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Era uno de los habitantes más célebres de Madrid. Comenzó siendo un vagabundo y terminó codeándose con la flor y nata de la capital. Su muerte, trágica y a todas luces evitable, acabó constituyendo todo un mito en torno a su figura. Un mito, hay que decir, no lo suficientemente recordado a día de hoy por los madrileños. Quizá, porque caminaba a cuatro patas y ni siquiera era humano. Se trata de Paco, un perro que alcanzó una enorme fama en el Madrid del siglo XIX y que, a lo largo del año que viene, podría contar con su propia estatua en la ciudad.
Así al menos lo espera la Asociación de Comerciantes Nuevo Rastro, que engloba a los comercios no ambulantes del barrio. Una zona de La Latina en la que viven 17.000 personas y por la que llevan años trabajando en una serie de iniciativas para impulsarla desde un prisma cultural y turístico. Y es que, como recuerdan, hablamos de un área que busca convertirse en un foco de atracción también de lunes a sábado, no solo los domingos. Según apuntan desde la asociación a LA RAZÓN, la Mesa de Cultura del distrito de Centro aprobó una resolución que se elevará al Área de Cultura, Turismo y Deportes para la construcción de esta estatua en honor a esta «importante figura del Madrid castizo del siglo XIX».
Paco, perro mestizo, sin dueño, pero «adoptado» por los madrileños, sobrevivía deambulando por las calles la capital: desde Embajadores, donde las cigarreras le daban el aperitivo, hasta Alcalá, en el Café de Fornos, donde siempre «caía» algo a la hora del almuerzo. Cuentan que su nombre le vino dado por el Marqués de Bogaraya, debido a que aquel día se celebraba la festividad de Francisco de Asís. Cuando no encontraba comida en el Café de Fornos, Paco cruzaba la calle hasta el vecino Café Suizo, en la confluencia de Alcalá con Sevilla.
Pronto se hizo querido por los asistentes. Entre sus amigos, se encontraba el mismísimo Valle-Inclán. Y se ganó un respeto inédito para los animales entonces. Aunque la entrada a los perros en los locales estuviera vetada, a Paco se le permitía, ya que ningún portero quería que se conociera que había tenido un mal gesto con él. Tal fue su popularidad que, incluso, de forma insólita para la época, fue «invitado» al Teatro Apolo.
También fue recibido con honores en espectáculos taurinos. Era un habitual de la Plaza de Toros de Madrid, entonces situada en lo que hoy es la avenida Felipe II. Le gustaba animar al público entre corrida y corrida, a base de cabriolas, para disgusto de los cronistas de entonces, como Mariano de Cavia, que consideraban que aquel número deslucía el arte del toreo.
Sería precisamente en el coso madrileño donde encontró la muerte. Fue el 21 de junio de 1882. Durante una mala faena por parte de un novillero, Paco saltó a la arena. Según cuentan, era su forma de protestar por aquella mala actuación. El novillero, sintiéndose amenazado por el can, que cada vez se mostraba más agresivo, le endosó una estocada.
Paco no sobrevivió a las heridas y el torero no fue linchado de milagro. Tras ser disecado y expuesto de forma temporal, el entierro del perro fue todo un acontecimiento en la ciudad. Se sabe que su cuerpo fue depositado en el parque del Retiro, pero se desconoce el punto exacto.
Nueva York y Tokio
¿Cómo será la escultura? La propuesta de la Asociación Nuevo Rastro contempla una obra de 80 x 70 cm más un pedestal. Inicialmente, se pensó que el lugar adecuado podía ser la confluencia entre Alcalá y la calle Virgen de los Peligros, ya que era el emplazamiento donde se encontraba el hoy desaparecido Café de Fornos. Sin embargo, la Dirección General de Patrimonio Cultural estimó que no era un punto adecuado, al encontrarse allí varios edificios catalogados como Bienes de Interés Cultural (BIC). Así, la alternativa puesta sobre la mesa se encontraba en el cruce entre el ensanche de Huertas con la calle de Jesús, junto a un parque infantil. Una propuesta que, finalmente, ha obtenido el visto bueno de la Comisión de Calidad del Paisaje Urbano.
Para la asociación, la estatua no rendiría homenaje exclusivamente al Perro Paco, sino a todos los canes del mundo. Algunos de los ejemplos internacionales que los comerciantes citan para levantar la obra son las esculturas de Hachiko en Tokio y de Balto en Nueva York, otros dos célebres perros. El primero, de raza akita, se hizo famoso por haber esperado a su amo, un profesor, en una estación de tren durante nueve años después de la muerte de éste, tal y como hacía cada día que su amo iba al trabajo. La historia motivó varias películas, entre ellas «Siempre a tu lado» (2009), protagonizada por Richard Gere.
En cuanto a Balto, se trataba de un perro de trineo que se hizo célebre en los años treinta del siglo XX, después de liderar una misión de entrega de medicamentos sobre la nieve que consiguió salvar de la difteria al pueblo de Nome, en Alaska. Este husky siberiano se convirtió desde entonces en un héroe nacional y también gozó de su correspondiente película, en este caso de animación, estrenada a mediados de los años noventa.
La del Perro Paco no es la única iniciativa de los comerciantes que podría materializarse en los próximos meses. Otro de los objetivos de la Asociación Nuevo Rastro es la de reivindicar la figura de Federico Chueca, uno de los grandes autores del género chico, más allá de la plaza que le da nombre en su barrio. Si bien fue rechazada la colocación de un busto por parte de los técnicos municipales, debido a que ya existe uno en el parque del Retiro, los comerciantes han solicitado que tres placas metálicas de la plaza sean sustituidas por azulejos con la figura del compositor, nombre y fechas de nacimiento y muerte, así como una mención alusiva a su importancia para Madrid.
Para llevar a cabo esa nueva señalítica, la asociación ha contado con el artista Ángel Pinto, el mismo autor de las placas en honor a Rafaella Carrá, cuya plaza, también en el barrio de Chueca, fue inaugurada el pasado mes de julio. En todo caso, cuentan también con una alternativa en azulejo, realizada para la ocasión por Alfredo Ruiz de Luna.
FUENTE: https://www.larazon.es/madrid/20221226/3mowqagysrhjtie7rv7b2lrfmq.html
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