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De una media de trece-quince ministros por legislatura en lo que va desde 1978 acá, este gobierno de izquierdas, secesionistas, populistas y demagogos está compuesto por 22 carteras de las cosas y los títulos más peregrinos.
Por ejemplo: el de transportes y movilidad tiene el tercer nombre de «agenda urbana». Parafraseando al ladrón de que se sentó más de 30 años en la Generalidad, podemos decir «¿y qué coño es eso de la agenda urbana?». O sea, un ministerio que es una agenda -¿de quién?- y ¿por qué solo urbana y no periurbana o rural?. Otrosí: Un ministerio de Igualdad, ¿de quién? De igual da de la señora del dictador Ceaucescu redivivo. O también un ministerio de Inclusión, junto con la Seguridad Social y las Migraciones. Ahora, se lleva mucho el lenguaje inclusivo, el género inclusivo y hasta el ministerio inclusivo. Toma de frasco, Carrasco.
Pura farfolla verborreica al uso del neolenguaje que sirve para no decir nada, pero que esconde un gran vacío intelectual, de valores y sirve para disimular la dictadura ideológica del globalismo y las izquierdas. En esto se están educando nuestros nietos, desgraciadamente. No es nada fatuo sin importancia, no. Tiene un fondo ideológico y manipulador de gran importancia. Que se lo digan a Rasputín Redondo, que ha inspirado una forma de gobernar vacua, pura fachada de cartón piedra y cosmética, sacada de cualquier manual de marketing malo.
Este gobierno no gobierna nada. Perdón, lo desgobierna todo y hace pocos días ya decía que no me creo que solamente sea por incapacidad, sino que se trata de que todo se pudra, que la pandemia arrase cuantas más vidas mejor, que la economía cree legiones de gobierno-dependientes de limosnas estatales y autonómicas de miseria, para monopolizar el voto cautivo y perpetuarse como en el caso, por ejemplo, de Venezuela. O en los años de la URSS, o de Rumanía o de Albania. Al tiempo que destrozar la salud y la economía, se trata de ideologizar a niños y jóvenes en el pensamiento único, sin identidad, ni valores, ni libre albedrío.
De los 22 ministros, al menos la mitad están desaparecidos, no en combate, sino escondidos tras sus poltronas, dando de buen comer a un ejército de cientos o miles quizá de amigos, amigotes, bajo los rótulos de asesores, expertos, directores, generales o no, que nos cuestan la friolera de 60 millones/año. Algunos ejemplos:
¿Sabe el común de españoles el nombre del titular de Asuntos Exteriores? Muy, muy de vez en cuándo sale una señora que dice ser llamada González Laya, señora que se dedica en exclusividad a meter la pata
cuando habla o viaja por el mundo. Se sienta a hablar con quien no debe, regala las aguas territoriales canarias a Marruecos, negocia no se sabe qué con Turquía y se junta con lo peorcito del mundo mundial. Un puro desastre.
Vamos con otro ministerio, con nombrecito que también se las trae. De Transición Ecológica. ¿A dónde?, digo yo. Lo capitanea una tal Teresa Ribera, conocida por todos, a la hora de comer en su casa. Que se sepa, no ha hecho nada, salvo cargarse el sector del automóvil de una tacada y colocar en las energéticas a dos ágrafos desocupados, catalán y gallego, en sendas poltronas de sus consejos.
¿Y qué decir de un tal Juan Carlos Campo Moreno? Dudo que un 90% de ustedes -me incluyo- sepamos de quién se trata. Pues, es aquel ministro que en la única vez que intervino en el Congreso fue para desvelarnos que estaba en marcha un plan constituyente. No se le conoce cosa alguna más.
Otra más. Una tal Reyes Maroto, que puso todo su empeño y lo ha conseguido en cargarse nuestra primera industria nacional que no es otra que el turismo. Como suena. Esta es otra muy conocida en su casa, porque hasta dudo que lo sea en su propio ministerio.
¿Y si les digo Luis Planas Puchades? Pues, otro tanto. Se trata de una persona gris, como las anteriores, aunque dicen que este sabe mucho de agricultura, porque se trata de un probo funcionario al que le han salido espolones por sus muchos años en ese ministerio de Agricultura. Este pasará sin pena ni gloria por no haber hecho nada por el campo y la ganadería y la pesca españolas. Sólo que los marroquíes están arruinando nuestras exportaciones a Europa y él tan pancho.
¿Conocen ustedes a una tal Carolina Darias? Yo la he visto hoy por vez primera en las teles, acompañando a la señoritinga Celaá y al insano y cariacontecido ministro de sanidad, hablando del retorno de nuestros niños y jóvenes a sus quehaceres escolares, que dicho sea de paso, menudo carajal se traen gobierno y autonosuyas. Pues, se trata nada menos de la ministra de Política Territorial y Función Pública. La primera, ya se ve como va con cuatro autonomías en rebeldía y la función pública con miles de enchufados. Pues esta señora, va para nueve meses, ni mu.
Bueno, bueno. El turno es de ahora de un tal José Manuel Uribes. Como a los anteriores, les reto a que le pongan cara y me digan de qué es ministro. Pues nada menos que de cultura y deporte. La primera con el encefalograma plano, salvo para arrimar dinero a los cineastas del régimen y el segundo cómo estará, que hasta Messi se da el piro.
Me quedan tres. El primero José Luis Escrivá -no confundir con San José Mª Escrivá- que manda nada más y nada menos que en la quebrada seguridad social y en las pensiones y que cuando estaba en la AIReF, uno de esos organismos que solo hacen papeles que no sirven para nada, escribía todo lo contrario a lo que ahora dice y hace. Ah, es también el ministro de migraciones, que bien podría llamarse de pateras.
El otro, es un tal Castell, también señoritingo que estuvo casi toda su vida viviendo en USA, ministro de Universidades, que ha venido, ha tomado posesión y se ha vuelto. Se desconoce lo que hace, pero en este breve tiempo, se ha enemistado con los rectores de las universidades españolas, incluidas las de provincias -ahora hay universidades en cada provincia que son auténticas castañas-. Dicho sea de paso, los señores rectores son también una fauna para echarles de comer aparte.
Esta lista de ministros vagos, pero vagos, vagos, la puede cerrar el astronauta que lo es de Investigación y Ciencia y que nada se sabe de lo que ha hecho, que es nada, de nada. Ha abierto la boca tres veces, siempre para cagarla. Para mejorar las maltratadas investigación y ciencia, ni está, ni se le espera.
Para finalizar, que nadie se confunda: el resto no quiere decir que sean unos lumbreras, ni siquiera normalitos. Son los que hacen más ruido mediático y los que la lían a diario. Al fin y al cabo, no se con que tropa ministerial me quedo. Si con los que nos desgobiernan a diario, o con los que no hacen nada.
A los primeros nos referiremos también otro día.
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