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En la genial película española “La Vaquilla”, los maestros del humor sociopolítico –Azcona y Berlanga– le hacen decir al personaje de Alfredo Landa: “(…) vosotros y las putas nos hacéis más bajas que el enemigo”. Se dirigía a un sarasa llamado “la piporra”, personal de intendencia del bando comunista en un frente de guerra sin batallas, a colación de que Durruti, como cualquier comunista o anarquista, estaba aniquilando a los homosexuales, de maneras más o menos sutiles.

Esta secuencia cinematográfica es una analogía perfecta entre el falso cuidado que los comunistas dicen tener por los homosexuales y el falso cuidado que las autoridades sanitarias y gubernamentales tienen por los ciudadanos, a colación del congojavirus. El caso más flagrante de esta situación son las mascarillas y guantes sanitarios, auténticos cuerpos de élite del virus que dicen combatir o, cuanto menos, prevenir. El mal uso de estos medios preventivos está haciendo que el virus se extienda muchísimo más de lo que lo haría sin ellos. Paradójico hasta extremos sólo alcanzables por la ineptitud, la falta de civismo y la ignorancia supina de los actuales habitantes de España (sigo negándome a identificar como españoles a la mayoría de mis conciudadanos).

El paisanaje cree que este virus también se transmite por vía cutánea y que, por ello, hay que llevar guantes todo el rato… ¡los mismos guantes!. Esta circunstancias, a parte de anular uno de los principales cuidados higiénicos a seguir, el lavado de manos, es un enorme transmisor de virus, al impregnarse los guantes del mismo y estar tocando todo y a todos (a él mismo incluso) con los jodidos guantes. El uso de mascarillas es todavía más delirante. La más usada es la cutre, la inútil, la decorativa llamada quirúrgica, mascarilla que sólo sirve para limitar algo la transmisión del virus, pero que es inútil total para evitar el contagio. Las otras, las buenas, las de filtro bien ajustables, sí evitan contagiarse… ¡pero son de un solo uso! Una vez captan el virus lo mantienen ahí y lo van paseando por doquier, amén de contagiárselo en las manos al manipular constantemente la mascarilla y poner el virus en bandeja de plata por todo lo que esas manos infectas manipulen. Es tétrico ver como la gente lleva semanas con la misma mascarilla… y dantesco ver como en los hospitales –de toda la vida, no de ahora– los enfermeros ponen su nombre a las mascarillas, para usarlas hasta que se rompan, meses ha del primer uso… no hay higiene ni en los hospitales, los que hemos sido operados bien lo sabemos.

He aquí el motivo de la propagación masiva de este virus, que se contagia EXACTAMENTE IGUAL que el de la gripe. ¿Por qué la gripe, con vacunas y todo, mató a 15 mil españoles en 2019 e infectó a más que el COVID-19? Exactamente por el mismo motivo que lo está haciendo el congojavirus: la falta de higiene y de civismo. Hay países, como Suecia, donde no se ha privado de libertad al ciudadano, y tienen el virus muy controlado. Vencer a estos virus es tan, pero tan sencillo, que causa pavor comprobar la conducta vital de la mayoría de habitantes de España. Casi nadie debería morir, en 2020, por gripe o congojavirus. Pero, ojo, no confundamos estos fallecimientos, como están haciendo la mayoría de personas y la totalidad de mass medias, con una actividad letal de los virus. Para nada sucede esto. Por suerte o por desgracia, somos animales mortales y tenemos afecciones mortales que se desarrollan a un ritmo más elevado del natural, debido a agentes externos, como en este caso los virus que menciono. Si un hemofílico fallece a causa de un accidente en bicicleta, la culpa no es del ciclismo, sino de que el ciclista hemofílico no coagula bien la sangre. A ver si aprendemos a hacer una etiología correcta de las enfermedades.

En Espena (antigua España) los más de 6 mil muertos a fecha de este artículo, no lo son por el congojavirus, sino por la aceleración que este virus ha provocado en enfermedades crónicas que, más pronto que tarde, hubieran causado el mismo resultado luctuoso en el paciente. Estos meses nadie fallece de pulmonía, neumonía y demás afecciones respiratorias… ni por tener el sistema inmunológico destrozado, deprimido o mermado. El virus de la gripe lleva 4 meses sin pronunciarse… por favor, vamos a hacer un esfuerzo intelectual sencillo y a llamar a las cosas por su nombre. El congojavirus ha sacado el miedo que toda persona timorata e hipócrita tiene por bandera: el miedo a SU MUERTE. Si este miedo fuera el miedo a LA MUERTE DE LOS DEMÁS, los contagios se paliarían enormemente, pues el problema de este tipo de virus es su propagación, y el problema de la propagación es contagiar, no contagiarse. Y el problema de contagiar es no tener respeto a la vida del resto de conciudadanos, lo cual es un bumerán que acaba infectando al que infecta.

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Y para los timoratos e hipócritas sumos, decirles que si hay una decena de casos de fallecidos que no son grupo de riesgo… pues claro, somos seres imperfectos, y la medicina lo es aún más. De tanto ver farmacias y hospitales creemos rozar la inmortalidad, y qué va. Hay muertes que la ciencia médica jamás puede explicar y están incluidas en el porcentaje casual de mortalidad de todas y cada una de las enfermedades existentes sobre la tierra. Pero hacer esto público sería generar una hipocondría de consecuencias devastadoras. Aún así, tranquilos, españoles: la inmensa mayoría, pero inmensa como el océano Pacífico comparado con una bañera, no vais a morir… por congojavirus. ¡Pero dejad de ser su punta de lanza con el mal uso de guantes y mascarillas! Y empezad a comportaros, aunque sea por una vez en vuestra vida, como seres racionales, solidarios y comprometidos en el bien común.

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REDACCIÓN