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Impresiona ver que habitamos un mundo lleno de víctimas autoproclamadas, que son en realidad victimarios sin proclamar y, lo que es peor, casi sin identificar. Esta reflexión es complicadísima, de tan lógica y sensata. La desarrollo, de menos a más, partiendo de lo que decimos ser todos: víctimas.
Todas las personas dicen ser víctimas de algo o de alguien: del sistema, de su jefe, de sus padres, del vecino, de la policía, de su pareja, de los colectivos sociales, etc.
Todos los colectivos sociales dicen ser víctimas de alguien: del sistema, del patriarcado, del capitalismo, del comunismo, del fascismo, de la democracia, del Gobierno, etc.
Todos los Gobiernos dicen ser víctimas de alguien: del sistema, de los países fronterizos, del imperialismo, del colonialismo, del libre mercado, de la autarquía, de la historia, de los organismos internacionales, etc.
Todos los organismos internacionales dicen ser víctimas de alguien: del statu quo, de países que no respetan acuerdos y normas, de colectivos sociales antisistema, de personas que no cumplen la ley… es decir, que volvemos al principio, a las personas.
Esto es la paradoja de la serpiente, ni más ni menos, el uróboros masónico que desde 2014 vuelve a estar de moda en Espena gracias a los comunistas de Podemos que lo eligieron como logotipo. ¡Y no les ha ido mal! ¿eh? ¡Qué para seguir yendo de víctimas no les va nada mal! Fijaos que hasta hace unos meses no había victimario tan camuflado como la víctima que un comunista dice ser. ¡Pobrecillos, que ahora les ha desbancado el Congojavirus! El mayor criminal de la historia.
Esto que voy a decir me produce sonrojo y espero no ofenderte –lector – si no hacía falta que te lo dijera, pero… ¿no os dais cuenta de que si en el mundo sólo hay damnificados, eso significa que en el mundo sólo hay malhechores.? ¿Que todos se echan la culpa de todo mutuamente, vaya?
¡Menos mal que apareció el congojavirus y, desde entonces, todos los criminales han encontrado su amalgama, su punto unificador, su nexus idearum! AHORA SON TODOS VÍCTIMAS sin necesidad de tocapelotas como yo (de esos que usamos la cabeza no como fin del cuerpo humano, sino como comienzo del ser humano) que les acusen, también, de ser victimarios. Ahora yo no puedo decirle, por usar un ejemplo entre 1.001 millones, a un policía:
Tocapelotas: ¡Oiga, suélteme, que si me estoy quejando en este supermercado es porque me han vendido un producto en mal estado y no me dejan devolverlo!
Esbirro del Gobierno: ¡Caballero, por su seguridad no se admiten devoluciones!.
Tocapelotas: ¡Pero qué me han timado!
Esbirro del Gobierno: ¡Caballero, le repito que es por su seguridad!
Tocapelotas: ¿Me timan por mi seguridad?
Esbirro del GastaMenos: ¡Llévenselo ya, que está poniendo en peligro nuestra seguridad. Les hemos llamado para que se lo lleven!
En fin, no hace falta que lo desarrolle más. Queda claro que ahora los victimarios son más víctimas que nunca. Jamás soñaron serlo tanto… pero como son tan, pero tan tan tan tan gilipollas, que parecen un tambor… no se dan cuenta de que son verdugo y ejecutado a la vez (mirad al Jefe de los picoletos en Madrid… ha pasado de esbirro, a aspirante a tocapelotas… me ofrezco a darle clases particulares de civismo y moral, ahora que tiene tiempo… y dinero de mis impuestos para pagar mi docencia). La “pobre víctima” que está contagiada, es un cabronazo como no se quede encerrado e incomunicado en casa. Es más… ¡qué coño importa si está contagiado o si el COVID-19 es real o no! Por si acaso, todos somos potenciales cabrones contagiosos y por eso nos encerraron… pero a la vez somos pobres gatitos dolientes debido al malvado virus… que nos muta en feroces dragones cuando nos ven como transmisores del bicho… siendo la misma persona en ambos casos.
Hasta hace poco, solo los tocapelotas éramos víctimas sometidos en un mundo de lobos… ¡ah! espera, blanco por dentro y verde por fuera… que ahora los tocapelotas somos los peores de todos… en estos tiempos de falsa pandemia todo lo que no sea acatar la injusticia social, la verdad oficial derivada de ella es ser un criminal. Maldita sea, este es el primer caso en el que no hay excepción que confirme la regla. El primer caso de la historia y lo estamos viviendo. TENEMOS SUERTE. ¿O no? Porque ya sabéis que hay más lágrimas derramadas por los deseos concedidos que por los denegados… pero eso ya es otra historia.
Ponte el bozal, acepta que tu ruina económica y anímica es por tu bien y, sobre todo, por tu seguridad; y no te laves las manos, usa guantes mejor…
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