La triste realidad de la vida política en la que nos movemos y, habida cuenta que somos animales racionales, nos invita, a plantearnos algunas preguntas ante el hecho inexplicable de tener a un personaje como el que ocupa la Moncloa al frente del Gobierno de la nación, cuya Historia no tiene parangón en el universo mundo. Un tipo incapaz de sentir, no ya pudor, sino vergüenza, por ser un embustero redomado insuperable. Ni creo posible imaginarse que alguien pueda alcanzar todos sus récores en materia de embustes.
Pedro Sánchez está desprestigiando a España pero de tal forma que costará mucho recuperar todo el respeto que merece nuestra Historia insuperable. Con el agravante de una consecuencia desastrosa y calamitosa como es poder comprobar que los españoles estamos perdiendo la autoestima, degradándonos y pasando de tener una esencia definida genialmente por José Antonio Primo de Rivera en Valladolid en sentencia inmortal como “ser español es una de las pocas cosas serias que se puede ser en el mundo, a ser un “rebaño de acomplejados”.
Amigos compatriotas: Nunca hemos pecado los españoles de chauvinistes sino más bien de lo contrario pero, últimamente, ese “desamor a España” de los llamados separatistas de la “periferia”, ha jugado tanto con nuestros Gobiernos -como el gato con el ratón- que es hora de que se despierte nuestro orgullo patrio, por muy enterrado que lo tengamos o en una especie de sueño de la muerte. Algunos vimos ese día y allí mismo que “enterrábamos nuestra dignidad”, junto con Franco, en el Valle de los Caídos, y perdíamos el uso del sentido común y la memoria de la Historia entregando, en bandeja, las riendas del Gobierno a los poderes globalizadores -que yo llamo desde hace mucho más de medio siglo, Sinagoga de Satanás-.
Dimos en el mero centro del blanco y desde el 22 de noviembre de 1975, el BOE se ha escrito al dictado de los Soros, Bill Gates y demás brazos el Poder Supremo “sin rostro”.
Por todo lo que llevo escrito no será fácil la recuperación de la “autoestima” nacional, pero, si no lo conseguimos, el sepelio de España resultará inevitable.
Una vez más, aun sabiendo que caigo pesado, insisto en agradecer a Dios el don de los buenos profesores que me pusieron en el buen camino de la militancia por la Fe y la Hispanidad, y que me impulsa ahora a intentar mostrar el mejor camino a quienes me leen. Sobre todo después de haber comprobado la descorazonadora realidad de ver a las generaciones posteriores a la mía, con peor suerte. Sus docentes probablemente no creían en Dios, ni en España y los privaron de forjar unos valores trascendentales. Indispensables para sacarle el verdadero jugo a la vida. Los frutos de esa siembra los recoge hoy nuestra Sociedad.
A veces me veo ante preguntas como ésta: ¿Cuántos compatriotas no pueden dormir hoy pensando en lo que se nos viene encima, cuando tanto su Fe como su Patria están gravemente heridas y España a punto de morir?
Por eso quisiera contribuir de algún modo a que, quienes me leen, despierten y procuren recapacitar sobre la frase citada de José Antonio… hasta que su alma vibre por el orgullo de sentirse español.
Esos pobres ignorantes –pero, quizás, con brillantes carreras profesionales y universitarias- que por ignorar lo que es España viven acomplejados y han caído en la trampa del “separatismo”… ¡me inspiran una pena inmensa!
Me resulta por otra parte un misterio que gente inteligente y favorecida por la vida ignoren la grandeza que encierran las palabras “España” y “español” (Aclaro, como lo hago siempre que. a mi entender, tan españoles son los hispanos de allende el Océano como los peninsulares de aquende e invito a deducir las consecuencias)
Por último, deseo dejar constancia de este mi absoluto convencimiento: “El conocimiento de la grandeza de nuestra Patria inmuniza contra el separatismo y debería curarlo sin más”.
Puede ser que extrañen mis afirmaciones pero lo he dicho -y también escrito- y lo repetiré una vez más: “No es verdad “oficial” pero si admisible como “oficiosa” -dadas las muchas pruebas que se podrían aducir sobre el hecho- que, Nuestro Señor y Dios eligió a España para ocupar el lugar que Israel había dejado vacante en la Alianza pactada entre Jehová y Abrahán, al negarse el Pueblo elegido a reconocer a Jesús como el Mesías esperado y pedir para Él, a Pilatos, su muerte en la Cruz”.
No consta, ciertamente, que Jehová proclamase oficialmente la firma de otro pacto de una nueva Alianza con un “Nuevo Pueblo elegido” pero los dos mil años de Historia posteriores al repudio del ingrato Israel, confirman, con hechos de todos conocidos, que nuestra Patria “desempeñó ese papel” y que, además, España fue reconocida como la nación católica por antonomasia, hasta el punto de ser considerados como sinónimos -hasta ayer, casi-, “español” y “católico”,
Siendo todo lo anterior cierto –como lo es—me creo en el derecho de pedir a mis compatriotas que no hagamos nada para imitar a Israel en su pecado de ingratitud… y rectifiquemos a tiempo. Y esta petición va dirigida lo mismo a los españoles de esta orilla de la Mar Océano que a los pobladores del Continente Americano o los pobladores de las islas todas del Pacifico que fueron España, empezando por Filipinas, -la nación mártir de los sajones, cuyo crimen espera la condena de la Historia-.
¿Cómo se puede olvidar el millón de asesinados para despojarle del idioma que hablaron durante tres largos siglos? Eso sí, no consiguieran matar su Fe. Pero no podemos olvidar el genocidio cometido por los protegidos de la Sinagoga de Satanás. Es hora de que el pueblo filipino y el español, despierten y reclamen la justicia que lleva un siglo esperando.
Autor
- GIL DE LA PISA ANTOLÍN. Se trasladó a Cuba con 17 años (set. 1945), en el primer viaje trasatlántico comercial tras la 2ª Guerra mundial. Allí vivió 14 años, bajo Grau, Prío, Batista y Fidel. Se doctoró en Filosofía y Letras, Universidad Villanueva, Primer Expediente. En 1959 regresó a España, para evitar la cárcel de Fidel. Durante 35 años fue: Ejecutivo, Director Gerente y empresario. Jubilado en 1992. Escritor. Conferenciante. Tres libros editados. Centenares de artículos publicados. Propagandista católico, Colaboró con el P. Piulachs en la O.E. P. Impulsor de los Ejercicios Espirituales ignacianos. Durante los primeros años de la Transición estuvo con Blas Piñar y F. N., desde la primera hora. Primer Secretario Nacional.