09/05/2024 18:40

El filósofo neopositivista Wittgenstein recomendaba lo siguiente: “¡No pienses, mira!”. Esto es, desecha buscar “explicaciones últimas”.

Vaya por delante mi admiración, reconocimiento y respeto por los Caballeros del 23-F, con especial preferencia por Don Antonio Tejero Molina y Don Ricardo Pardo Zancada. Suceso del que también me siento participe en la medida que lo apoye desde su inició, participando en la manifestación que frente al Congreso se hizo la mañana del 24 de febrero de 1981, en apoyo a Tejero y al resto de los implicados.

——————————

Uno de los grandes afanes del ser humano es el deseo de conocer la verdad, porque donde no se conoce, las cosas no existen. No obstante, la mayoría de las veces, lo que nos impresiona no es lo que hay en la cosa, sino su apariencia, lo que no nos permite hacer un juicio verdadero sobre la misma.

1ª Parte.

Todos los estudios sobre la actuación del general Armada en el conocido suceso del 23-F, y desde el minuto siguiente a su fracaso, no han sido apodícticos, sino injustos e injuriosos. Injustos, porque no se corresponden con la verdad; injuriosos, porque lo califican, sin distinción ideológica de parte del juzgador, nada menos que de “traidor”. Calificación que el general sigue arrostrando, sin que el tiempo transcurrido haya servido para enmendar tal calificación.

De traidor, decimos, y en sus dos acepciones: traidor por haber quebrantado la fidelidad o lealtad que debió guardar o tener con el resto de implicados, y traidor por cuanto cometió un delito que atentó contra la seguridad de la nación.

Así pues, el general que a los dieciséis años se alistó en el Ejército, en el bando nacional, durante la Cruzada, y que combatió en diferentes frentes (Madrid, Andalucía, Guadalajara, Teruel y Valencia). Que, terminada la contienda, sostenida desde el 18 de julio de 1936 al 1 de abril de 1939, se alistó en la División Azul, combatiendo en el sitio de Leningrado. Que fue instructor en varias escuelas militares, elegido por Franco como instructor militar y preceptor del entonces “Juanito” y desde 1965 jefe de la Secretaría del Príncipe (futuro Juan Carlos I) y su ayudante personal. Y que fue segundo jefe del Estado Mayor del Ejército… resulta que es un “traidor”. Esto es, renegado, desertor, delator, alevoso, felón, indigno, intrigante, ingrato, conspirador y, finalmente, comparado con Juda Iscariote. Absolutamente injusto e injurioso…

——————————

2ª Parte.

Aquella fue época convulsionada, donde diferentes persona y colectivos se afanaban en hacer algo, seguros de obrar bien.

No quiero dar paso a la vindicación que pretendo hacer del general Don Alfonso Armada en el suceso del 23-F, sin antes hacer dos reflexiones que considero necesarias para poder entender mejor cuál fue su participación en el suceso y por qué fue esa participación y no otra.

La primera, que a la hora de organizar la sociedad nos encontramos con una pluralidad de actitudes y opciones. La segunda, que, ante las tempestades políticas de su tiempo, Sócrates recomendaba tranquilidad y serenidad, para uno mismo y para los demás, para poder pensar a fondo y así actuar mejor. Sócrates quería saber y no obrar deprisa y corriendo.

Así, pues, partiendo de estas dos reflexiones, ¿cuál de estas dos actitudes es la que mejor corresponde al hombre que pretende enmendar algo dentro de las posibilidades reales que se le ofrecen, más allá de lo que fuera su deseo?:

– ¿La que hace “lo que siente y desea”?

– ¿La que hace “lo que piensa y cree”?

La historia del 23-F comienza en la finca de Santa Cruz Ribadulla (La Coruña), cuando la operación “cambio de Timón”, auspiciada por José Tarradellas, había iniciado su lenta retirada tras la abdicación por “sorpresa” de Adolfo Suárez como presidente del Gobierno. El instante de su comienzo lo marca una leyenda gravada en una piedra, de la que nunca antes se había percatado el general Armada, que dice… “Prosigue” …

Hallazgo que disipa las dudas del general, que comprende que no se puede esperar más, que no es prudente dar tiempo al nuevo gobierno que se formase tras la dimisión de Suárez, porque la rectificación a la deriva de España exigía dar, y sin más demora, un “paso adelante” …

LEER MÁS:  La población autóctona europea, y el síndrome de Estocolmo frente a la política de la multiculturalidad impuesta. Por Milenko Bernadic

Constituir un gobierno fuerte con sentido de Estado, sin las veleidades ni cesiones del gobierno anterior. Advertir a la clase política, absolutamente corrupta, inoperante y sin rumbo. Rectificar el modelo territorial, el Estado de la Autonomías – “excepcionalidad constitucional” a juicio del profesor Sánchez Agesta-, absolutamente desbocado, fijando en el texto constitucional el “techo” competencial de las Comunidades Autónomas. Derrotar el terrorismo de ETA con una legislación que incluyese la pena capital para los terroristas. Y enderezar la grave situación económica que, con una tasa de paro del 14% en una población de 12 millones de personas activas y un 30% de paro juvenil, una retribución del interese deuda de un 20% y una inflación superior al 15% (Alemania tenía un 5%), llevaba a España a la ruina

Pero no sólo era la urgencia de la situación de España la que aceleraba la mente del general, proyectando lo que ya era su “Solución”, sino algo más grave que necesitaba dirigirse para que no se cayera en una situación peor, en la que no se podría descartar el enfrentamiento civil… El malestar que, como consecuencia de la gravedad del estado de España, existía en el Ejército, en donde ya había tres soluciones de rectificación, por no decir tres intentos de “golpes de Estado” en ciernes, con mayor o menor grado de preparación, sólo pendientes de fecha:

El de los Generales (¡Monarquía sí, Democracia no!). El de los Coroneles (¡Monarquía no, Democracia no!) y el que, desde antes incluso de 1978, había estado planeando de forma ciertamente inquietante por lo difícil de detectar, controlar y pautar, el golpe de los Espontáneos (aguerridos y valientes que se alzan sin muchos medios, gravitando su acción en el llamado “efecto dominó”) … Tres sensibilidades militares puestas en beneficio y amor a España, pero ciertamente arriesgadas.

———————————

3ª Parte.

Ni las convicciones pueden derivar de razones empíricas, ni las buenas actuaciones pueden prosperar cuando no se respetan las posibilidades para que algo produzca el efecto deseado…

Había que hacer algo, y había que hacerlo más allá de que la operación más plausible desde el punto de vista “posibilista” se hubiera desbaratado o retrasado. Había que hacer algo, no se podía esperar, y hacerlo “ya”, antes de que fuera demasiado tarde, no sólo porque fuera más difícil y costosa enmendar la situación, sino, porque, como consecuencia de una solución patriótica pero mal tomada, se desencadenará una situación violenta de resultados imprevisibles.

Así, pues, había que dar un “gran paso adelante”. No había otra, aunque ahora la estrategia, y de eso sabía de sobra el general Armada, consistiera en utilizar todos los recursos militares para tratar de encauzar una solución (“solución Armada”) a mitad de camino entre la estrictamente civil (cambio de Timón) y el golpe de Estado. Solución que pretendía alcanzar objetivos a largo plazo, rectificando el rumbo de España, a la vez que daba suficiente protagonismo al Ejército como garante defensor de la unidad de España, del Estado de Derecho y del orden constitucional. En eso ocupo la mente el general Armada en los sucesivos días que transcurrieron, organizando las tres facetas que eran necesarias.

En primer lugar, dirigiendo a los componentes de los que se ayudaría en el teatro de operaciones. En segundo lugar, diseñando los planes y actuaciones. Y, en tercer lugar, manteniendo los apoyos y asegurando su capacidad.

Por supuesto que la operación fue consulta con el Rey, que también estaba muy preocupado por la situación que atravesaba España -aunque sólo fuera por su situación personal-. Ahora bien, es muy poco serio creer que al Rey se le dieran más explicaciones de las necesarias, más allá de estar advertido, aunque sólo sea por una sencilla razón, porque a los reyes no se les compromete más allá de lo estrictamente necesario… El Rey confiaba en Armada, y Armada era leal al Rey y al orden constitucional. Eso fue suficiente para que el Rey asintiera. Por eso Armada manifestó a los comprometidos con él, que era operación con el consentimiento del Rey y por eso el operativo militar que entró en el Congreso lo hizo “en nombre del Rey”. Porque si el Rey estaba advertido, ese fue su consentimiento.

LEER MÁS:  Año Nuevo, tiempo de hacer propósitos de santidad. ¿Por qué no la devoción de los 9 Primeros Viernes? Por Javier Navascués

En este sentido, mucho más clara fue la Reina, que, en diferentes libros y biografías, se puede leer lo que doña Sofia le dice a Armada antes del 23-F: “Alfonso, sólo tú no puedes salvar”.

Preguntas con respuestas.

Sabemos por la experiencia histórica que un relato analizado en el presente, deja muchas cosas por describir y que el paso del tiempo mitiga el uso del fraude que tuvo lugar durante su expansión.

¿Europa hubiera permitido un golpe de Estado en España?

Para bien o para mal no vivimos solos. Somos parte de algo y de un todo. Sí como consecuencias de unas penas de muerte dictadas con arreglo a Derecho en las personas de varios terroristas se orquestó una crítica internacional de enorme eco, incluyendo la salida de varias representaciones diplomáticas, ¿qué hubiera pasado si seis años después del fallecimiento del Generalísimo se hubiera dado en España un golpe de Estado?

Seamos realistas. Lo importante es saber vivir sabiendo quién eres y qué defiendes, y como consecuencia qué no defiendes ni vas defender jamás.

¿Traicionó Armada al resto de los implicado?

El general Armada no actúa dentro de ninguno de los golpes que con más o grado de preparación estaban en curso, los utiliza en beneficio de la “solución” que cree es mejor para España. De esta forma, da protagonismo a cada uno de ellos y convierte a sus protagonistas en salvadores de la situación, más allá de crear situaciones peligrosas o trágicas.

Comunica al resto de los conjurados lo necesario, que el Rey confía en él, en lo que haga.

¿Qué fue lo que falló en la “Solución Armada”?

Falló que un teniente coronel, al que se utiliza como desencadenante de la operación, pero al que no se le había comunicado cuál sería su solución, no obedeciese al general Armada cuando éste le descubre cuál sería la verdadera solución de todo “aquello”. Y es que Tejero, que había sacrificado su propio “golpe”, actuando como desencadenante de otro de más calado, desde el principio de su reclutamiento estuvo convencido que la “solución” sería otra. Tejero actuó convencido que lo que propiciaba el 23-F era la liquidación de la democracia: un gobierno militar presidido por el Elefante Blanco: Milans del Bosch.

¿Por qué el general Armada no “denunció” al Rey, ganándose de esa forma el desprecio de todos los implicados?

Porque un militar no delata, porque un monárquico defiende a su Rey y porque un amigo no traiciona. Para Armada, como español, militar y monárquico, la Corona era y sería siempre fundamental a España, mancharla, siquiera con una mota de polvo, era poner en peligro a España. Hasta ese extremo llegó su patriotismo.

————————

Quizás nos queda todavía un último recurso… El arrepentimiento y la reparación.

El 1 de diciembre de 2013, a los 93 años, falleció Don Alfonso Armada y Comyn, ferviente católico, militar de enorme prestigio, monárquico de convicción, culto y sin ambiciones políticas.

Suscríbete
Avisáme de
guest
4 comentarios
Anterior
Reciente Más votado
Feedback entre líneas
Leer todos los comentarios
Proby

GOLPE de timón.

Pueseso

Traidor fue aquel que, el día 22 de noviembre de 1975, juró lealtad y fidelidad a las leyes y principios fundamentales del Movimiento Nacional para asumir la corona gracias al general Franco y al «día siguiente» comenzó la TRANSACCIÓN (trato, convenio, negocio según la RAE), que no «transición» pactando con todos aquellos que ambicionaban hundir el sistema para implantar lo que estamos padeciendo hoy.

Alvar

Por mucho menos que la traición del Sahara se ha ajusticiado a reyes. No se puede ser leal un rey traidor. A Tejero lo engañaron porque sabían que ningún patriota DE VERDAD aceptaría sociatas y comunistas gobernando España.
Luego, cada uno se justifica como quiere, pero en justicia, el borbón, después del 6 de noviembre del 1975 solo merecía una cosa, el patíbulo.

Rafael F.

Armada, un Cantamañanas con ínfulas de presidente bananero.

4
0
Deja tu comentariox