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¡Qué triste resulta para quienes amamos a España comprobar que una inmensa mayoría de escritores –que se dicen españoles o hispanoamericanos— parecen disfrutar con el deporte de apuñalar nuestro hermoso idioma; esa maravillosa lengua utilizada como instrumento de comunicación por setecientos millones de hispanohablantes. Es lamentable porque, además, la mayoría, lo hacen sin enterarse y, a mi entender, se debe a la pérdida de sensibilidad para detectar los ataques a la propia personalidad. No vibramos cuando eso ocurre y eso nos permite, devorar textos, sin que nos hieran la vista verlos plagados de palabras inglesas y de abreviaturas ininteligibles, mientras a mí me provocan tanto asco que, frecuentemente, termino la lectura al comprobarlo.
Sin duda, hablar varios idiomas es un placer – y, hoy, además, una necesidad— pero ensuciarlos, mezclando los vocabularios, es una horterada. Una cita, en otro idioma, en ciertos momentos, es un adorno pero lo que podemos ver a diario, es otra cosa,
Comprendo que el acaparamiento logrado por los norteamericanos como padres de la tecnología informática tiene mucho que ver con esa invasión nefasta pero les hemos facilitado el camino al no estar a la altura, ni haber reaccionado adecuadamente y a tiempo. Una vez más queda demostrado que la inmensa mayoría de la gente no valora los tesoros, como ocurre con la lengua común de veinte naciones. Me he preguntado muchas veces por la causa pero nunca me puse a buscarla.
La capacidad de razonar es el mayor don del Creador –tras el regadlo de la propia existencia– pero se convierte en “inútil” cuando no se utiliza siempre y a fondo. El “peso específico” de un hombre lo marca, sin duda, el uso de ese instrumento, y la principal victoria del “enemigo del hombre” es el “bloqueo” generalizado de la inteligencia de la raza humana.
Las consecuencias son evidentes, ¡qué poca gente “siente y vive” los verdaderos problemas del hombre en sus diversas facetas –social, laboral, religiosa, política, etc…! –. Piensen en el número escaso de españoles a los que preocupa comprobar que cuatro gatos (porque siempre son pocos) hayan liquidado la herencia que nos dejó el Generalísimo (gracias a la cual hemos vivido otras cuatro décadas suplementarias de progreso y paz) y, para nuestra desgracia, nos hayan “retrotraído a los años veinte y treinta del siglo XX”.
Sin esta introducción resultaría más difícil de entender lo que intento destacar, esa nula defensa por parte de los españoles de a pie y de todos los gobiernos –desde 1975 a 2023– de ese importantísimo idioma mientras se dedican a medrar, enriquecerse y vender todo lo vendible a los enemigos de España. Porque quiero que el pueblo se entere de que “es culpable”, con su silencio, su apatía, su egoísmo –señal inequívoca de su estupidez—de que no se frene a los traidores y se deje impune a los ladrones que se enriquecen con el dinero de nuestros impuestos desde sus cargos.
A ese “Pueblo soberano”, los parlamentos en general –y en concreto el español–, le han dado leyes con un “diabólico objetivo”, que no es nunca protegernos sino, por el contrario, “facilitar la impunidad”, tanto de los ladrones como de los criminales y traidores. ¡Terrible”, pero cierto!, y si lo dudas no tienes más que fijarte en quienes se sientan en los mullidos sillones del palacio de la carrera de San Jerónimo: ex-colaboradores de los criminales etarras, miserables separatistas –catalanes, vascos y gallegos—junto a otra gente bellaca y vendida a las políticas extranjeras o a los intereses de las mafias,… y, todos ellos, en número superior al de quienes aman y defienden a España y a su Pueblo. Ciertamente, si por sus obras se pueden conocer,… ¡analicen las Leyes que discuten y aprueban!
La Historia del mundo –que aguanta todo– difícilmente, sin embargo digerirá la existencia de mentes tan vacías capaces de engendrar textos tan repugnantes y, además carentes de sentido y contacto con la vida misma. Productos de cerebros tan atrofiados y podridos, que son incapaces de generar una sola idea con sentido común.
Insisto en que las futuras generaciones no lograrán creer que lo ocurrido en la España postfranquista –y en especial con Zapatero y Sánchez sucedió realmente.
Por suerte el español seguirá avanzando como el idioma universal que ha sido desde hace siglos y lo español acabará por venciendo incluso a las Leyendas Negras. La buena semilla produce buenos frutos. Y la Hispanidad lo es.
Autor
- GIL DE LA PISA ANTOLÍN. Se trasladó a Cuba con 17 años (set. 1945), en el primer viaje trasatlántico comercial tras la 2ª Guerra mundial. Allí vivió 14 años, bajo Grau, Prío, Batista y Fidel. Se doctoró en Filosofía y Letras, Universidad Villanueva, Primer Expediente. En 1959 regresó a España, para evitar la cárcel de Fidel. Durante 35 años fue: Ejecutivo, Director Gerente y empresario. Jubilado en 1992. Escritor. Conferenciante. Tres libros editados. Centenares de artículos publicados. Propagandista católico, Colaboró con el P. Piulachs en la O.E. P. Impulsor de los Ejercicios Espirituales ignacianos. Durante los primeros años de la Transición estuvo con Blas Piñar y F. N., desde la primera hora. Primer Secretario Nacional.