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Horrible palabra, que me cuesta pronunciar… Aún más cuando se trata de Federico, uno de nuestros «joseantonianos ilustres», vivo hasta ayer.

Es uno más entre  las decenas de miles de españoles sucumbidos en la pandemia del siglo XXI, sin dolor, en la tristeza de la sedación.

Fue en los años 60, de estudiante, en   Barquillo 44  de Madrid, donde le conocí, donde comulgué con él en el amor a España «porque no nos gustaba» y a los españoles, » a los que  no se les podía pedir amor a la Patria, entre la pobreza y la injusticia». Y ante nuestros saludos rituales siempre contestaba «Arriba las Españas, porque fue un ardoroso e indomable defensor de todas «las Españas del mundo», especialmente de la más lejana y olvidada, la ‘Hispanoasia’, a la que dedicó un precioso libro- entre unos quince publicados- con el sugestivo título de «El LAGO ESPAÑOL: HISPANOASIA»

Enamorado de Filipinas, – ¡donde tiene una isla a su nombre! -creó la Orden de Rizal en España, de la que algunos tenemos el honor de ser «Caballeros» y donde reivindicamos al Dr. Rizal, ese médico hispano-filipino que amaba por igual a su tierra natal que a su patria hispana…, e injusta y tristemente fusilado.

Hijo adoptivo de Cartagena de Indicas (¡y queridísimo en la Cartagena de Levante!)  era académico de la Historia de Colombia.

Presidente de la Federación española Radio y Televisión, su vida profesional está indeleblemente unida a los medios de comunicación en prensa y radio…y a  su amor a la zarzuela, a la que dedicó también un precioso libro: «El encanto  de  la Zarzuela». Y director de la revista «Antena» … entre otros méritos, medallas y distinciones.

¡Ah, y  los toros… Cientos de corridas retrasmitidas por Radio…, y docenas de amigos toreros, entre ellos mi paisano, el cartagenero Ortega Can, también compañero en sus periplos a    Colombia.

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Se ha ido  «con la primavera», a verla reír, allá donde siempre está…

Al irse, muchos quedamos  «Sin Jefe». Pero nos queda su legado, su ejemplo, su exigencia…y Mari Carmen.

Autor

REDACCIÓN