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Esta es la parte octava de la serie de artículos sobre el libro de José Vasconcelos, Breve Historia de México, que se pueden seguir aquí. Calles sube a lo más alto del escalafón de los canallas que han ostentado la presidencia de la república mejicana. Fue el más anticatólico y sus crímenes desataron la Cristiada, una de las mayores persecuciones anticatólicas de la historia reciente, que se podría considerar precedente de la persecución de la II República española.

Plutarco Elías Calles

 

Se le conocía como defensor apasionado de la Constitución carrancista del diecisiete, especialmente en sus clausulas poinsetistas del odio a la religión del país. Existía en su sangre algún sedimento de rencor musulmán contra Cristo, según lo sospechaba el pueblo que siempre le llamo el Turco? (p. 477)

¿Rencor musulmán? No; odio judaico. Esto dice la wikipedia:

El origen de los Elías se atribuye a judíos sefardíes. Sus antepasados llegaron a México a fines del siglo XVIII y comenzaron a destacar en la sociedad como exitosos terratenientes y mineros, amasando una gran fortuna que se redujo, pero no se perdió en su totalidad, en los disturbios y guerras del siglo XIX. El más sobresaliente de sus descendientes fue su abuelo, el Coronel José Juan Elías Pérez (1824-1865), «El Chinaco», aguerrido militar liberal que murió en combate contra las fuerzas imperialistas de Maximiliano I de México.

Sigue Vasconcelos:

Con estos apoyos ficticios y una propaganda demagógica descarnada, incitando al indio contra el blanco, al pobre contra el rico, al obrero contra el patrón, Calles, ya enriquecido durante su gestión de Gobernador de Sonora y futuro millonario, se convirtió en el supuesto abanderado del obrerismo, esperanza de los indios, caudillo de los protestantes y poinsetistas y ahijado favorito de la «American Federation of Labor» de Estados Unidos.

Inicio su régimen de asesinatos y prevaricaciones el general Calles, el 19 de diciembre de 1924. Llamo poderosamente la atención que excursionistas norteamericanos en numero de mas de cinco mil acudieran al Estadio Nacional para presenciar la entrega nominal del mando que Obregón hacia a Calles… Lo que ocurría por el fondo, es que todas las fuerzas secretas del poinsetismo, se habían puesto en acción para robustecer }a figura macabra del hombre que había prometido, a sus íntimos, aplicar al pie de la letra las prescripciones de la Constitución del 17, es decir, el programa integro del poinsetismo, a saber: la eliminacion de los propietarios rurales españoles y mexicanos, la agitacion obrera en contra de las industrias poseídas por europeos y mexicanos. y la persecución de la Iglesia católica, persecución que aviva la discordia, imposibilita la unión de la familia mexicana.

Bajo un ambiente de terror se consumo el cambio de mando, pero el país sintió algún alivio el comprobar que Calles era un prisionero. Todo el gabinete había sido nombrado por Obregón y a Calles no le quedaría sino la sombra del mando. (p. 483)

Calles injurió bajamente a la clase productora tildándola de judía, a la vez que el, conforme a sus compromisos secretos, abría las puertas a los judíos de Nueva York que se han apoderado del pequeño comercio y la pequeña industria del centro del país.

Cuando los atropellos generalizados llegaron a herir a los norteamericanos, empezó la grita en Washington y el cruce de notas que engañó al Continente, pues en ellas aparecía Calles como defensor de la soberanía de México y de paso, según las agencias judio-capitalistas de Norteamérica, como defensor de la soberanía del Continente latino. En realidad, lo que se preparaba era la claudicación petrolera. Pero movidas como por resorte oculto, las izquierdas, o sea el liberalismo acomodado, el jacobinismo rico de Europa y América, hicieron causa común con Calles, particularmente desde que comenzó a poner en practica su anunciada y prometida ofensiva contra la Iglesia Católica (p. 485)

 

Lo de siempre.

Las escuelas particulares en que se ensenaba religión católica fueron clausuradas; el numero de párrocos fue limitado en forma de dejar sin cura comarcas enteras. Tan considerables fueron los atropellos y tanto irritaron al pueblo, que no tardo en producirse una sublevación general en el Centro del país al grito de «Viva Cristo Rey»; campesinos mal armados se pronunciaban contra la dictadura callista, que sólidamente establecida y bien armada fácilmente hizo carnicería en los rebeldes. (p. 486)

Sin embargo, en los Estados Unidos empezó a aparecer toda una literatura callista. Numerosos venerables de las distintas sectas protestantes cometieron el error de pretender justificar la persecución de Calles contra los católicos, sin querer comprender que ella era el preludio de una persecución general contra todos los cultos cristianos. Tal como luego se vio aunque tardíamente.

Por su parte, la prensa judío-capitalista y radical de todo el mundo, desarrollo una labor de engrandecimiento de la oscura personalidad de Calles, propaganda que por si sola, prueba que no era el pobre sirio Jibanes que Obregón había colocado en la Presidencia el responsable directo de lo que hacia, sino el instrumento de fuerzas superiores a su propia desmedrada voluntad (p. 487)

Las tierras valiosas del país., en cambio, han pasado a manos de extranjeros, como no podía menos de suceder, dadas las condiciones ya explicadas. Según los cálculos del escritor judío Tanenbaum, apologista del callismo y portador de la medalla del «Aguila Azteca», condecoración poinsetista creada por el Presidente yankee-mexicano Abelardo Rodríguez, la extensión de las tierras poseídas por extranjeros a consecuencia de la Reforma y la Revolución es de treinta por ciento del total en superficie y cuarenta por ciento ad valorem. Los datos que presenta en su libro «The Mexican Agrarian Revolution*’ distan mucho de ser exactos, según el mismo lo indica, pues es publica y notoria la dominación del capital norteamericano en ingenios azucareros y en todos los grandes cultivos. Y no puede ser de otro modo según las leyes malintencionadas que nos rigen y las practicas todavía peores que padecemos. (p. 490)

Plan de Morrow fue el llamado Pacto Religioso, según el cual se engañó la credulidad de los obispos mexicanos desterrados en los Estados Unidos, con motivo de las persecuciones callistas. Se comprometieron los obispos a dar por terminada la rebelión cristera, y, en efecto, hicieron que la mayor parte de los rebeldes depusiesen las armas; reconocieron y aceptaron los obispos las leyes callistas o sea los reglamentos a la Constitución expedidos por Calles, y aun se arranco a los prelados una declaración de paz y de excusas para el mismo que había hecho morir a tanto católico. Todo a cambio de la promesa de Morrow de que cesaría la persecución y se echarían en olvido, como en tiempo de Obregón, de Carranza y de Diaz, las leyes mas rigurosas contra el clero. No se cuidaron los señores obispos de exigir garantías para los jefes rebeldes que deponían las armas, fiados en su consejo eclesiástico, A medida que estos se presentaban sometidos, las fuerzas del gobierno los mataban sin escrúpulos. Y como de los convenios no hubo nada escrito, siguió todo como antes, salvo que algunos señores obispos lograron restablecerse en sus Diócesis a salvo de riesgos, mediante el reconocimiento de la legitimidad de la infamia.

Una auténtica bajada de sotanas de los señores obispos. O algo peor.

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Acompañaba Morrow la destrucción del clero católico con un exhibicionismo calculado de la doctrina y los pastores de los protestantes. Pretextando la inauguración de cierto asilo, la señora del Embajador, activa «social worker» se presento acompañada de clérigos protestantes. La prohibición era en los Estados Unidos, la ley y a la vez el símbolo de la ideología metodista, y el joven Presidente Interino, gran amigo y discípulo de los maestros Calles y Morrow, daba en Chapultepec banquetes en que se brindaba, con agua helada a estilo protestante. Una hija de Calles se caso también conforme al rito extranjero, y con un nacional de los Estados Unidos. (p. 497)

El Maximato y Lázaro Cárdenas

Los presidentes de después de Calles eran marionetas suyas. Siguió siendo él el presidente verdadero.  A este período se le llama el Maximato. El nombre viene del hecho de que Calles fue proclamado “Jefe Máximo de la Revolución”. Va de 1928 a 1934, en el que fueron presidentes Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo Rodríguez. El Maximato termina el primer año del gobierno de Cárdenas, que expulsado del país a Calles, en 1936.

El Máximo había llegado a la plenitud del poder. Hacia y deshacía Presidentes, y para sustituir a Rodríguez, dejo que su camarilla jugase a la designación del candidato. El propio hijo del Máximo, fue factor para que se escogiese al Gral. Lazaro Cárdenas, cuyo solo merito era la lealtad incondicional a la persona del gobernante de hecho. Como de costumbre, toda la maquinaria oficial se apresuro a poner en acción al partido del Gobierno, para simular una campana electoral pagada por la propia Administración. La intervención directa de las logias masonas fue el rasgo singular de esta campana política. La mayor parte de ellas se hallaba en quiebra económica, los hermanos ya no pagaban cuotas, pero el tesoro federal inyecto sus cajas. (p. 517)

El propio Cárdenas ocupo los púlpitos de las iglesias del Bajio, para recitar sus sermones laicos y anticlericales que le preparaban sus leguleyos, y Garrido hizo escándalo nacional cuando aplicando los métodos que había seguido en su provincia mato a balazos docenas de católicos que salían de misa un domingo en Coyoacán. Este ataque a mansalva, fue el estreno de unas guardias dependientes de la Secretaria de Agricultura, llamadas de «los camisas rojas», que se dedicaron a cerrar iglesias y quemar santos por todo el territorio nacional, pero muy especialmente en la tierra del maestro de Cárdenas, el Estado de Sonora. El propio hijo de Calles, fue jefe de los ** camisas rojas» en aquella apartada región. (p. 518)

No es de extrañar que nuestra republicanos se encontraran muy a gusto en Méjico.

Sin embargo, Cárdenas da un golpe de timón:

Para entender el inicio de la segunda etapa del cardenismo, probablemente no hay dato mas seguro que la lectura de las Memorias del Embajador de Norteamérica, el Sr. Josephus Daniels, recientemente publicadas. Así como Morrow había sido el padrino del intento de penetración protestante operado al principio de la guerra contra los cristeros, al Embajador Daniels, hombre bondadoso, toco la misión de poner termino al conflicto del Gobierno revolucionario con el catolicismo nacional. Los Estados Unidos se preparaban para la segunda guerra y la situación de intranquilidad y de caos en México, les ocasionaba irritación. La presión del Clero católico norteamericano a favor del perseguido Clero católico de México, era un obstáculo para la unidad de acción interior que Roosevelt organizaba de acuerdo con su propósito largamente premeditado, de

intervenir en el conflicto europeo con el propósito de aplastar a Alemania. (p. 519)

Un asunto muy curioso:

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Los propósitos de Roosevelt se pusieron de manifiesto cuando llegó a los prelados mexicanos refugiados en los Estados Unidos, orden expresa de Roma, en el sentido de que se abstuvieran de seguir apoyando las rebeliones en germen, la de los vasconcelistas y la de Cedillo, y se pusieran a las ordenes del Cardenal Delegado en Washington, que sería en lo de adelante el director de la política de la Iglesia mexicana. (p. 519)

¿Es posible? Pues sí, más que probable. ¡Qué error!¡Qué gran error! El caso es que el nuevo embajador de los EE. UU. más tolerante le lee la cartilla a Cárdenas:

El relato de Daniels, dice mas o menos lo que sigue: **Aproveche mi primera visita al Presidente, para manifestarle la mala impresión que me había causado al desembarcar en Veracruz, observar que todas las iglesias estaban cerradas. Esto si viera usted, señor Presidente, le dije, causa muy mal efecto a los extranjeros que pasan por el Puerto y añadí: ¡Que no cree usted, señor Presidente, que ya es tiempo de dar por terminado este conflicto religioso, haciendo entrega de las iglesias a Ios sacerdotes y abriéndolas al culto?». A los ocho días se abrieron los templos de todo el país, con beneplácito de la población que empezó a alabar el espíritu tolerante de Cárdenas. (p. 520-21)

En la enseñanza hay también un cambio, aunque había caído bastante bajo:

El escandalo del periodo pelele del regimen cardenista, fue el establecimiento de la coeducacion en las escuelas primarias. La ensenanza sexual adopto formas reprobables. Maestros hubo que pretendieron hacer demostraciones objetivas con las alumnas. En vano los padres de familia intentaban protestas; en seguida se les colgaba el San Benito de «reaccionarios». (p. 521)

En todo caso, Cárdenas fue otro típico criminal, como tantos presidentes de Méjico:

… el propio Cardenas se puso al frente de los trenes militares y los regimientos que se lanzaron a la captura de Cedillo, protegido por no mas de quinientos hombres. Dirigid el asalto,. captura y fusilamiento del aspirante a Caudillo nacional, uno que mas tarde habia de servir tambien de verdugopara acabar con las aspiraciones presidenciales del GraL Almazan y que, pese a toda esta mala fama, o quiza por ella misma, tuvo la audacia de presentarse candidate presidenciaL Una hermana de Cedillo fue tambien capturada. torturada y asesinada por las tropas, con lo que una vez mas, el terror aseguro la paz. (p. 523)

Sobre la depredación imperialista norteamericana en Méjico:

 

El descubrimiento consumado por la compañía inglesa «El Aguila», de mantos de petroleo muy considerables en la región de Poza Rica, engendro oleadas de optimismo en las fuentes oficiales* … En los Estados Unidos había comenzado ya una campaña para la americanizacion de todo el petroleo del Nuevo Mundo. «Los yacimientos petrolíferos de todo el Continente americano, había dicho una revista especializada, deben considerarse como reserva de la Marina de los Estados Unidos». A su vez, el petroleo del Irán, el Mesoriente y Rusia, debería quedar subordinado a la influencia británica. (p. 524)

Sobre el reparto de exilados españoles:

Asumiendo la representación del Continente, los Estados Unidos repartieron a los emigrados españoles por la Argentina y Venezuela, por Santo Domingo y por México. En la selección de la partida que toco a México, intervino el Ministro cardenista Bassols para garantizar la preferencia a los que se declaraban marxistas convencidos. (p. 526)

Como indicado, se entiende que nuestros republicanos se encontraran muy a gusto en Méjico.

Y sobre el Vita, que Prieto y él se repartieron como dos facinerosos se reparten cualquier botín:

No puede decirse lo mismo del grupo de los dirigentes que comenzo a intervenir en la política local mediante el empleo delos fuertes tesoros que condujo el famoso yate «Vita». Nunca se ha publicado la forma en que se opero el reparto de estas riquezas, y lo peor es que este yerro ya viejo, ha seguido siendo el obstáculo para que se reanuden las relaciones diplomáticas con la Madre Patria. Es a la fecha México, junto con Rusia que también dispuso de un enorme tesoro en monedas de oro, el único país que no mantiene relaciones normales con el Estado español. (p. 529)

Desde el punto de la historia de Méjico, el libro acaba aquí, con Cárdenas. Pero el texto tiene cuatro ensayos históricos sobre Méjico del mayor interés. Trataremos de ellos en la novena parte y final de esta serie.

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