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Más de 160 monumentos y memoriales a los Estados Confederados de América (CSA; la Confederación) y figuras asociadas, han sido retirados de espacios públicos en Estados Unidos, todos menos cinco desde 2015. Algunos han sido retirados por gobiernos estatales y locales; otros han sido derribados por manifestantes “progres”.
La historiadora de la Universidad de Chicago Jane Dailey (dailey@uchicago.edu ) escribió en el 2017 que, en muchos casos, la finalidad de los monumentos no era celebrar el pasado, sino promover un «futuro de supremacía blanca”.
¿Sabrá esta loca -de tirar cohetes a la luna- que en el 2015 se colocó una estatua de Lenin en Fremont (montaña libre) , Seattle, estado de Washington (Costa Oeste de EE. UU.)?
¿Entenderá esta tarada y su horda de fanáticos espantajos lo que simboliza Lenin?
¿Conocerá la progre ‘femeniestalinista” y sus “shedims” de cabellera azul, que mientras ponen a Lenin de pie en Fremont (montaña “libre”), en el Richmond (montaña “rica”) de Virginia (población de la costa Este) se destrozaba en el 2021 el monumento del General Robert E. Lee, (líder de los confederados)?
Dejando aparte que a nosotros nos gusten más -o menos- los norteamericanos y su historia, ¿no es curioso que se destruya la estatua que está en la “montaña rica” del Este y se levante la que está en la montaña “libre” del Oeste?
¿Libre de qué?
¿Libre para ser invadida?
Los progres no entenderán la sutileza de esto y en general, las artimañas con que operan los “controladores”.
¿Pero, al menos, entenderán estos zurdos que los comunistas no derrocaron al Zar -que ya no reinaba- sino que abortaron la incipiente democracia en Rusia?
¿Comprenderán que Lenin abogaba «por la destrucción del parlamentarismo burgués”?
¿Podrán asimilar estos “recontradeficientes” que el comunismo ha asesinado a más de 100 millones de personas para imponer esa especie de paranoia totalitaria y sanguinaria durante 70 años?
Mientras se destroza y se hace desaparecer 200 años de su historia (norteamericana), se pone en pie una estatua del monstruoso Lenin (soviético).
Lenin, “el carnicero de Simbirsk”, cuyo nombre completo era Vladimir Ilich Ulianov, fue – además de un genocida – un revolucionario comunista. El hijo de Moses Blank, (judío ukraniano) nació el 22 de abril de 1870 en Simbirsk, Rusia (actualmente conocida como Uliánovsk). Lenin desempeñó un papel importante en la creación de la Unión Soviética, el primer Estado socialista del mundo. Como líder del Partido Bolchevique, Lenin dirigió la Revolución de Octubre de 1917, que derrocó al Gobierno Provisional ruso y condujo al surgimiento de la Unión Soviética. Se convirtió en el jefe de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia (RSFSR) y más tarde en el primer ministro de la Unión Soviética.
Durante su jefatura, de noviembre 1917 a enero 1924, se asesinó a Más de un millón de personas por motivos políticos o religiosos, entre 300.000 y 500.000 cosacos fueron pasados a cuchillo, cientos de miles de trabajadores y campesinos masacrados por hacer huelgas, 240.000 muertos más en la represión de la rebelión de Tambov, más de 50.000 prisioneros de guerra “blancos” ejecutados y entre 3,9 millones y 7,75 millones liquidados por hambrunas entre rusos, kazajos y tártaros.
Pero la estatua que hay que derribar es la de un excelente estratega y patriota norteamericano y en su lugar, levantar la de este megalómano psicótico peligroso, según tiparracas como la profesora esta, que dice obtuvo una licenciatura en Historia en la Universidad de Yale en 1987 y un doctorado en Historia en la Universidad de Princeton en 1995.
Esta “pirada” es profesora asociada en el Departamento de Historia de la Facultad de Estudios Superiores y en la Facultad de Derecho en la «University of Chicago» . La Universidad de Chicago tiene una población estudiantil total de alrededor de 15,000 estudiantes y en el ranking U.S. News & World Report de 2022, ocupó el puesto número 6 a nivel nacional.
Ya nos podemos imaginar que todos los profesores que adoctrinan en esta institución -y similares-, son del mismo “pensamiento”, o sea, “woke woke” o como decía la ex del Pique, Shakira, “waka waka” (This Time for Africa), pero en su versión moderna y aún más demencial del comunismo y a sus engendros.
Por si algún “progre» leyera esto, les recordaremos cómo Lenin y sus «libertadores» disfrutaban en las Chekas:
Lapidaciones, es decir, apedrear al reo hasta quitarle la vida.
Crucifixiones, un método usado contra muchos sacerdotes y religiosos.
Estrangulamientos.
Arrojar a los reos a calderos de brea hirviente.
Ahogamiento de reos en aguas heladas.
Arrancarles el cuero cabelludo a los reos. Una práctica que se hacía, por ejemplo, en la Cheka de Járkov, en Ukrania.
Ahorcamiento.
Obligar a los reos a ingerir plomo fundido.
Empalamiento. (Si, por el ano)
Matar a los reos arrojándolos a altos hornos.
Castraciones.
Enterrar a reos vivos, práctica perpetrada en la Cheka de Kremenchuk.
Desollamientos, es decir, arrancarle la piel a tiras a los reos. La Cheka de Járkov empleaba la piel arrancada a los presos para elaborar guantes.
Pero no es la única ser deforme que defiende esta horrible pesadilla. Otra variante de las muchas que pululan por los EE. UU., es la historiadora de la Guerra Civil Judith Giesberg (con este apellido, no hace falta ni buscarlo…), profesora de Historia en la Universidad de Villanova (Delaware, en el estado de Pensilvania), y está de acuerdo: «La supremacía blanca es realmente lo que representan estas estatuas».
Sin embargo, “el defensor de los proletarios Stalin”, debía ser mulato, además de judío georgiano, porque estos, no lo deben considerar “blanco”, y mucho menos se les ocurriría destruir su estatua.
A poco más de 400 kilómetros de este centro -donde enseña la supuesta historiadora- , en Bedford , Virginia, hay un busto del dictador de Gori (Stalin), que fue donde nació Iósif Vissariónovich Dzhugashvili. «Gashvili» es una forma común de sufijo de los apellidos georgianos que indica «hijo de» o «descendiente de”, y dzhuga, era, en origen, “Judá”.
Y es que los “borderline” progres no son capaces de descifrar lo que hacían aquellos inhumanos excrementos rojos y a que se dedicaban para sembrar el terror más puro:
Escalfar al reo, es decir, arrojarle agua hirviendo hasta matarlo.
Decapitaciones. A veces despacito para que sufrieran más.
Desnudar a reos, atarles y arrojarles agua fría en pleno invierno hasta congelarles, una práctica de la Cheka de Orel, a 360 Km de Moscú.
Matar a los reos tirándolos al mar o a un río maniatados (es lo que hacía periódicamente con sus prisioneros la Cheka de Kholmogory en el río Dvina).
Atar a víctimas desnudas en torno a barriles rodeados de clavos, y hacerlos rodar hasta que los reos morían, una práctica de la Cheka de Voronezh.
Atar jaulas con ratas a los cuerpos de los presos y atizar a los roedores con hierros candentes hasta que se abrían paso entre los intestinos de los reos, una práctica usada por la Cheka de Kiev y que años después incluiría George Orwell en su famosa novela «1984».
Y es que hasta los propios del ejército rojo sufrieron su brutal salvajismo.
El Ejército Rojo sufrió 3 millones de deserciones en 1919 y 1920. El primer año fueron arrestados por la Cheka 500.000 desertores, y casi 800.000 el segundo. Miles de ellos fueron asesinados, y sus familias fueron tomadas a menudo como rehenes y asesinadas para chantajear a los desertores. Un reporte típico de la Cheka afirmaba lo siguiente:
«Provincia de Yaroslavl, el 23 de junio de 1919. La sublevación de desertores en el volost (comunidad rural autónoma) de Petropavlovskaya (Kamchatka) ha sido sofocada. Las familias de los desertores han sido tomadas como rehenes. Cuando empezamos a disparar a una persona de cada familia, los “Verdes” comenzaron a salir de los bosques y se rindieron. Treinta y cuatro desertores fueron fusilados como ejemplo.»
Y aún hay hijos de padre ignoto y madre publica, que sacan sellos de correos en España conmemorando los 100 años de un partido que es el icono del genocidio más escandaloso y cruel jamás llevado a cabo.
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