11/05/2024 06:14
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Tengo la impresión de que enterrar a Macarena Olona, desde un punto de vista político, es más fácil decirlo que hacerlo.

Hace muchos años, décadas, tenía la sana costumbre de acudir a los mítines de los líderes para observarlos. Desde los tiempos de Aznar perdí ese interés, porque dejaron de ser naturales para convertirse en productos de marketing y publicidad; con la televisión era bastante, además de que ellos mismos solo entienden los actos como mercadotécnia.

Ayer, viernes, rompí la costumbre para ir a escuchar y ver a Macarena Olona que pronunciaba una conferencia en la Universidad de Murcia sobre los estados de alarma y las sentencias de anticonstitucionalidad del Tribunal Constitucional. Tema interesante, pero no para atraer a las cuatrocientas   personas que acudieron a escucharla en el paraninfo universitario un caluroso viernes por la tarde.

Unas decenas de antifascistas, apoyados públicamente por PODEMOS y engrandecidos por la prensa -no he leído una palabra de condena a quienes tratan de impedir la libertad de expresión- que aceptaba su lenguaje al hablar de la protesta de los universitarios como un todo (algunos de los chillones dudo que pise las aulas). Y una nube de fotógrafos y cámaras para Macarena Olona que hace mucho tiempo que no veía.

En todo el affaire Olona hay que distinguir muy bien entre lo que dice Olona y lo que interpretan, de acuerdo con un discurso previo, los medios. Aunque sabe medir muy bien sus palabras, luego los cortes en las frases son inevitables.

Hay mucho interés en los medios por Olona. No por ella misma, sino porque puede ser útil al discurso de los medios, alineados con las diversas operaciones políticas, de cara al periodo electoral que se abre. Es fácil percibirlo: unos porque quieren la vuelta al bipartidismo que pasa por la reducción a lo simbólico de VOX y PODEMOS tras la muerte de Cs; otros, porque andan en la estrategia del PP de retorno al voto útil; otros, porque necesitan el “fantasma del fascismo y la ultraderecha” para seguir teniendo discurso.

¿Qué querían saber de forma insistente y reiterada los medios? Básicamente qué le parecían las declaraciones de VOX, básicamente de Espinosa de los Monteros, mandándola al “carrer”, y si iba a fundar un nuevo partido. Debo reconocer que en las respuestas fue sumamente hábil: que no era su intención en estos momentos pero el futuro no está escrito y no aclaró qué piensa hacer en los próximos meses. Fue elegante, muy elegante, al hablar de lo dicho por los dirigentes de VOX sobre ella, no salirse de lo que es conocido sobre el funcionamiento orgánico de VOX y señalar cómo se ha puesto en marcha la “trituradora” en el siempre bien organizado sistema de comunicación en el mundo digital de VOX.

Cierto es que había algunas cuestiones que Macarena va aclarando al ritmo de los acontecimientos y que dejan al descubierto el discurso de justificación de la ruptura lanzado desde VOX. Pero conviene no llevar las cosas al máximo porque todos procuran dejar un resquicio por si la evolución es distinta a lo previsto.

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Es evidente que está dolida, aunque no pierde la sonrisa ni un instante, por las insinuaciones sobre su enfermedad. Ese día Abascal estuvo mal asesorado al mostrar dudas sobre el alcance de la misma. Pese a las filtraciones interesadas lanzadas acerca de un cáncer nada había salido a la luz (un curioso silencio periodístico). Hoy sabemos que, afortunadamente, el diágnostico final era algo relacionado con sus tiroides que como es de dominio público pueden desarrollar un cáncer.

También explicó, y pude comprobarlo, que esta serie de conferencias en diversas universidades sobre un tema de derecho comenzó a prepararse antes de las elecciones andaluzas y era conocido en VOX. Lo que deshace interpretaciones fáciles. Lo único que no explicó es si le habían pedido que cancelara el ciclo tras su “baja” por razones de salud.

La conferencia, siempre en el marco del derecho y el respeto al ámbito universitario, fue interesante, pero no fue una conferencia política. Ella es la responsable de los recursos al constitucional de VOX y la declaración de anticonstitucionalidad de los estados de alarma es un gran éxito jurídico. Nadie puede ignorar hoy el activo que Olona es en ese ámbito. En su conferencia no hubo ni una palabra más alta que otra sobre VOX o que pudiera desvelar una crítica contra Abascal.

Evidentemente hay que leer entre líneas, pero Olona, pese a abandonar el texto que llevaba escrito, filtró muy poco. Supongo que ello sembró dudas (¿no venía a anunciar un nuevo partido? ¿no iba a criticar a sus enemigos señalados en VOX?) entre unos asistentes a los que agradeció el riesgo personal que corrían, ante el peso de los totalitarios, por acudir a escucharla. Por lo bajo, entre los que eran de VOX con algún peso, el lamento por la división (y recordemos que es VOX quien le ha cerrado la puerta en tres días, lo que a la larga puede volverse en su contra si las espinas se convierten en barreras).

¿Qué es lo que dijo? Que como española va a seguir hablando, que es una obligación ante el tiempo frío que se anuncia, que no cabe el silencio. ¿Quiere ello decir que no va a regresar a la abogacía del Estado de forma inmediata? Parece que no. ¿Que ha cerrado las puertas que VOX le ha cerrado? Me parece que tampoco y que reiterará su oferta de caminar juntos.

Y ahora leámos desde el otro lado. Quienes han tomado la decisión de cerrar el tema de forma drástica lo han hecho porque estiman que con Olona pasará como con tantos otros, aunque con algo más de revuelo mediático inicial; que basta con la campaña de descrédito interna para poner fin al tema.

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Que en VOX hay quien la consideraba, ya hace meses, como una rival es un hecho, y en los partidos existen las luchas internas, no seamos ingenuos (al final el amor se rompe de tanto usarlo, que dice la canción). Naturalmente esperan que Olona sea algo cada vez más marginal, una vez pasado el sarampión, y por tanto, desaparezca de la vida pública. La cúpula de VOX y Olona saben que es imposible la emergencia de un nuevo partido en un nicho electoral que en estos momentos se mueve en la incertidumbre. Sin embargo, el futuro no está escrito.

Espinosa de los Monteros se ha jactado de que VOX está más fuerte que nunca, pero ni las encuestas ni los analistas dicen eso. Es más, aunque quedan meses, no parece que VOX esté preparando las elecciones de mayo, que se van a celebrar en un marco muy distinto al que permitió su eclosión, de una forma eficiente al no contrarrestar el efecto del bipartidismo mediático dentro de sus posibilidades que en provincias, donde se va a jugar el partido, son amplias. ¿Han sacado conclusiones sobre los sucedido en Andalucía o piensan que fue algo coyuntural?

Macarena Olona es ahora mismo, para no pocos, la sombra de Giorgia Meloni, la política italiana de moda sobre la que este escritor hablaba cuando nadie lo hacía. Meloni salió de una marginalidad producto del descontento con una opción madre. Como conozco el discurso de Meloni con cierta profundidad ayer en algunas partes de la conferencia de Olona hizo acto de presencia, lo que pasó desapercibido para el público y los periodistas (soy española y católica, vino a decir Olona).

De ahí que el futuro político de Macarena Olona dependa, ella misma lo ha dicho, de lo que suceda en los próximos meses y en las elecciones de mayo. Mientras, la decisión/solución va a estar en manos de Santiago Abascal, aunque cuando los platos se rompen son difíciles de pegar.

A Macarena le basta con decir, como hizo en Murcia, lo que parece ser su grito de guerra: “Hemos pasado”.