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El signo de puntuación como, se utiliza para dar una pausa breve dentro de un enunciado. Este signo de puntuación es muy importante y, a veces, marcan la diferencia en el significado de una frase. Pongamos un ejemplo. Sin puntuación podemos decir: “Señor muerto está tarde llegamos”. Cuyo significado es un poco confuso. ¿Por qué avisamos a un señor muerto que llegamos tarde? Pongamos la puntuación correcta y la frase queda así: “Señor, muerto está, tarde llegamos”. El significado de la frase cambia sustancialmente.

Y es que una frase se parece a un clavo. George Herbert recopilo en 1651 una colección de proverbios bajo el título Jacula Prudentum. Uno de esos proverbios está dedicado a un clavo y dice así: Por la falta de un clavo fue que la herradura se perdió. Por la falta de una herradura fue que el caballo se perdió. Por la falta de un caballo fue que el caballero se perdió. Por la falta de un caballero fue que la batalla se perdió. Y así como la batalla, fue que un reino se perdió. Y todo porque fue un clavo el que faltó.

¿Por qué hablamos de un signo de puntuación y un clavo? La clave tiene fecha de 25 de julio de 2020. Dia interesante dentro de la historia de Cataluña. Tal día como ese, pero de 2014, Jordi Pujol reconoció que tenía una cuenta oculta a Hacienda en el extranjero. Fecha que ha marcado a la familia Pujol y todo el cambio de CiU por PDeCat. ¿Se ha escogido ese día por el caso Pujol? Considero que es darle demasiada importancia a un caso de corrupción. ¿Esta fecha es significativa en la historia de Cataluña? No podemos descartar dos hechos vinculados con ese día. El primero está vinculado con la Semana Trágica de Barcelona, que se inició un 26 de julio y duró hasta el 2 de agosto de 1909. Y un 25 de julio de 1713 se inició el sitio de Barcelona que finalizaría un 11 de septiembre de 1714 -en realidad fue el 12 de septiembre-.

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Y he aquí el motivo por el cual el huido Carles Puigdemont ha escogido ese día para presentar “urbi et orbi” el nuevo partido. Que no salten las alarmas, es lo de siempre, pero no. ¿Por qué digo esto? Por el hecho de la inclusión de un signo de puntuación. Hasta ahora era “Junts per Catalunya”. A partir de ahora “Junts, per Catalunya”. Con lo cual está buscando unidad. Desde hace un tiempo el independentismo vinculado a la antigua Convergència se ha roto. Varios han sido los caminos escogidos. Entre ellos se han clavado los cuchillos. No ha ocurrido lo mismo con ERC, que sigue siendo un solo bloque. Las peleas convergentes las hemos podido seguir en todos los medios de comunicación.

Ahora Puigdemont ha dado un salto mortal y les dice a los suyos que vayan “juntos” por Cataluña. No, como antes, que estaban juntos por Cataluña. Una sutil matización que poco aporta a la realidad de la deriva convergente. En el segundo párrafo del manifiesto dado a conocer leemos: “Todos los pueblos tienen derecho a la libertad. Todas las naciones tienen derecho a la autodeterminación. Cataluña no es una excepción”. Pues sí, Cataluña es una excepción. ¿Por qué? Analicemos el párrafo.

Cuando los post-convergentes hablan de “derecho a la libertad”, en realidad quieren decir “derecho unilateral de secesión”. Este experimento -reedición de algo que ya conocemos- lo único que puede traer es tensión social. Y teniendo en cuenta lo vivido hasta ahora -covid-19- debemos preguntarnos se la gente, dentro de un contexto económico tan grave como el que vivimos, está dispuesta a experimentar algo que ya se experimentó y fracasó.

No es cierto que las naciones tengan derecho a la autodeterminación. Si nos centramos en la resolución 1541, de 15 de diciembre de 1960, de las Naciones Unidas, el derecho de autodeterminación solo se reconoce a los pueblos que habitan territorios coloniales ultramarinos, excluyendo las situaciones de colonialismo interno. Aquí, en Cataluña, no hay colonialismo interno ni externo. Se inventaron que en 1714 fueron colonizados y se lo creyeron. A parte de que Cataluña no es una nación como ellos pretenden que sea. Por todo esto, y a pesar de Puigdemont, si que es una excepción. Pero esto ni lo han entendido, ni lo quieren entender. O tal vez lo entiendan y quieran seguir engañando a la gente para continuar viviendo de la sopa boba.

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Tampoco no es cierta esta afirmación: “La nación catalana nos reclama al conjunto del país seguir incansablemente el trayecto hacia la independencia”. Hay un clamor popular en la sociedad catalana, pero no por la independencia. Un clamor que palpa la realidad y pasa por la salud, el trabajo, la economía y la estabilidad familiar y social.

En esta mal llamada “nueva normalidad” quizás Puigdemont y sus acólitos tendrían que darse cuenta de que las posturas tomadas en 2017 fueron erróneas -como han asegurado muchos- y que no pueden volverse a plantear. Tal vez deberían abrir un debate sobre el modelo de sociedad que los catalanes quieren y cuál puede ser la mejor acción de gobierno para llevarlo a cabo. Mientras sigan anclados en el pasado la evolución económica y social catalana está condenada a la más profunda de las miserias.