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La Pablología ha marcado la vida de Irene Montero quien se las ve y se las desea para demostrar que trabajó mucho para conseguir sus logros. Su indignación me ha convencido de que el catre, como piensan los envidiosos, no ha sido el aula de estudios para su esmerada formación legislativa, verbigracia. Es más, ¿cómo se atreven a dudar de su honorabilidad? Dicen las insidiosas lenguas fascistas que los podemitas Mayoral y del Olmo conocieron en profundidad a Irene Montero. En realidad todos se han estudiado en profundidad, comentan con malicia ultraderechista. El Español, un 5 de septiembre del 2020, delineó un mapa de las relaciones y concupiscencias podemitas y salieron a relucir las relaciones privadas entre sus miembros y miembras públicas. Muy públicas, ustedes ya me entienden. Pero en honor a la verdad, siendo la Montero juzgada por su relación presuntamente interesada, o lo que sea, con el marqués de la moña, es justo saber sobre la dialéctica de formal instrucción en la justicia social que recibió de Mayoral y del Olmo. Así tener una visión realista de la carrera insigne y meteórica desde el Saturn al infinito, pupila aventajada de sólida formación ideológica después de muchas prácticas entre camaradas con la misma conciencia proletaria.
 El Español sacó a relucir las matemáticas podemitas para multiplicar la escalada sociopolítica de un modo seguramente desvirtuado. De la correspondencia unívoca a la biunívoca y a la transitiva, conformando un totum revolutum de favores como instrumento para contentar a  los babosos del partido. ¿Quién se cree eso con lo formales que son? Se diría, a tenor de esta inicua investigación, que la historia de progreso de la marquesa no se explica sin la endogamia comunistoide que pudo funcionar como lanzadera de concubinas marxistas al ruedo de la política, rejoneadas en faenas de catre a mayor gloria de las que las torearon, sumisas al heteropatriarcado, para trepar en la escala del mérito podemita.  ¿De las huestes rojas, de la conveniencia sexual a la cima del poder mediante la bajeza, la aquiescencia, la útil complacencia al servicio de machos alfas, con esa característica de manada amoral que impulsó las carreras de unas cuantas mantenidas…?
¿Quién puede pensar eso de tan esforzadas trabajadoras, eficientes gestoras, humildes y hacendosas pupilas de Marx que huyen del coche oficial o se niegan a volar en Falcon viviendo humildemente en la Vallecas natal?¿Quién puede ser tan retorcidamente malicioso como para achacar el éxito de Irene Montero a su paso por el lecho de tres machos podemitas?¿Quién resta un ápice de credibilidad a la marquesa del Saturn sino fascistas?¿Azotada hasta sangrar y callada como una víctima del machismo, semejante luchadora independiente por la dignidad de la mujer, aunque las feministas la aborrezcan? Pandilla de fascistas los que dudan de una valía honorable, de una ganadora hecha a sí misma, aunque la fama sea otra.
Pablología, Mayoralogía y Olmología son tres asignaturas pasadas para andar con la cabeza tan alta como los méritos personales adquiridos.  Irene, yo sí te creo, como a Sánchez que siempre dice la verdad. Todo lo demás es fascismo, di que sí.

Autor

REDACCIÓN