Getting your Trinity Audio player ready...
|
Pues eso: que donde esta VOX. Porque yo no lo veo. Si para algo ha servido VOX es para oír en el Congreso de los Diputados algunas -y solo algunas- críticas que no se escuchaban a nadie más. No era poco, dado los tiempos que corren, y por eso VOX fue la esperanza de muchos. Lo malo es que ahora se escucha muy poco o nada, casi siempre a diputados, senadores o cargos electos que no ejercen el liderazgo efectivo. Antes estaba Macarena Olona, un “animal político”, aguerrida como pocos aunque no se si con la formación suficiente para saber qué debe atacarse, cuya salida del partido no ha sido zanjada de manera creíble. Pero ya no está. Solo sale en prensa para cometer la torpeza de ir a ver a Mario Conde.
Me pasan un video de un senador que habla contra la Ley de Memoria Histórica. Un personaje soso aburrido y descafeinado cuyo discurso puede ser verdad a grandes rasgos pero cuyo contenido podría esgrimirlo por igual el PP. Así VOX no aporta nada diferente al panorama español, ahora mismo tan lamentable.
Las alarmas entre los votantes de esta formación debieron de sonar cuando el asunto del Valle de los Caídos. Estaba en manos de un peso pesado del PP, Isabel Díaz Ayuso, batallar el asunto declarando “Bien de Interés Cultural” el Valle de Cuelgamuros. Ayuso lo dejó pasar como cabía esperar de una “chica PP”, lo mismo que dejaron pasar las leyes LGTBI del gobierno de su antecesor Cifuentes. Recordemos que el gobierno de Rajoy no derogó una sola ley del gobierno de Zapatero: el entonces presidente prefirió mirar para otro lado con la excusa de “la economía”, para fracasar también en este asunto.
Pero no cabía esperar eso del grupo de diputados de VOX en la Comunidad de Madrid, varios de ellos provenientes de entornos afines a la causa del Valle de los Caídos. Podían haber presionado al gobierno de Ayuso porque para ello le han votado sus electores y no para que VOX haga ahora lo que el PP lleva haciendo treinta años.
Además, en el tema estrella de la política de hoy, la guerra de Ucrania, la posición de VOX no ha sido en absoluto crítica. Lejos de ver las cosas como son han preferido mimar sus contactos del otro lado del Atlántico al precio de la verdad: Ucrania es un pobre país invadido por el imperialismo ruso, no la punta de lanza de la insensata política exterior estadounidense. Por eso en este asunto VOX no se diferencia esencialmente en nada del PSOE, solo en detalles o matices. Su seguidismo de los EEUU es tal que muchos se preguntan cómo se puede despotricar todo el día contra “el globalismo” y luego apoyar las guerras de los globalistas. O también cómo ser críticos con la Unión Europea para sumarse sin siquiera un matiz de discrepancia a la política estándar de la Unión, justo al revés que aquellos a los que dicen admirar, por ejemplo, Hungría.
A estas alturas la guerra de Ucrania ha dejado bien claro quiénes son los verdaderos disidentes en Europa. Mientras que en Francia, Alemania o incluso la República Checa se pide cuentas en las calles a las sanciones suicidas impuestas por Washington, los chicos de VOX miran para otro lado y hacen causa común con la infamia. ¿El resultado? Dejar bien claro que Ucrania se ha llevado por la taza del retrete el “bluff” de Visegrado. Al final tantos países “antisistema” -Hungría es la excepción- no han hecho más que causa común con el presidente estadounidense más izquierdista que se ha sentado en el despacho oval. Parece entonces como si VOX optara por un perfil bajo, tremendamente parecido a las tesis del PP.
En otro orden de cosas, VOX no ha sabido crear un auténtico liderazgo. Todo líder se rodea de gente capaz. El líder brilla porque cuenta a su alrededor con gente igualmente brillante. Pero VOX ha elegido otro camino y ahora es un partido conocido porque un concejal en Villanueva de la Serena no puede conceder una entrevista a un medio local sin permiso de “Madrid”. Que los partidos políticos carecen de democracia interna es algo bien sabido y yo no lo lamento más que en la medida en que se constituyen en castas inamovibles que cierran sistemáticamente el paso a la promoción de los más capaces. Originan con ello una verdadera kakistocracia.
Todo esto preocupa a los que han escuchado -y es un mérito innegable- decir cosas a personas de VOX que no se escuchaban en la política nacional desde hacía décadas. El lento goteo de gente notable en el partido no pasa desapercibido ni siquiera a los medios: el pasado día 23 de octubre el diario ABC se hacía eco de ello con el ánimo indudable de echar un cable al “voto útil” y al PP. Ya antes del auge de VOX asistimos al linchamiento del candidato Fernando Paz por sus opiniones históricas (esto se le olvida a ABC). Después, la salida del grupo de Murcia y luego Macarena Olona. También tenemos el portazo del candidato gallego y la misteriosa “recalificación” política de Ortega Smith. ¿Qué augura el panorama? Al fin y al cabo 52 diputados no tienen por qué durar siempre. En España hemos visto implosionar a la otrora colosal UCD, a Ciudadanos, a Izquierda Unida y a UpyD. No es una ley cósmica que VOX tenga que mantener 52 diputados para siempre. Puede transformarse en una representación residual que vaya languideciendo primero hasta la secta y luego hasta su desaparición.
En resumen: un liderazgo equívoco y una preocupante similitud con el PP en el país del “voto útil” no presagian nada bueno para todos los que pusieron sus esperanzas en una formación distinta.
Todo esto puede ser así por dos razones y ninguna es buena o mala del todo.
Primero, porque hacen el cálculo de mantener sus 52 diputados en el congreso o al menos tener una cantidad suficiente como para que el PP se vea obligado a contar con ellos. Si de paso no llaman la atención por abanderar causas tan “extremas” como la defensa del Valle de los Caídos, mejor que mejor. En VOX piensan que existe en la sociedad española un grupo de gente que cree en la utilidad del sistema de partidos pero que está tan harta de la estafa perpetua del PP que votará a VOX simplemente porque no tiene nada mejor. Si este cálculo tiene éxito, cualquiera que influya en VOX influirá también en la política nacional. Y eso puede no ser bueno… o sí.
La segunda es porque quizás VOX nació para obstruir cualquier cambio verdadero. La tolerancia extraña de la prensa con su mitin cuasi-fundacional en Vistalegre siempre fue sospechosa. De la noche a la mañana el ostracismo absoluto que merecía la “extrema derecha” afín al nazismo pasó a ser “derecha radical” sobre la que debe informarse en los medios y no siempre en tono agresivo. Con todo, este escenario tampoco es del todo malo ya que muchas personas capaces se han sumado a VOX y han adquirido una experiencia institucional que puede servir para algo, siempre que sean conscientes de que lo que importa es salvar las ideas y no salvar el puesto. Mientras tanto, en España solo hay sumisión.
En Alemania, las calles arden con la manifestación de la AfD y el discurso de Bjorn Höcke en Gera: “El gobierno americano ha ordenado al gobierno alemán que cometa un suicidio económico y el canciller Scholz y compañía ejecutan la orden… Hoy, Gera es el comienzo de algo nuevo ¡El mañana nos pertenece!”
Por todo ello si la crisis se ceba con Europa por culpa del seguidismo “neocon” hecho dogma, VOX puede muy bien perder el tren del futuro. Hacen falta insumisos de verdad, como Höcke, y no chicos de máster estadounidense. Solo así la victoria no será de los de siempre. Ganará el pueblo si somos el pueblo y no si somos los lacayos de un poder muy lejano.
Autor
Últimas entradas
- Actualidad26/12/2023Reinventando la historia. Magnicidio frustrado. Por Fernando Infante
- Destacados15/08/2023Lepanto. ¿Salvó España a Europa? Por Laus Hispaniae
- Actualidad15/08/2023Entrevista a Lourdes Cabezón López, Presidente del Círculo Cultural Hispanista de Madrid
- Actualidad15/08/2023Grande Marlaska condecora a exdirectora de la Guardia Civil