sobre la muchedumbre, dejando caer octavillas de los colores rojo y gualda con himnos patrióticos y cantos a la bandera nacional.

     Al asomarse los generales al balcón central del edificio, donde iba a izarse la enseña sagrada, estalló una ovación imprente. El instante fué de intensa emoción. En todos los ojos había lágrimas y en sus corazones un ansia enfervorizada de patriotismo. Seguidamente el general Queipo de Llano alzó la bandera bicolor al viento como seña de la derrota de la República que se había revelado a sí misma como el aspecto tragicómico de las limitaciones humanas desde 1931; y tomando la palabra pronunció un discurso enardecido en defensa de la enseña rojigualda por la que tantos españoles habían entregado su vida y criticó al gobierno de la República por haber cometido el error de haber adoptado la bandera tricolor.

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    Al izarse la bandera el entusiasmo de la multitud fué inenarrable. Lágrimas, escalofríos, corazones latiendo aceleradamente coreando los vivas a España gritados por el glorioso general Queipo de Llano.  ¡¡¡España, España y España!!!

    En este instante besaron frenéticamente la bandera los generales Franco, Queipo y el alcalde de Sevilla. Sr. Carranza, y el fundador de la Legión, general Millán Astray, al que se dieron muchos viva. Inmediatamente fué izada la bandera inmortal.

      Acto seguido, Franco, abrazando la bandera nuevamente la besó tras pronunciar aquellas palabras que no se deben olvidar: «Nos la querían quitar».  Palabras que fueron apagadas por el clamor de entusiasta de la multitud enardecida que llenaba la plaza prorrumpiendo en las siguientes exclamaciones: ¡¡¡Franco!!! ¡¡¡Franco !!!Franco! !!, queriendo significar, con ello, su agradecimiento de homenaje al ilustre militar que estaba reimplantado la enseña nacional.

    Seguidamente dirigiéndose a la multitud, Franco : «Sevillanos, Ya tenéis aquí la gloriosa bandera española, ya es vuestra. El heroico general Queipo de Llano la ha inaugurado en esta fiesta solemne de forma oficial… Él os ha explicado el origen de la bandera y os ha repetido como nuestros heroicos soldados se batieron y supieron morir en defensa de la Patria, a la sombra de la bandera roja y gualda». Posteriormente recordó su pasado en Marruecos y los peligros que acechaban a España por el avance de las hordas marxistas y de la propaganda de Moscú, señalando: «Esta bandera roja y gualda es la que está en el corazón de la inmensa mayoría de los españoles. La bandera bicolor es la insignia de una raza, de unos ideales, de una dignidad, de una religión, de todo lo que está en peligro de desaparecer por el avance de las hordas marxistas y de la propaganda de los suyos. Es el oro de Castilla y la sangre de Aragón. Es la gesta gloriosa en América, y el triunfo de los barcos españoles a través de la historia…» Terminó elogiando a Sevilla y dando vivas a España, coreado por los asistentes al acto.

     Finalmente intervino Millán Astray que enardecido gloso el lema y las virtudes de la Legión, terminó gritando la divisa de la legión y finalizó con un ¡Viva España!

     La multitud, que contestó los tres vivas legionarios con el máximo entusiasmo, tributó a Millán Astray, símbolo del heroísmo español, el homenaje de una ovación indescriptible.

     Seguidamente falangistas y balillas entonaron el himno de la Falange Española, coreado por el público, sucediéndose las ovaciones y vítores, que arreciaron al besar la bandera los generales y autoridades.

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     Finalmente se organizó el desfile de las fuerzas con caracteres de verdadera apoteosis y presidido por la bandera roja y gualda, que desde ese instante triunfaba así sobre el precario morado, significando el comienzo de una etapa de más de 40 años de paz y prosperidad para el conjunto de todos los españoles.

     Y el resto del día fué también de entusiasta homenaje a las banderas, que por todas partes ondearon, muy profusamente en el centro de la ciudad y particularmente en el corazón de todos aquellos asistentes, que no han podido olvidar jamás la emoción vivida aquella mañana de agosto en Sevilla, al ser partícipes de este acto glorioso, que quizás no vuelva a vivirse en otro momento semejante.

  

REIMPLANTACIÓN DE LA BANDERA ROJA Y GUALDA from José Lus DÍEZ JIMÉNEZ on Vimeo.

    PD.- Hoy como ayer y siempre, sigo amando este símbolo de mi Patria, y como botón de prueba trascribo, nuevamente, mi poesía intitulada «Homenaje a mi bandera» que está plasmada en la página 202 de mi libro «Buscando a Franco»:

 

                                                     Homenaje a mi bandera

                                                 «¡Ahí tenéis la enseña de la Patria!

                                                  Izada en la raíz de nuestra tierra,

                                                  apoyada en la fe de nuestra raza

                                                  enarbolada en altar de primaveras,

                                                  fecundada por la savia de la historia,

                                                 en gestas gloriosas allen de la fronteras.

                                                  ¡Ahí está nuestra bandera!

                                                  Dos ríos de sangre hispana

                                                  en un mar de olas amarillas.

                                                  ¡Que nadie ose profanarla!

                                                  Ni siquiera que roce sus orillas,

                                                   a no ser que cante sus   victorias                                                     

                                                   y  la bese postrado de rodillas.»

                                                                                        José Luis Díez

 

         «Ahora que acaba de morir Francisco Franco recuerdo, con honda emoción, su aparición en el balcón de honor del Ayuntamiento de Sevilla, aquel quince de Agosto del 36, festividad de la Virgen de los Reyes, presidiendo, junto a Millán Astray, el Coronel Martín Moreno, el General Quipo y el Cardenal Ilundain, el acto en que se izó oficialmente la bandera bicolor. Y tras los enormes aplausos, se abrazó a ella dándola un gran beso y nos dijo: «Nos la querían robar. ¡Ahí la tenéis!»